Un Amigo de Dios
Por Pastor Hal Mayer
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Queridos amigos:
Bienvenidos al Ministerio Guardad la Fe. Gracias por estar conmigo hoy mientras estudiamos la palabra de Dios y tratamos de entender qué tipo de fe debiéramos tener en estos últimos días. Deseo que us-tedes y sus familias estén buscando a Dios de todo corazón y que este mensaje pueda animarlos gran-demente en el camino de la fe.
Antes de comenzar, permítanme recordarles que mensualmente estamos publicando el Boletín Misione-ro de Guardad la Fe a través de un correo electrónico con bellas historias sobre las providencias de Dios en el Centro de Calidad de Vida de Highwood, en Australia. Se lo enviaremos sin cargo. Todo lo que tienen que hacer es pedirlo y darnos vuestras direcciones de correo.
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Quiera Dios bendecirlos mientras escuchan el mensaje de hoy. Comencemos con una oración. Nuestro Padre celestial, necesitamos tu Espíritu Santo hoy para que nos enseñe a pensar y actuar como Dios quiere. Queremos estar en el cielo y queremos a Jesús en nuestros corazones. Deseamos Su presencia y Su amor. Enséñanos hoy a través de la palabra de Dios, qué significa ser amigo de Dios. En el nombre de Jesús, amén.
¿Sabían ustedes que solo hay dos tipos de personas en este mundo? Sí, es verdad. De todos los billones de personas, de todas las muchas razas y nacionalidades, de todas las infinitas variaciones de personali-dades, solo hay dos categorías de personas, solo dos clases.
Y es realmente simple de entender. Una clase ama y obedece a Dios y la otra no. Una clase es amiga de Dios y la otra es enemiga. Sí, es verdad. Solo hay dos clases de personas. Yo deseo ir aún un poco más allá y decirles que una persona, que pertenezca a cualquiera de estas dos clases, puede cambiarse de grupo en cualquier instante. Es una elección libre. No tiene nada que ver con el estatus social. No tiene nada que ver con el éxito temporal. No tiene nada que ver con la raza, o con los ancestros. No tiene na-da que ver con vuestra afiliación a alguna iglesia. Una persona puede estar de un lado o del otro, sin importar su relación con alguna de estas cosas. Así está en las Escrituras.
Escuchen este versículo. Se encuentra en Santiago 4:4. “¡Adúlteros! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios? El que quiere ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios”.
Aquí el apóstol nos dice que solo hay dos posibilidades. O soy amigo de Dios o soy su enemigo. Ahora, eso puede ser muy duro de aceptar para algunos. Hay muchos que piensan que pueden ser miembros de la iglesia, y que aún pueden vivir vidas que están en completa oposición con el evangelio.
Jesús también dijo algo fuerte y apremiante, de hecho, muy fuerte. Jesús marca claramente el contraste diciendo las siguientes palabras en el evangelio de Mateo 6:24. “Ninguno puede servir a dos señores, porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o será leal a uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero”.
Tengan en cuenta que en este versículo Jesús les estaba hablando a los miembros de iglesia. Les estaba hablando a aquellos que pensaban que estaban bien, porque eran miembros de la iglesia o porque habían nacido en una sociedad religiosa, y que en aquel tiempo era la verdadera iglesia de Dios. Les estaba diciendo que su amistad con el mundo los estaba llevando a odiar a Dios, y a odiar a Cristo y que even-tualmente lo iban a crucificar, porque amaban más al mundo que a Dios.
De modo que el evangelio tiene que cambiar vuestra vida práctica. Es un poder transformador, porque cuando ustedes aceptan a Cristo, Él envía Su Espíritu Santo a vuestros corazones para derramar el amor de Dios. He aquí lo que dice Romanos 5:5. “Y la esperanza no avergüenza, porque el amor de Dios está vertido en nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado”.
Ahora, ¿qué significa tener vertido el amor de Dios en vuestro corazón? La mayoría de las personas di-rían que esto significa que el amor de Dios hacia el pecador entra en su corazón, y él siente ese amor de Dios. Y cuán cierto es esto. ¿Sienten ustedes el amor de Dios en su corazón?
Pero existe otra manera en que el amor de Dios es vertido en nuestros corazones. El amor de Dios en realidad actúa de tres maneras. Cuando el Espíritu Santo vierte el amor de Dios en nuestros corazones, él también está poniendo allí amor a Dios y amor por nuestro prójimo. Porque cuando vemos el amor de Dios, entonces somos llevados a amarle. No tiene ningún sentido pensar que Dios no quiere nuestro amor como respuesta, o que no quiere que nosotros amemos a otros, tal como Él los ama. Este es todo el asunto del evangelio. 1ª Juan 4:19 dice: “Nosotros le amamos, porque él nos amó primero”. Después de todo, “Pero Dios demuestra su amor hacia nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Romanos 5:8.
Pero lo que quiero destacar aquí es que existe una respuesta natural al amor de Dios en el corazón. Es amor como respuesta. Comienza con Dios, que nos amó primero. Nosotros somos incapaces de amarle, hasta que Él derrame Su amor en nuestros corazones a través del Espíritu Santo. Entonces nosotros le amamos a Él como respuesta. ¿Consiguen verlo en su Biblia?
Ahora, ¿qué clase de personas son mayoría en el mundo? , ¿Aquellos que aman a Dios o los que están en enemistad con Dios o que son sus enemigos? Sí, es verdad; los enemigos de Dios son la mayoría. Pero aquí hay algo más importante: Dentro de la iglesia, ¿quiénes son mayoría? Ustedes pueden pensar que la mayoría de los cristianos están del lado de Dios, y mientras ellos profesan estar del lado de Dios como miembros de la iglesia, ¿a qué clase pertenece la mayoría, a los que verdaderamente aman a Dios, o a los que son enemigos de Dios? Me atrevo a decir que la mayoría de los miembros de la iglesia están en enemistad con Dios, porque aun aman al mundo. Ellos van a la iglesia porque socialmente es lo correcto. Pero en sus corazones siguen sus propios deseos.
Pero Pastor Mayer, ¿cómo puede usted decir esto? Bien, el hecho es que a muchas personas cristianas aún les gusta hacer todas aquellas cosas que saben que no están de acuerdo con la voluntad de Dios. Aun comen lo que les gusta comer. Aun beben lo que les gusta beber. Aun ven cosas que les gusta ver. Aun leen cosas que les gusta leer. Pero la Biblia dice: “Así, si coméis, o bebéis, o hacéis otra cosa, ha-cedlo todo para la gloria de Dios”.
