En mayo de 2013, Thomas O’Brien, en ese entonces obispo de la Diócesis de Phoenix, admitió haberle dado refugio a por lo menos 50 sacerdotes acusados de abuso sexual y luego transferirlos a distintas parroquias de ese Estado. La declaración de O’Brien se dio como resultado de un acuerdo con el abogado del condado. Allí el obispo reconoció “haber permitido volver a trabajar con menores a los sacerdotes católicos romanos que estaban bajo [su] supervisión a pesar de ya tener conocimiento sobre las acusaciones por mal comportamiento sexual”. También él desistió de su propia inmunidad si se le llegase a acusar de mala conducta sexual.
Ahora es el mismo O’Brien quien se defiende de una demanda por abusar sexualmente de un niño en edad escolar. La demanda acusa a O’Brien, quien ahora tiene 81 años, de los abusos sexuales ocurridos desde 1977 hasta 1982. También incluye los nombres de otros 60 sacerdotes y empleados de la iglesia, en los cuales se supone hubo encubrimiento. A inicios de la década del 2000, la diócesis tuvo que dar información sobre algunos de los sacerdotes como parte de un acuerdo con los fiscales de Arizona. Por lo menos dos sacerdotes huyeron de los Estados Unidos y siguen en libertad. De los otros, un buen número de ellos ya han fallecido.
En los meses recientes, también se dieron a conocer acusaciones contra 14 sacerdotes en Guam, incluyendo al arzobispo Anthony Apuron a quien se le acusa de haber abusado sexualmente de un muchacho en los años 70. Esto ha traído otras revelaciones.
Las parroquias católicas de toda la nación se han visto afectadas por los casos de abuso, donde a veces han pasado décadas desde que se presenta la primera evidencia. Las acusaciones por crímenes sexuales contra por lo menos 15 sacerdotes católicos en Luisiana podrían llevarnos a unas siete décadas atrás, revelan los registros de la corte. Los acusados ocuparon un sinnúmero de cargos en la iglesia de la diócesis de Lafayette. Uno de ellos, Gilbert Gauthe, admitió haber violado o sodomizado a 37 niños desde 1972. Él fue condenado a 20 años, de los cuales cumplió 10 años. Pero unas 100 personas podrían haber sido abusadas por Gauthe.
En el 2011, la Diócesis de Wilmington y varias órdenes religiosas dentro de la diócesis distribuyeron más de $110 millones a 152 sobrevivientes adultos que fueron abusados sexualmente por los sacerdotes católicos del área. Otras decenas de millones más fueron pagados en acuerdos confidenciales con docenas de otros sobrevivientes de violaciones cuando eran niños en Delaware. Se reconoció a docenas de sacerdotes vivos o ya fallecidos como abusadores. La diócesis de Wilmington solicitó la protección del Capítulo 11 en el 2009.
Minnesota retiró su estatuto de limitaciones para permitirles a las víctimas hacer las demandas judiciales. Cuando este periodo de tres años terminó en mayo de 2016, se habían hecho más de 800 acusaciones contra iglesias, escuelas, Boy Scouts y teatros infantiles.
El elevado escrutinio llevó a la caída de dos obispos y dos diócesis católicas, incluyendo la arquidiócesis de Saint Paul y la de Mineápolis, las cuales solicitaron la bancarrota en el 2015. El arzobispo John Nienstedt y el obispo auxiliar Lee Anthony Piché renunciaron en el 2015, pocos días después de que la arquidiócesis fuese imputada criminalmente por negligencia infantil debido a su manejo con relación a un sacerdote abusador que finalmente fue a prisión.
La diócesis de Duluth solicitó la bancarrota en el 2015 después que un jurado la encontrara responsable de pagar la suma de $4.8 millones del total de una indemnización por $8.1 millones, la cual el jurado otorgó a solo un acusador. La arquidiócesis de Saint Paul y la de Minnesota revelaron una lista de 71 sacerdotes con acusaciones comprobadas de abuso sexual de menores en su mayoría desde mediados de la década de los 50 hasta mediados de los 80. La arquidiócesis dice que todos ellos fueron retirados permanentemente del ministerio.
La diócesis de San Cloud, la cual abarca una gran parte rural de Minnesota, todavía está en el proceso de resolver 74 acusaciones, incluyendo 31 contra miembros del clero.
“Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA”. Apocalipsis 17:4, 5.
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