Los rescatistas respaldados por un ejército de voluntarios no entrenados, trataban de buscar sobrevivientes enterrados bajo montones de escombros mientras el número de muertos por el poderoso terremoto de magnitud 7.1 ascendía a por lo menos 230 en el centro de México.
Al menos 44 edificios se derrumbaron por completo en la ciudad de México. Miles quedaron averiados e inestables en esta extensa ciudad, construida sobre un lago drenado. El alcalde de la ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, dijo que 52 personas habían sido sacadas vivas entre los escombros de edificios derrumbados.
Una escuela colapsó causando la muerte de 21 niños y 4 adultos, y dejando al menos 30 desaparecidos. La escuela se derrumbó mientras los maestros trataban de sacar a los niños a un lugar seguro.
Fuera de la capital, uno de los lugares más afectados fue Jojutla, una pequeña ciudad en el vecino estado de Morelos. Se confirmó que al menos hubo 14 personas muertas, 300 viviendas y negocios totalmente derrumbados y al menos otros 1.500 edificios dañados, según informó el alcalde. Al menos 71 personas murieron en ese estado.
El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, declaró tres días de duelo nacional en honor a las víctimas. Sin embargo, se espera que el número de muertos aumente en los próximos días en la medida en que los rescatistas puedan buscar entre las toneladas de escombros. El mensaje «México comparte su dolor» fue publicado en la cuenta oficial del presidente mientras se anunciaba el periodo de luto.
México todavía está recuperándose de un poderoso terremoto de 8.4 que ocurrió casi dos semanas antes, el cual dejó sin vida a por lo menos 100 personas y a miles sin hogar en el sur del país. El temblor de 7.1 en el centro de México ocurrió un día después de cumplirse los 32 años del terremoto más letal que tuvo el país, el cual dejó miles de muertos y una capital totalmente aplastada.
En la ciudad, los primeros esfuerzos de rescate fueron encabezados por vecinos, comerciantes y transeúntes hasta que los servicios de emergencia y las fuerzas armadas llegaron al lugar. Cientos de personas que llevaban ropa protectora improvisada formaron cadenas humanas para eliminar los desechos y traer suministros esenciales como agua y medicamentos a las áreas afectadas. Los voluntarios trabajaron durante toda la noche del martes mientras los servicios de rescate luchaban para hacer frente a la escala de destrucción.
Dado que el poderoso terremoto a principios de este mes no causó graves daños en la capital, el gobierno anticipadamente declaró con audacia que las nuevas regulaciones habían sido un éxito.
El esfuerzo de socorro y la operación de limpieza podrían tomar semanas. Montones de escombros, ventanas rotas, paredes agrietadas y coches aplastados aún están esparcidos por las calles de las partes afectadas de la ciudad.
Cuando el hombre proclama seguridad, Dios manifiesta poderosamente que así no es. El Señor también busca que el hombre sea consciente de su orgullo y arrogancia.
“Está muy cerca el momento en que habrá en el mundo una tristeza que ningún bálsamo humano podrá disipar. Se está retirando el Espíritu de Dios. Se siguen unos a otros en rápida sucesión los desastres por mar y tierra. ¡Con cuánta frecuencia oímos hablar de terremotos y ciclones, así como de la destrucción producida por incendios e inundaciones, con gran pérdida de vidas y propiedades! Aparentemente estas calamidades son estallidos caprichosos de las fuerzas desorganizadas y desordenadas de la naturaleza, completamente fuera del dominio humano; pero en todas ellas puede leerse el propósito de Dios. Se cuentan entre los instrumentos por medio de los cuales él procura despertar en hombres y mujeres un sentido del peligro que corren.” Profetas y Reyes, página 207.
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