Pero no son tan solo los grandes pecados los que están en enemistad con Dios en la iglesia. También hay cosas pequeñas que las escrituras revelan que no están en armonía con la voluntad de Dios, que los cristianos consienten y que los mantiene en enemistad con Dios. A ellos les gusta pensar que son amigos de Dios porque van a la iglesia o porque oran bien, pero que en realidad son sus enemigos. Tal vez podemos llamarlos aminemigos…
Judas fue un aminemigo, ¿no es verdad? Él profesó amar a Cristo, pero se volvió contra Él. Hasta lo besó cuando lo traicionó. Ustedes no pueden ser más que enemigos, cuando socavan a aquel que exter-namente dicen amar. Jesús tomó esto y se lo explicó a sus discípulos cuando le dijo a Judas: “¿Traicio-nas al hijo del hombre con un beso?” Lucas 22:48.
Desde luego que Dios tiene misericordia de la ignorancia genuina con respecto a Su voluntad. Aun cuando las personas cometen grandes pecados no entendiendo genuinamente que están actuando como enemigos de Dios. Escuchen lo que dice en Hechos 17:30. “Pues Dios, habiendo pasado por alto ese tiempo de ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”.
La Biblia realmente dice mucho acerca de pecar en ignorancia. Dios “pasa eso por alto”, pero aún es pecado y tiene que ser expiado. Escuchen Levítico 5:17-19. “Finalmente, si una persona sin darse cuen-ta, peca o comete algo prohibido por el mandamiento del Eterno, será culpable, y llevará su culpa. Traerá al sacerdote por expiación, según tú lo estimes, un carnero sin defecto, y el sacerdote expiará el pecado que cometió por ignorancia. Y quedará perdonado. Es un sacrificio de reparación, era culpable ante el Eterno”.
Observen que las escrituras dicen que el pecado aún es pecado, aunque sea cometido en ignorancia. La ignorancia no cambia el hecho que es pecado. Pero la cruz provee perdón aun para aquellos que cometen pecado y genuinamente no están conscientes de eso. Gracias a Dios por el sacrificio de Cristo.
Ésta es la razón por la cual Él envía mensajeros a nuestras vidas para que abramos los ojos y podamos ver Su verdad. Es por eso que Él a veces crea las circunstancias para que entremos en contacto con la verdad. Él quiere que entendamos toda la verdad de Dios para estos últimos días. Él envía diferentes ti-pos de personas para iluminarnos y para ayudarnos a entender Su voluntad y la manera en que debié-ramos vivir. Pero a menudo rechazamos Su voluntad porque nos parece que no es conveniente, o porque no es como fuimos enseñados desde pequeños, o porque no le encontramos ningún sentido. Y hay mu-chas cosas que no tienen sentido para nuestra mente obstinada, ¿verdad?
Pero, obviamente, ninguno de nosotros aquí hoy quiere ser un enemigo de Dios. Y ciertamente tampoco queremos ser un aminemigo de Dios. Queremos ser amigos de Dios. Queremos ser personas en quienes Dios pueda confiar con el poder de Su Espíritu Santo.
Asique la pregunta clave es: ¿Qué significa ser amigo de Dios? Si usted no es Su amigo, entonces usted es Su enemigo. No existe otra opción. Ustedes no quieren ser enemigos de Dios, ¿verdad? Entonces es mejor que entendamos lo que realmente significa ser un amigo de Dios.
La Biblia nos relata una historia muy interesante acerca de un hombre que fue conocido como el amigo de Dios. Y a lo largo de su vida, podemos entender el tipo de persona que ustedes tienen que ser para ser un amigo de Dios. Este hombre fue Abraham. Pero solo por el hecho que este fue un hombre que Dios usó para crear una muy nación grande, no quiere decir que ustedes no puedan aplicar los mismos principios en sus vidas. Dios puede crear una gran nación de almas ganadas a través de vuestro testi-monio, si ustedes son amigos de Dios.
Escuchen lo que Dios dice acerca de Abraham. Esto está en Génesis 18:19. Cristo les estaba hablando a los ángeles que estaban con él, cuando visitaron a Abraham y hablaron acerca de la venidera destrucción de Sodoma debido a su gran pecado. “Porque yo lo elegí (conocí) para que mande a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino del Eterno, que practiquen lo que es justo y recto, para que el Señor envíe sobre Abraham lo que habló acerca de él”.
Observen que Dios tenía confianza en Abraham, que él y su familia iban a “guardar el camino del Eterno”, y el resultado sería que el Señor traería sobre Abraham aquello que el Señor había prometido… para hacer de él una gran nación. Existe una relación entre guardar el camino del Señor y las ben-diciones que Dios quiere otorgarles a sus seguidores. Es vital que esa relación sea entendida.
¿Qué es el “camino del Señor?” Aquí está hablando de la dirección que ustedes toman en la vida o el camino de vuestros pies. Hay dos caminos. Está el camino del Señor, y el “camino de Caín”. ¿Han es-cuchado alguna vez acerca del camino de Caín?” Este se encuentra en Judas 11. Escuchen cuidadosa-mente: “¡Ay de ellos! Porque han seguido el camino de Caín, por el lucro se lanzaron al error de Ba-laam, y perecieron en la rebelión de Coré”.
La Biblia, en apenas unas pocas palabras asombrosas hace una gran declaración acerca de aquellos que no son amigos de Dios. Hay dos hombres que se mencionan aquí además de Caín. Son Balaam y Coré. Analicemos rápidamente a estos tres hombres.
Observen que el camino de Caín envuelve motivos que están en conflicto con el cielo. Incluye la codi-cia, la idolatría, la sensualidad y la abierta presunción. Ustedes pueden ver que Caín fue el padre de la rebelión y del rechazo de la ley de Dios. La Biblia dice que él no anduvo en el “camino del Señor”, sino que anduvo en su propio camino. Si ustedes observan la vida de Caín podrán ver la raíz del mal en el “camino de Caín”.
El camino de Caín fue traerle una ofrenda al Señor que era diferente a la que Dios había ordenado. Él pensó que sabía más que Dios. En vez de un cordero para el holocausto, Caín trajo el fruto de la tierra. Dios no aceptó su ofrenda y él se puso celoso de su hermano Abel, cuya ofrenda fue aceptada, y lo ma-tó. Esto está en Génesis 4.
Caín había sido entrenado por sus padres Adán y Eva cuando era niño, acerca de qué tipo de ofrenda debía llevarle al Señor. Pero Caín estaba en rebelión. No quería obedecer las instrucciones de Dios. Después de todo, como había sido un agricultor de mucho éxito, pensó que Dios aceptaría los frutos de su trabajo en vez del cordero. Pero Dios tenía un propósito importante en el cordero sacrificial. Este pre-figuraba el sacrificio de Cristo en la cruz. Caín fue motivado por el deseo egoísta de hacer su propia voluntad en vez de obedecer a Dios, y presuntuosamente pensó que Dios lo iba a honrar y que de todas maneras le iba a dar la bendición, aun cuando no quería andar en el camino del Señor.
