Mediante un gran número de evidencias, se ha demostrado clínicamente que pasar tiempo en medio de la naturaleza es benéfico para la salud. Científicos en el Japón investigaron el efecto en el estado físico y psicológico al pasar tiempo en la naturaleza. El “baño forestal”, como ellos lo llaman, reduce el estrés e induce un estado de “relajación fisiológica”.
Otro estudio mostró que los árboles y las plantas emiten compuestos aromáticos llamados fitoncidas que, cuando se inhalan, puede estimular cambios biológicos sanos similares a la aromaterapia.
¿Cree que esto es solo esoterismo sin valor? Piénselo otra vez. El Dr. Li Qing, un profesor de la Escuela de Medicina de Nippon en Tokio, encontró que cuando la gente camina a través un bosque o pasa la noche allí, a menudo exhiben cambios en la sangre asociados a la protección contra el cáncer, una mejor inmunidad y presión arterial. La fragancia natural de los árboles parece disminuir la presión sanguínea y reprime la reacción de «pelear o huir».
Estudios recientes, han relacionado la estancia en la naturaleza con el alivio de los síntomas de la enfermedad cardíaca, la depresión, el cáncer, la ansiedad y los trastornos de atención. «El ambiente tranquilo, los hermosos paisajes, los agradables aromas y el aire fresco y limpio de los bosques, todos contribuyen a brindar estos efectos», dice Li.
Pasar tiempo en espacios verdes puede reducir la presión arterial en un 10% en personas que sufren hipertensión, de acuerdo con un estudio realizado a gran escala en junio de 2016. Con tan solo dedicar 30 minutos en la naturaleza cada semana, podría ayudarles a controlar su hipertensión.
También, los investigadores hallaron que apreciar una impresionante cascada u observar los altos árboles pueden hacer que la persona sea más útil y desinteresada por cuanto provocan sentimientos de asombro. Las personas que pasaron 60 segundos mirando hacia arriba en medio de árboles de gran tamaño, se mostraron más propensas a experimentar admiración, después de lo cual estuvieron más dispuestas a ayudar a un extraño en comparación a las personas que observaron un edificio de altura igual — pero menos imponente e inspirador.
«Cuando las personas experimentan admiración hacia cosas más grandes que ellas, se convierten en seres más armoniosos», dice Paul Piff después de ayudar en un estudio realizado en el 2015 por la Universidad de California en Irvine. “Esto hace que las personas se sientan con menos derechos, menos egoístas, más generosos y más deseosos de ayudar». Usualmente, esos momentos de asombro, están relacionados con niveles más bajos de compuestos inflamatorios en el cuerpo.
Estar en la naturaleza puede reducir su riesgo de morir prematuramente. Las mujeres que viven en zonas con mucha vegetación, tienen un 12% menos de riesgo de morir por cualquier causa en comparación con las personas que viven en lugares menos verdes. Por ejemplo, el respirar aire de la naturaleza aumenta el número de las células asesinas (NK), las cuales son un tipo de glóbulos blancos que son compatibles con el sistema inmunológico y están asociadas a un menor riesgo de padecer la enfermedad de cáncer.
También se cree que las células NK tienen un papel en la lucha contra las infecciones y las enfermedades auto inmunes y una serie de dolencias más, como la enfermedad cardíaca y diabetes. Los investigadores encontraron que las personas que tomaron en dos días consecutivos largos paseos por los bosques aumentaron sus células NK en un 50%, y la actividad de estas células aumentó en un 56%. Esos niveles de actividad se mantuvieron en un 23% más de lo habitual en los paseos del mes siguiente.
Estar rodeados de la naturaleza puede también reducir la ansiedad, manifestar cambios de humor y depresión. En el 2015 un estudio mostró que las personas que caminaron durante 90 minutos en un entorno natural eran menos propensas a meditar, un síntoma clave de la depresión y la ansiedad. A las personas que caminaban en las zonas urbanas se les observó que tenían una mayor actividad en áreas del cerebro vinculadas a la depresión.
También se cree que las corrientes de aire alrededor del agua, bosques y montañas contienen altos niveles de iones negativos, que reducen la depresión, según otro estudio.
«Trabajar en el jardín, recogiendo flores y frutas, escuchando a los pájaros alabando a Dios, los pacientes [en el centro de salud] serán maravillosamente bendecidos. Los ángeles de Dios se acercarán a ellos. Se olvidarán de sus dolores y su depresión melancólica los dejará. El aire fresco y el sol y el ejercicio realizado, ellos traerán la vida y la vitalidad. El cerebro y los nervios cansados encontrarán alivio”. Manuscript Releases, vol. 1, págs. 255-256.
¡La naturaleza sabe realmente mejor!
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