Nueva Zelanda experimentó un récord de 32.828 terremotos en el año 2016. También ese año hubo 80.000 deslizamientos de tierra, dos tsunamis y una erupción volcánica. Literalmente se superaron todas las marcas. Anteriormente, el récord de mayor número de movimientos telúricos había sido en el 2011 con un registro de 29.000.
“En Nueva Zelanda, es muy difícil encontrar a alguien que no haya sido afectado de alguna manera por los terremotos de este año”, escribió Sara McBride, una bloguera de GeoNet.
“En Nueva Zelanda, es normal tener una vez al año un terremoto que supere la magnitud 7. Así que cuando en septiembre del año pasado hubo uno de 7.1 en la costa noreste, muchos pensaron que ya el país había cumplido con su cuota anual.
Sin embargo, dos meses después se presentó en Kaikoura el devastador terremoto de 7.8. “En dos minutos y medio, el terremoto se desplazó a través de varias fallas, usando su energía sísmica para acumularse y luego desbordarse de una falla a otra, moviéndose de manera similar a la famosa [escultura] de Wellington conocida como la ‘Fuente The Bucket’”, dijo McBride.
“A lo largo del camino, el terremoto rompió las fallas, rasgó la tierra y levantó el lecho marino que bordea Kaikoura. Dos personas murieron y cientos fueron desplazados de sus hogares y negocios. Los deslizamientos de tierra bloquearon la carretera Interestatal 1 que permite el acceso a Kaikoura mientras en algunas partes levantó la vía del tren KiwiRail y la arrojó al océano.
Lo que hará que este terremoto quede en los libros de récords no es su tamaño sino su único proceso de ruptura y los terremotos de deslizamiento lento que desató.
“Nunca habíamos visto un terremoto que se comportara de esta manera… ¡Nueva Zelanda registra nuevos records otra vez!”, dijo McBride.
Nueva Zelanda experimentó dos terremotos con magnitudes superiores a 7.0, otros 10 entre 6.0-6.9, 122 de magnitud 5.0-5.9 y más de 30.000 inferiores a estos.
Aquellos que observan las profecías del fin del tiempo reconocen que un incremento en la actividad sísmica es una de las señales a las cuales Jesús hizo referencia cuando dijo: “Y habrá… terremotos en diferentes lugares”. Mateo 24:7.
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