¿Creen ustedes que hay miembros de iglesia hoy que quieren la bendición de Dios, aun cuando desobe-decen Sus instrucciones y Su ley? ¡Ciertamente los hay! El “camino de Caín”, de acuerdo a la Biblia, es desobedecer los mandamientos de Dios. Muchas personas, de hecho, billones de ellas quieren andar en sus propios caminos cuando se trata de la adoración. Ellos piensan que a Dios no le importa si adoran imágenes, toman el nombre de Dios en vano, o transgreden el séptimo día sábado del cuarto Manda-miento. Ellos piensan que no es importante vivir en obediencia con la palabra de Dios. El camino de Caín tiene que ver con falsos sistemas de adoración.
Los Diez Mandamientos dicen, por ejemplo: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que hay arriba en el cielo, ni abajo en la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás…”. Pero millones de per-sonas hacen justamente esto en todo el mundo. Oran delante de Buda, de dioses Hindúes, y de imáge-nes de santos. Este es el camino de Caín, mis amigos.
Balaam quería la recompensa terrenal que Balac le ofreció por su cooperación para maldecir a Israel. Él sabía que esta no era la voluntad de Dios, porque sabía que mientras Israel obedeciese a Dios, eran bendecidos. Él también desobedeció la expresa voluntad de Dios, porque estaba motivado por la codi-cia a la recompensa. Esa interesante historia, que incluye un argumento con un animal tonto, se encuen-tra en Números 22-24.
¿Existen hoy, personas que aman más a mamón que a la verdad de Dios, al igual que Balaam? ¿Qué es más importante, un pequeño compromiso para obtener una ventaja pasajera, o una fidelidad a la eterna y perpetua ley del cielo?
Y Coré, juntamente con Datán y Abiram se opusieron desafiantemente a Moisés, el líder escogido por Dios para Israel. Estos hombres presuntuosamente exigieron que se les diese la misma autoridad que a Moisés. Querían poder, influencia y reconocimiento. Ellos querían aquello que Dios no les había dado. Eran Levitas y los Levitas tenían un rol muy especial en los servicios del tabernáculo. Pero estaban mo-tivados por el deseo de poder y de posición. Murieron desafiando abiertamente la autoridad de Dios. Su historia se encuentra en Números 16.
Ustedes pueden ver que el “camino de Caín” es muy problemático. La Biblia dice que “Caín salió de la presencia del Señor”. Génesis 4:16. Eso significa que le dio la espalda a Dios y a Su ley. Se corrompió a sí mismo y a sus hijos. Sus descendientes se volvieron tan impíos que Dios finalmente tuvo que destruir toda la tierra con un diluvio. Caín, Balaam y Coré eran todos aminemigos de Dios. Todos profesaban ser seguidores de Dios. Todos eran miembros de iglesia. Pero estaban en rebelión y anduvieron según sus propios caminos.
Si ustedes son amigos de Dios, van a caminar en el camino de la obediencia a las instrucciones que el Señor les dé. Si ustedes son enemigos de Dios, van a andar en el “camino de Caín”.
Por consiguiente, ¿cómo conocen ustedes el “camino del Señor?” Abraham sabía que el camino del Se-ñor era vivir una vida justa. Eso significa que él vivió en forma justa y vivió en armonía con el cielo. Él no estaba en rebelión con Dios ni con Su ley. Hizo todo lo que pudo para conducir a su familia y a to-dos los que eran miembros de su casa, los cuales sumaban más de 1.000 personas, hacia la norma divina. Esta era la iglesia en aquellos días.
“La vida de Abraham, el amigo de Dios, estuvo señalada por el estricto cumplimiento de la palabra de Jehová”. Conflicto y Valor p.49. Esto es lo que significa “guardar el camino del Señor”.
Para poder guardar el “camino del Señor”, ustedes tienen que poseer primero la ley de Dios en su mente y en su corazón.
El Salmo 119:11 dice: “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti”. Si ustedes guardan la palabra de Dios en su corazón, significa que ustedes viven por ella, y que obedecen todo lo que la palabra de Dios les dice. Si ustedes quieren andar en el camino del Señor, tienen que conocer la palabra de Dios. Es tan simple como eso. Muchos cristianos hoy no poseen un conocimiento de lo que dice la palabra de Dios. Escuchan al pastor o al sacerdote en la iglesia, pero eso es todo. No estudian la palabra de Dios por sí mismos, por lo tanto no tienen ninguna idea si lo que escuchan en la iglesia está correcto o no. Y muchas veces está errado o por lo menos no está completo. A menudo siguen una tra-dición que no se ajusta a la palabra de Dios.
Esconder la palabra de Dios en vuestro corazón significa que ustedes estiman lo que Él dice, y conse-cuentemente se convierte en su práctica, porque le aman y quieren más de Su palabra en sus vidas.
¿Qué es la palabra de Dios? ¿Es solo el Evangelio o el Nuevo Testamento? No. Los propios apóstoles se refirieron a menudo al Antiguo Testamento como una fuente autorizada. Era el fundamento de su sistema de creencias. Ellos no creían que el Antiguo Testamento ya no fuese válido. Es más, veían al Antiguo Testamento bajo una nueva luz. Debido a Cristo, ahora lo entendían en su forma correcta.
Escuchen lo que dice el apóstol Pablo acerca de la mundanalidad que hay en el mundo hoy. Voy a leer de Gálatas 5:19-26.
Observen que Pablo enumera las obras de la carne. Si ustedes meditan en cada una de ellas, van a ver claramente que cada una quebranta uno de los Diez Mandamientos.
“Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia”. Esas son cosas que tienen que ver con el séptimo mandamiento. Después leemos: “Idolatría, hechicerías”. Aquí se refiere a los dos primeros mandamientos que se relacionan a no tener otros dioses y a no inclinarse ante las imágenes. Después leemos: “Enemistades, pleitos, celos, explosiones de ira, contiendas, divisiones, sectarismos, envidias, homicidios, borracheras, orgías y cosas semejantes”. Todo esto tiene que ver con el sexto hasta el noveno mandamiento. Entonces el apóstol dice: “Os advierto, como ya os previne, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”.
