Mientras Donald Trump domina el ciclo electoral estadounidense, el fenómeno Trump no ocurre solo en los EE.UU. «También alrededor del mundo se observan las mismas tendencias subyacentes que han empujado a Trump en los Estados Unidos», informó Stratfor. Por ejemplo, Europa, especialmente Polonia, Francia y Hungría, tienen actitudes similares sobre los inmigrantes entre las familias de clase media cuyo trabajo y su sustento se ven amenazados por la globalización. Alemania sigue haciendo frente a los elementos más radicales en su propia sociedad, tales como los neonazis y otros racistas.
Stratfor continuó: «Trump es experto en recoger el bastón y hacer como que dirige el desfile. Pero, ¿qué si se trata de otro “líder» más tratando de encontrar una procesión para ponerse al frente? Debemos preocuparnos por este desfile, no sólo por el rubio tamborista mayor que marcha frente a ella: Trump, Trump, Trump».
«El movimiento implica componentes que nos son familiares, algunos de los cuales merecen nuestra simpatía, otros no tanto. Uno de los merecedores de simpatía es la presión económica que la globalización ha puesto sobre el trabajo no calificado… [Esos] puestos de trabajo se han ido al extranjero… La gente se siente traicionada por ambas direcciones políticas y por eso, ellos merecen nuestra simpatía.
«No obstante, luego las cosas se ponen desagradables cuando vemos que se gestan en sus mentes el racismo y la xenofobia. Una vez más, los problemas en Europa no son… tan diferentes a los de Estados Unidos. Las nacionalidades pueden ser diferentes… pero el racismo es racismo dondequiera que se dé… «El racismo se manifiesta en la incertidumbre económica y en una base económica en «recuperación» o en estancamiento.
En el mundo ocurre un cambio fundamental que toma mucho tiempo para desarrollarse. La era religiosa dio paso a la era de la política, y ésta ahora está dando paso a la era económica. La Reforma protestante trajo la separación de la Iglesia y el Estado. El poder pasó de los jefes de la Iglesia: el Papa y sus sacerdotes, a los jefes de Estado: presidentes y primeros ministros.
«Hoy en día, el poder está pasando de los jefes de Estado a los jefes de grandes corporaciones como Donald Trump y Silvio Berlusconi». Incluso el Papa lo ha reconocido al invitar a sus audiencias papales en Roma a líderes de influyentes empresas como Apple, Alfabeto (empresa matriz de Google) e Instagram.
“Y así como los jefes de la Iglesia no estuvieron contentos con la primera Reforma… así mismo los jefes de nuestro actual orden político tampoco lo están con el creciente poder que están obteniendo nuestros titanes corporativos… A medida que nos movemos de la etapa política a la era económica, el sector privado empieza a agitarse hacia el sector público, así como el perro mueve la cola… [La] transición de una nación-estado a… un estado empresarial… está siendo impulsada, en parte, por la incapacidad del estado-nación para cumplir con las ofertas inscritas en su orden constitucional”. El Estado y sus poderes han hecho caso omiso de los principios constitucionales haciendo que el estado de derecho sea ignorado y se siembre la falta de respeto y se intensifique la violencia. A medida que las constituciones se rompan, otras fuerzas las reemplazarán, como las oligarquías económicas. Estos a su vez crean una reacción que incluye la violencia colectiva.
«Al mismo tiempo la anarquía trata de hacer desaparecer toda ley, no sólo divina sino humana. La concentración de la riqueza y el poder, las vastas combinaciones hechas para el enriquecimiento de unos pocos a expensas de la mayoría; la unión de las clases más pobres para organizar la defensa de sus intereses y derechos; el espíritu de inquietud, desorden y derramamiento de sangre; la propagación mundial de las mismas enseñanzas que produjeron la Revolución Francesa, tienden a envolver al mundo entero en una lucha similar a la que convulsionó a Francia”. La Educación, pág. 206.
«Los instrumentos de gobierno no están funcionando bien ni en Washington ni en Bruselas…» continuó Stratfor. «Lo que las dispensaciones papales fueron en los últimos años de vida de la era religiosa, así lo son las características de los últimos años de vida de la era política: recordatorios escandalosos de un sistema amañado que ofrece favoritismo a unos pocos».
La historia tiene ejemplos de lo que ocurre en circunstancias económicas estresantes cuando un gran segmento de la población se siente frustrado con sus perspectivas económicas. Por ejemplo, el ascenso de Adolf Hitler al poder.
«Donald Trump no inventó el capitalismo de amigos, ni tampoco inventó la disfunción en Washington. Pero desde luego, él es bueno capitalizando ambos mientras la era política se desvanece y le da paso a la emergente era económica.
«No se equivoquen: Las instituciones del gobierno no van a desaparecerán sobre la faz de la Tierra así como tampoco lo hicieron las iglesias. Así como la religión ha persistido en la etapa política, incluso tomando un asiento trasero, así la política persistirá en la era económica. ¿Podrá la religión reafirmarse en la era económica? La Biblia predice que las fuerzas religiosas con el tiempo dominarán las fuerzas políticas y económicas en la estructura social cuando vuelva a emerger la unificación de la Iglesia y el Estado en la era económica. Véase Apocalipsis 13.
Durante la etapa política, la clase media fue castrada por una variedad de fuerzas. «Preocupado por la economía y el desempleo, amenazado por los inmigrantes, frustrado por la falta de eficacia por parte de los líderes en Washington y alimentado con el feminismo, el obrero varón americano es un objetivo maduro para aceptar la retórica empapada de testosterona. ‘¡Haga que los Estados Unidos sean fuertes nuevamente!’” Ese el mensaje político que se deseaba y está siendo apreciado por muchos hombres de la clase media.
Sin embargo, no está ocurriendo sólo en Estados Unidos. También está ocurriendo en China, Europa y otras naciones. Pero es una reacción a las tendencias de la historia. Y esta reacción conducirá a los problemas que tendrá que enfrentar el pueblo de Dios en los últimos días: exigencias a obedecer principios, valores más jerárquicos y tradicionales, valores religiosos centrados en el culto justificado con el fin de poner un orden racional a la sociedad.
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