En otras palabras, Pablo no solo está confirmando los Diez Mandamientos del Antiguo Testamento en su carta a los Efesios, sino que los está aplicando de una manera diferente a lo que lo hacían los judíos. Los judíos habían considerado la ley como una expresión externa, pero estaban corrompidos interna-mente. Pablo aplicó la ley de Dios directamente a los motivos y a las operaciones del corazón. Él está diciendo que una apariencia externa de obediencia a la ley de Dios no es lo que agrada a Dios, cuando hay toda clase de males en el corazón. Pablo está diciendo que lejos de eliminar la perpetua ley del cie-lo, Dios quiere la obediencia a los Diez Mandamientos desde el corazón.
La obediencia es una expresión de amor y alegría en la salvación que Dios nos ha dado a través de Je-sucristo. Escuchen lo que él dice después en los versículos 22-23. “Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio. Contra estas virtu-des, no hay ley”.
Esperen un minuto. Esto es poderoso, ¿no es verdad? La Ley, en vez de ser un conjunto externo de formas, se convierte en la ley del amor, de la alegría y de la paz, la cual se manifiesta a sí misma en “paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio”. Todas estas son caracterís-ticas del carácter, ¿no es verdad? Pablo está diciendo que el Espíritu Santo cambia el corazón de tal manera que ya no existen más las obras de la carne, o la desobediencia a la ley de Dios. En vez de eso hay amor, alegría y paz con todos los demás frutos en su sucesión. Estas cualidades de carácter también son asuntos del corazón. Y Pablo está enfatizando el punto de que la ley de Dios tiene que ser escrita en el corazón.
He aquí lo que él dice acerca del nuevo pacto. Vayan a Hebreos 8:10. Pablo está citando al profeta Je-remías del Antiguo Testamento, cuando dice: “Este es el pacto que haré con la casa de Israel, después de aquellos días -dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, las escribiré sobre su corazón; y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”.
¿Pertenecen ustedes al pueblo de Dios hoy? ¿Andan en el camino del Señor como lo hizo Abraham? Oh amigos, Pablo finalmente lo entendió. Él vio que la ley no fue eliminada en la cruz, sino que había un nuevo y vivo camino para entenderla. Él vio que una vez que la ley es guardada en el corazón, tal como lo dice el Salmista en el Antiguo Testamento, la guardamos por amor a nuestro Dios, el cual nos da amor, alegría y paz y todas las demás bendiciones cuando así lo hacemos. No ganamos la salvación guardando la ley, porque eso es totalmente imposible. En Romanos 1:17 él cita a otro profeta del Anti-guo Testamento, Habacuc, y dice: “Porque en el evangelio la justicia que viene de Dios se revela de fe en fe, como está escrito: ‘El justo vivirá por la fe’”.
Ustedes no podrán andar en el camino del Señor, ustedes no podrán guardar los Diez Mandamientos, o seguir lo que dice la Biblia, a menos que lo hagan por fe. Es imposible vivir en justicia cuando Cristo no está en el corazón, aun cuando ustedes puedan guardar la ley externamente. Solamente con Cristo en el corazón pueden verdaderamente guardar la santa ley de Dios.
Vayan a Gálatas 2:20 y quedará todo muy claro. “Con Cristo estoy crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó, y se entregó a sí mismo por mí”.
De este modo, si Cristo vive en ustedes, el amor que ustedes sienten por Él los conduce a guardar todo lo que Él dice que hay que hacer. Pero es realmente Cristo en ustedes el que está haciendo la justicia. No son ustedes quienes lo hacen. Es Cristo. Cristo jamás los conducirá a desobedecer la santa y perpe-tua ley de Dios. El Espíritu Santo, que habita en el verdadero creyente, jamás los conducirá a obedecer las sugerencias o tentaciones de Satanás.
El versículo dice: “La vida que ahora vivo en la carne…”. ¿Observaron la palabra carne? ¿De qué pe-riodo de tiempo está hablando? Aquí está hablando de cuando estamos vivos en la tierra con carne y huesos; nuestra existencia terrenal. No está hablando de un tiempo futuro cuando la carne es hecha de nuevo. Aquí no está hablando de cuando lleguemos al cielo o a la tierra nueva. Está hablando de este preciso instante. “La vida que ahora vivo…” es llena de alegría porque el Espíritu Santo pone dentro de mí Su poder celestial para ver, entender y resistir las tentaciones de Satanás. Yo obtengo victorias por-que Cristo vive en mí. Tengo amor, porque Cristo vive en mí. Tengo alegría, porque Cristo vive en mí. Y tengo paz, porque Cristo vive en mí. Ya no sigo desobedeciendo la ley de Dios porque ya no soy un súbdito de Satanás. Ahora vivo para Cristo. Es Satanás el que nos conduce a alejarnos de guardar la ley de Dios. Él quiere arruinarlos, para que no tengan vida eterna. Él quiere arruinar vuestra amistad con Dios. Ustedes no necesitan nada de eso, ¿verdad?
Volvamos a Gálatas 5 y veamos qué más dice Pablo allí. Observen el versículo 24. “Pero los que son de Cristo, han crucificado la carne con sus pasiones y malos deseos”. En otras palabras, aquellos que poseen a Cristo y que tienen escrita la ley en sus mentes y en sus corazones, han crucificado la carne. Ya no viven para sí mismos. Viven para Dios. Ahora poseen el entendimiento de Pablo sobre la ley de Dios.
Vean el versículo 25. “Si vivimos en el Espíritu, andemos también en el Espíritu”. En otras palabras, si tenemos el Espíritu de Dios en nosotros, también haremos las obras del Espíritu, lo cual nos conduce a una completa felicidad en Cristo a través de la obediencia a Su voluntad revelada.
Ahora, volvamos a la vida de Abraham durante algunos minutos. El padre de Abraham vivió con su familia en Ur de los Caldeos, lo cual queda cerca de Babilonia (o donde fue construida la torre de Ba-bel) cerca del sur del río Éufrates, antes de unirse con el Tigris, para después dirigirse hacia el Golfo Pérsico.
Después que Dios hubo confundido los idiomas en la torre de Babel y las personas se dispersaron, la idolatría se volvió nuevamente casi universal. Dios vio que en medio de la apostasía prevaleciente, Abraham era un hombre cuyo corazón era cariñoso para con el Señor. Dios escogió a Abraham para que fuese el guardador de Su ley, los sagrados oráculos en aquel tiempo, para las futuras generaciones. Satanás siempre ha tratado de oscurecer la verdadera fe, pero Dios siempre ha tenido a alguien que lo represente, aun cuando estaban solos. Recuerden que el verdadero pueblo de Dios siempre es minoría. Abraham era fiel entre los que no tenían fe, incorrupto entre la apostasía prevaleciente, y se mantuvo firme en la adoración del único Dios verdadero.
Abram sabía que Ur de los Caldeos no era un buen lugar para su familia. Él sabía que Dios no lo quería entre todas esas personas idólatras. Podía ver que la idolatría de las familias a su alrededor estaba debi-litando su fe. Asique Abraham tomó a su padre Taré y abandonó Ur de los Caldeos con algunos de los miembros de su familia y se dirigió hacia el norte, a lo largo del río Éufrates, hasta un lugar llamado Harán. Allí vivieron y se establecieron. Era un lugar fértil y agradable para vivir. Pero su hermano Nacor y otros miembros de la familia estaban tan comprometidos con la idolatría, que no podían cortar esa atadura. De manera que cuando Taré murió, Dios vino a Abram y le dio algunas instrucciones más de-finidas.
En Génesis 12:1 leemos: “El Eterno había dicho a Abram: ‘Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré’”. Entonces Dios prometió que haría de Abraham una gran nación y una gran bendición.
Dios sabía que Abraham no podría madurar en su fe y en su obediencia y andar en el camino del Señor, a menos que estuviese libre de las influencias de su familia. Tenía que ser separado de ellos para que Dios pudiera enseñarle preciosas lecciones y fortalecer su fe en los caminos según los métodos de Dios para hacer cosas. Su influencia sería un obstáculo e iban a interferir con el entrenamiento que Dios que-ría para Abraham. Sin duda, mientras Abraham estuvo con ellos, los otros miembros de su familia se mantuvieron tranquilos y no tuvieron peleas con él.
Pero fue muy difícil para Abraham explicar su decisión de seguir la instrucción de Dios a sus amigos y a los otros miembros de la familia. Ellos no iban a entender. Las cosas espirituales se disciernen espiri-tualmente. Sus parientes y amigos idólatras no podían comprender sus motivos y acciones.
Así es hoy, cuando alguien decide seguir a Jesús y todas Sus instrucciones, es muy difícil para los miembros de la familia y amigos entender sus razones para estas decisiones y acciones.
Cuando Abram les dijo que Dios lo había instruido a dejarlos y para salir sin saber adónde iría, ellos probablemente se alarmaron. Ustedes hasta pueden imaginar esa conversación:
“Abram, ¿qué estás haciendo?” le pregunta su hermano Nacor. “¿Por qué quieres abandonar la casa de tu padre? Tú posees fuertes lazos familiares. Aquí es seguro. Aquí es agradable. Tienes una buena vida. ¿Para qué salir por tu propia cuenta lejos de tu familia y amigos? Además, no sabes si el suelo donde vas es fértil. No sabes si el clima es saludable. No sabes si los alrededores te van a gustar. No sabes si vas a poder aumentar tus bienes. ¿Adónde vas a vivir, en una tienda?”.
Abraham debe haber respondido: “Pero Dios dice que yo debo hacer esto, y aun cuando no entienda to-do, voy a seguir a Dios. Estoy seguro que Él me va a cuidar”.
“Pero Abram, Dios no nos ha hablado a nosotros. ¿Por qué debería hablarte a ti? ¿Crees que no somos lo suficientemente buenos como para que vivas con nosotros? ¿Eres de alguna manera mucho mejor que nosotros, que Dios te habla solo a ti? Vamos Abram, esto es un gran engaño. Es fanatismo”.
Abraham no dudaría en responder: “Yo realmente los amo a todos, pero no puedo hacer lo que sea para mi conveniencia. Tengo que seguir las instrucciones de Dios. Yo ya sigo Su ley, y no me habéis ayuda-do en eso. ¿Cómo podría continuar aquí y vivir como debiera delante de mi Dios?”
“Pero Abram, tu puedes vivir tu fe aquí. No tienes que salir de aquí para hacer eso. Puedes ayudarnos a restaurar nuestra fe. ¿Vas a establecer tu propia religión?”
“No, no voy a establecer mi propia religión. Voy a seguir la verdadera religión de Dios”.
“Bien, ¿cómo sabes que Dios te está llamando para salir de aquí, especialmente si no sabes adónde vas a ir? ¿No crees que es un poco extraño? ¿Qué sucede contigo? Tu religión te está convirtiendo en un lunático. Estás confundido. Dios no te exige que hagas esas cosas extremas. No te pongas histérico, Abraham”.
Amigos, el lugar más feliz en la tierra es el lugar donde Dios quiere que ustedes estén, aun cuando los que lo rodean no lo entiendan. Del libro Patriarcas y Profetas p.119 leemos lo siguiente: “Muchos con-tinúan siendo probados como lo fue Abrahán. No oyen la voz de Dios hablándoles directamente desde el cielo; pero, en cambio, son llamados mediante las enseñanzas de su Palabra y los acontecimientos de su providencia. Se les puede pedir que abandonen una carrera que promete riquezas y honores, que de-jen afables y provechosas amistades, y que se separen de sus parientes, para entrar en lo que parezca ser sólo un sendero de abnegación, trabajos y sacrificios. Dios tiene una obra para ellos; pero una vida fácil y la influencia de las amistades y los parientes impediría el desarrollo de los rasgos esenciales para su realización”.
¿Por qué Dios hace esto? La razón, mis amigos, es para que ustedes puedan aprender a depender de Dios y confiar en Él para todo. Él quiere revelarse a Sí mismo de una manera que sería imposible en otras circunstancias. Él quiebra vuestro suelo inactivo y cambia las circunstancias, y esta es Su provi-dencia para conducirlos a un nuevo nivel en vuestro caminar con Dios.
Escuchen esto del mismo libro Patriarcas y Profetas p.119. “¿Quién aceptará nuevas obligaciones y en-trará en campos inexplorados para hacer la obra de Dios con buena voluntad y firmeza y contar sus pérdidas como ganancia por amor a Cristo? El que haga esto tiene la fe de Abrahán, y compartirá con él el ‘sobremanera alto y eterno peso de gloria’, con el cual no se puede comparar ‘lo que en este tiempo se padece’. (2ª Corintios 4:17; Romanos 8:18).
Llamar a Abraham para que se alejara de su familia, no fue una prueba fácil, y no fue un sacrificio pe-queño. Pero Abraham no cuestionó a Dios. No dudó en obedecer el llamado. Dios lo tuvo como justo. Él estaba planificando hacer algo muy especial con Abraham. Le iba a enseñar a Abraham lo que real-mente es la fe. También iba a hacer pasar a Abraham a través de algunas situaciones muy serias, de tal manera que Abraham pudiera realmente entender la mente de Dios, especialmente los motivos y razones para el sacrificio del Mesías venidero. El salir de Harán no era la cosa más lógica para ser hecha, pero Abraham deseaba confiar en Dios. Él era único. Lot, el hijo de Nacor, fue con él, pero no poseía una profunda relación con Dios.
¿Qué dice el versículo en Génesis 18:19? Leámoslo nuevamente. Dios dijo: “Porque yo lo elegí (conocí) para que mande a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino del Eterno, que practiquen lo que es justo y recto, para que el Señor envíe sobre Abrahán lo que habló acerca de él”.
Abraham “cultivaba la religión del hogar. El temor de Dios llenaba su casa. Él era el sacerdote de su hogar. Consideraba su familia como un depósito sagrado. Su casa constaba de más de mil miembros, y los dirigía a todos, padres e hijos, hacia el Soberano divino”. Conflicto y Valor p.49.
Piensen en esto. Abraham hizo mucho más de lo que hacen muchos padres hoy en día con sus hijos. Su primer pensamiento era para Dios y la voluntad de Dios lo era todo. Él tenía comunión con Dios. Y Dios lo consideró un amigo.
Dios dijo: “Yo lo conozco”. ¿Qué quiere decir esto que Dios lo conocía? La Biblia dice en Amós 3:3 lo siguiente: “¿Andarán dos juntos si no estuvieren de acuerdo?” Conocer a Abraham significaba que Abraham y Dios pensaban de la misma manera. Eso significa que Abraham moldeó su mente conforme a la mente de Dios. Sí, él cometió sus errores, pero siempre se arrepintió, y trató de entender mejor a Dios.
Abraham y Dios concordaban, y concordar significa que ustedes tienen la misma mente en relación a los asuntos en que hay que estar de acuerdo. Abraham aprendió a confiar tanto en Dios, que hizo todo lo que estaba a su alcance para aprender a saber cómo pensaba Dios para que pudiera concordar con Él. Siempre estaba listo para cambiar de opinión o para ajustar su manera de pensar, si encontraba que no concordaba con Dios. Y aprendió que siempre era un hombre feliz al hacer eso.
¿Quieren aprender a ser un amigo de Dios? Si lo hacen, entonces necesitan aprender a pensar como Dios, de tal manera que puedan ajustar sus mentes y sus corazones a pensar como Él. ¿Es eso fácil de hacer? No. Ustedes no pueden hacerlo a menos que entreguen sus corazones y sus mentes a Sus ins-trucciones.
¿Cómo aprenden ustedes a distinguir cuáles son las instrucciones de Dios? Ustedes estudian la Biblia, la cual le da profundas vislumbres de cómo piensa Dios. A medida que estudien su Biblia, van a ir cambiando también su manera de pensar. La Biblia está diseñada para hacer eso. Si ustedes leen las historias del Antiguo Testamento, aprenderán lecciones que se aplican a su vida a partir de las vidas de aquellos que caminaron con Dios.
El versículo también dice que Abraham hizo justicia y juicio. La Biblia está llena de información acerca de justicia y de juicio. Lean los Salmos y los Proverbios. Existe una increíble cantidad de la mente de Dios en estos libros de la Biblia. Si ustedes quieren pensar como Dios, tiene que conocer bien estos libros.
Hacer justicia y juicio significa que Abraham era justo. No permitió la opresión de los hijos, pero tam-bién requirió obediencia. Combinó el amor y la justicia y gobernó su hogar en el temor de Dios. No hubo ninguna negligencia pecaminosa para restringir las malas propensiones de sus hijos, ningún favo-ritismo, y ninguna indulgencia poco sabia. Él no permitió que sus afecciones por su familia lo hicieran ceder en sus convicciones sobre el deber – como a menudo es el caso hoy en día. Instruyó a su familia en el temor y en la adoración de Dios. Y mantuvo la autoridad de la ley de Dios entre su gran hogar. ¿Hacen ustedes esto en sus hogares? Espero que sí. Si no, este sería un muy buen momento para co-menzar.
Abraham temía a Dios. ¿Qué significa esto? No significa que Abraham tuviese miedo de Dios. Significa que Abraham amaba, reverenciaba y adoraba a Dios. ¿Sabían ustedes que podemos hacer lo mismo hoy? Es verdad. En Apocalipsis 14:6-7, Juan el Revelador dice: “Entonces vi a otro ángel que volaba por el cielo, con el evangelio eterno para predicarlo a los que habitan en la tierra, a toda nación y tribu, lengua y pueblo. Decía a gran voz: “¡Temed a Dios y dadle honra, porque ha llegado la hora de su juicio! Y adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”.
Este versículo, que está en el libro de Apocalipsis y que está hablando del fin del tiempo, nos está di-ciendo que también tenemos que temer a Dios, de la misma manera que Abraham. Quiere decir que te-nemos que adorar a Dios con todo nuestro corazón y alma y mente. Quiere decir que vamos a seguir las instrucciones de Dios en relación a la adoración, porque esto es parte del evangelio eterno. Tengan en mente que Satanás siempre se ha opuesto a adorar a Dios. Quiere que nosotros le adoremos a él o a sus propias ideas de adoración. Asique hace todo lo posible para distraernos de los verdaderos principios de adoración, y nos induce a desobedecer las instrucciones de Dios en relación con la adoración.
Quiero que observen que en el contexto de temer a Dios, Él nos dice que tenemos que adorar al Creador que hizo la tierra y todo lo que en ella hay. Al recordarnos la creación, Dios también nos está re-cordando del séptimo día Sábado, que Génesis 2:2-3 dice que Dios bendijo y santificó.
Esto significa que los amigos de Dios van a honrar el santo día Sábado de Dios en el fin del tiempo, de acuerdo con Apocalipsis. La ley nunca ha sido cambiada. No hay evidencia de esto en ninguna parte de las Escrituras. Si ustedes no siguen las instrucciones de Dios, no podrán tener Sus bendiciones y no po-drán aprender a pensar como Dios.
Entonces, ¿por qué tantos cristianos guardan el domingo, un día que Dios no ha santificado ni ha ben-decido? Es porque no entienden la mente de Dios. Aun cuando muchos no quieren seguir Sus instruc-ciones, hay algunos que nunca han escuchado la verdad acerca de esto. Aquellos que escudriñan las Es-crituras en busca de luz y de la verdad, muy pronto aprenden que la forma de pensar de Dios no está en armonía con la mayoría. No solo eso, ustedes van a aprender muy pronto que la forma de pensar de Dios no siempre es lógica. La lógica humana no está de acuerdo con la lógica de Dios.
Así como Abraham aprendió a pensar como Dios, también aprendió a actuar como Dios. Y eso significa que él fue muy diferente a las personas de las naciones y tribus que había a su alrededor. Eso es lo que significa cuando dice que él guardó “el camino del Señor”. Él anduvo en el camino de Dios. Él siguió las instrucciones de Dios, no las del mundo que lo rodeaba.
Ahora quiero que observen algo más acerca de Abraham. Esto es muy interesante. Vayan conmigo a Génesis 12:7. Cuando Abram llegó a Canaán, la idolatría estaba por todos lados, y esto lo afligió. Había altares paganos en los bosques. La falsa adoración estaba por todas partes. Pero Abram no perdió su fe en la conducción de Dios. Escuchen lo que dice: “Entonces apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu simiente daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Jehová, que le había aparecido”.
¿Por qué Abram edificó un altar? Es porque quería un lugar para orar y conmemorar su experiencia con Dios. También quería un lugar donde pudiese traer a su familia para adorar a Dios.
Entonces, en el versículo 8 dice: “Después pasó de allí a un monte al oriente de Betel, y asentó su tien-da, teniendo a Betel al occidente y Hai al oriente. Y edificó allí otro altar al Eterno e invocó el nombre del Señor”.
¿Lo ven? Construyó nuevamente un altar. De hecho, adonde quiera que Abraham instalara su tienda, construía cerca un altar al Señor. Allí le ofrecería sacrificios al Señor de mañana y de tarde con todo su hogar reunido alrededor. Esto también nos dice que era un hombre de oración. Abraham no podía pasar un día sin orar. Y le enseñó a su familia con el ejemplo de cuán importante es realmente la oración. Él tenía que tener un lugar adonde pudiese ir con su familia para estar con Dios cada día de su vida. Él era un amigo de Dios.
¿Poseen ustedes un altar familiar en su hogar? ¿Tienen un culto matutino y vespertino? Debiera tenerlos. Eso los va a ayudar a ser amigos de Dios. Los va a ayudar a comenzar a pensar como Dios. Hablar con Dios es importante. A Él le gusta escuchar vuestras oraciones.
Cada vez que Abraham removía su tienda y se iba a otro lugar, el altar permanecía como un testigo de su caminar con Dios.
Aquí hay algo más que considerar. A medida que ustedes se acerquen a Dios, él prueba vuestra fe y vuestra constancia. Lo hace para fortalecer vuestra fe y compromiso. Él no está tratando de confundir-los. Esa no es la manera en que Dios opera. Él está trabajando para purificarlos y para hacerlos madurar en la fe. Y esto es lo que Él hizo con Abraham. Si ustedes leen los versículos 9-10 de Génesis 12, po-drán ver lo que sucedió.
“Y Abram partió de allí, caminando y yendo hacia el Neguev. Hubo entonces hambre en la tierra, y descendió Abram a Egipto para morar allá; porque era grande el hambre en la tierra. ”
Dios a veces hace esto… Él utiliza increíbles métodos para guiar a Sus hijos. En este caso, trajo o per-mitió una hambruna en toda Canaán solo para probar la fe de Abraham en Su guía. ¿Creen ustedes que Dios puede hacer esto en sus vidas? Apuesto a que sí. Él está más interesado en vuestra madurez espiri-tual de lo que ustedes puedan imaginar. Él va a efectuar una altísima inversión en vuestra salvación. A veces Él da vuelta todo el mundo a vuestro alrededor, para que puedan entenderlo y aprendan a confiar en Él.
Escuchen esta reconfortante declaración de Patriarcas y Profetas p.122. “En su providencia, el Señor proporcionó esta prueba a Abrahán para enseñarle lecciones de sumisión, paciencia y fe, lecciones que habían de conservarse por escrito para beneficio de todos los que posteriormente iban a ser llamados a soportar aflicciones. Dios dirige a sus hijos por senderos que ellos desconocen; pero no olvida ni desecha a los que depositan su confianza en él. Permitió que Job fuese atribulado pero no le abandonó. Consintió en que el amado Juan fuese desterrado a la solitaria isla de Patmos, pero el Hijo de Dios le visitó allí, y pudo ver escenas de gloria inmortal.
Dios permite que las pruebas asedien a los suyos, para que mediante su constancia y obediencia puedan enriquecerse espiritualmente, y para que su ejemplo sea una fuente de poder para otros”.
“Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros —dice el Eterno— pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis”. Jeremías 29:11.
Las mismas pruebas que agobian más severamente nuestra fe y cuando pareciera que Dios nos ha olvi-dado, son para que nos acerquemos más a Cristo, para que podamos colocar todas nuestras cargas a Sus pies y experimentar la paz que Él nos va a dar a cambio.
¿Experimentan paz ustedes cuando están bajo prueba? O se quejan y se preocupan. Cuando alguna in-conveniencia se interpone en vuestro camino, ¿se irritan y pierden la paciencia, o en cambio oran y le piden a Dios que Su paz llene vuestro corazón?
Qué preciosa lección para ser aprendida. Dios quiere que ustedes aprendan a tener paciencia, sumisión y fe. Eso es lo que es más necesario que cualquier otra cosa en mi vida y lo más necesario que cualquier otra cosa en vuestras vidas.
Ser un amigo de Dios, significa que van a aprender lecciones de fe muy profundas y poderosas cuando Él los coloque bajo pruebas. Cuando Judá estaba siendo amenazada por Moab, y las personas estaban con miedo, el rey Josafat que también estaba con miedo, hizo algo muy importante. La Biblia lo relata en 2ª Crónicas 20:3. “Entonces Josafat tuvo temor. Se humilló, consultó al Eterno, e hizo pregonar ayuno por todo Judá”.
Entonces dice que todo Judá se reunió y Josafat se paró en medio de toda la congregación para orar por liberación. Escuchen lo que dicen los versículos 6-7.
“Y dijo: ‘Oh Eterno, Dios de nuestros padres, ¿no eres tú el Dios que está en los cielos? Tú riges todos los reinos de las naciones. En tu mano están el poder y la fuerza, y no hay quien te resista. Dios nuestro, ¿no echaste tú a los habitantes de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste para siempre a los descendientes de Abraham, tu amigo?”.
Confiar en Dios es lo más importante para aprender. Cuando surgen las dificultades, ustedes tienen que volverse primero a Dios en oración. Escuchen esta fantástica y pequeña declaración del libro El Minis-terio de Curación p.31: “Cuando nos vemos en estrecheces, debemos confiar en Dios. En todo trance debemos buscar ayuda en Aquel que tiene recursos infinitos”.
¿No es maravilloso? ¿Qué significa recursos infinitos? Significa que Dios tiene todo el poder y que le gusta ayudarnos en la dificultad. Él puede resolver cualquier problema. Él puede manejar cualquier conflicto o perplejidad.
Escuchen esta fantástica declaración del libro El Camino a Cristo p.100-101. Que estas palabras puedan entrar profundamente en vuestra mente y corazón. “Presentad a Dios vuestras necesidades, gozos, tris-tezas, cuidados y temores. No podéis agobiarlo ni cansarlo. El que tiene contados los cabellos de vues-tra cabeza, no es indiferente a las necesidades de sus hijos. ‘Porque el Señor es muy misericordioso y compasivo’ (Santiago 5:11). Su amoroso corazón se conmueve por nuestras tristezas y aún por nuestra presentación de ellas. Llevadle todo lo que confunda vuestra mente. Ninguna cosa es demasiado grande para que él no la pueda soportar; él sostiene los mundos y gobierna todos los asuntos del universo. Ninguna cosa que de alguna manera afecte nuestra paz es tan pequeña que él no la note. No hay en nuestra experiencia ningún pasaje tan oscuro que él no pueda leer, ni perplejidad tan grande que él no pueda desenredar. Ninguna calamidad puede acaecer al más pequeño de sus hijos, ninguna ansiedad puede asaltar el alma, ningún gozo alegrar, ninguna oración sincera escaparse de los labios, sin que el Padre celestial esté al tanto de ello, sin que tome en ello un interés inmediato. Él ‘sana a los quebranta-dos de corazón, y venda sus heridas’ (Salmo 147:3). Las relaciones entre Dios y cada una de las almas son tan claras y plenas como si no hubiese otra alma por la cual hubiera dado a su Hijo amado”.
Amigos, ustedes pueden ser amigos de Dios. Ustedes pueden tener un tipo de relación con Dios que es tan íntima, tan conectada, tan llena y completa, que nada va a perturbar vuestra paz, no importa qué caos esté sucediendo a vuestro alrededor. ¿No es esta una maravillosa promesa?
Él los ama. Aquel que sostiene los mundos y los planetas por la fortaleza de su poder, los ama a ustedes personalmente, individualmente. Ustedes no están tan degradados como para que vuestros pecados no sean perdonados. Ustedes no son tan insignificantes como para que Él no escuche ni responda vuestras sinceras oraciones.
¿Habéis visto la obra de Dios en vuestras vidas? ¿Habéis visto su poder respondiendo vuestras oracio-nes? ¿Habéis sentido Su toque sanador? Si no es así, ¿por qué no rendirse a Cristo hoy? No es un ritual, o una ceremonia que le interese a Dios. Es el corazón que le es entregado a Él en oración y que es abierto a Su dirección bajo el Espíritu Santo.
Los amigos más allegados son los que poseen experiencias similares. Pero el amigo más allegado es aquel que pasa por pruebas extremas y por dolor al mismo tiempo. Tal vez el evento en la vida de Abraham que cimentó su amistad con Dios fue el momento en que experimentó la misma angustia que Dios el Padre experimentó cuando Dios permitió que Su amado Hijo fuese crucificado en la cruel cruz. Dios quería que Abraham fuese un amigo íntimo y que lo pudiese hacer pasar por una prueba que le proporcionase la misma angustia y dolor que el propio Dios iba a sentir. El acto extremo de fe de Abraham en el monte Moria le dio a su corazón un más profundo entendimiento de Dios.
Qué prueba debe haber sido para el anciano hombre que amaba a su hijo, su hijo de la promesa, por el cual habría dado su propia vida. Pero ahora se le exigía quitarle la vida a ese hijo con su propia mano.
“La orden fue expresada con palabras que debieron torturar angustiosamente el corazón de aquel padre: ‘Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas,… y ofrécelo allí en holocausto’. (Génesis 22:2). Isaac era la luz de su casa, el solaz de su vejez, y sobre todo era el heredero de la bendición prometida. La pérdida de este hijo por un accidente o alguna enfermedad hubiera partido el corazón del amante padre; hubiera doblado de pesar su encanecida cabeza; pero he aquí que se le ordenaba que con su propia mano derramara la sangre de ese hijo”. Patriarcas y Profetas p.144-145.
“El corazón del anciano se paralizó de horror… Esto le parecía una terrible imposibilidad. Sin embargo, Dios había hablado, y él debía obedecer a su palabra. Abrahán estaba cargado de años, pero esto no lo dispensaba del cumplimiento del deber. Empuñó el bordón de la fe, y con muda agonía tomó de la mano a su hijo, hermoso y sonrosado, lleno de salud y juventud, y salió para obedecer a la palabra de Dios…
Abrahán no se detuvo a preguntar cómo se cumplirían las promesas de Dios si se daba muerte a Isaac. No se detuvo a razonar con su corazón dolorido, sino que ejecutó la orden divina al pie de la letra, hasta que, precisamente cuando estaba por hundir su cuchillo en las palpitantes carnes del joven, recibió la orden: ‘No extiendas tu mano sobre el muchacho… que ya conozco que temes a Dios, pues que no me rehusaste tu hijo, tu único’.
Este acto de fe de Abrahán ha sido registrado para nuestro beneficio. Nos enseña la gran lección de confiar en los requerimientos de Dios, por severos y crueles que parezcan; y enseña a los hijos a some-terse enteramente a sus padres y a Dios. Por la obediencia de Abrahán se nos enseña que nada es dema-siado precioso para darlo a Dios”. Conflicto y Valor p.56.
Santiago 2:23 dice: “Así se cumplió la Escritura que dice: ‘Abrahán creyó a Dios, y eso le fue imputado por justicia’, y ‘fue llamado amigo de Dios’”.
Amigos, estamos viviendo en los últimos días. Vuestro destino eterno depende de vuestra elección de ser o nó un amigo de Dios. Por favor, decidan ahora, y permitan que Dios les enseñe Sus caminos, aun si eso significa hacer cosas que jamás pensaron hacer. Sigan la Palabra de Dios. Traten sinceramente de entender la mente de Dios. Mientras más cerca estén de Dios, más será vuestro amigo.
Oremos. Nuestro amante Padre celestial, queremos ser Tus amigos, al igual que Abraham. Sería tan maravilloso si en los libros de registro del cielo, pudiésemos tener la palabra “amigo” escrita al lado de nuestro nombre. Por favor, enséñanos a entender Tu mente. Por favor muéstranos cómo tener amor, alegría y paz en Cristo mientras Él guarda Su ley en nosotros. Que tu Espíritu Santo esté siempre pre-sente en nuestros corazones, que podamos amar a todos Tus hijos, sin importar quienes sean. Y hasta que Jesús venga, que podamos acercarnos cada vez más en amistad con Cristo y con nuestro Padre ce-lestial. En el nombre de Jesús, amén.
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