«A partir del 2 de octubre y hasta cuando sea necesario, la Compañía de Jesús (los jesuitas), la cual cuenta con casi 500 años de edad, estará celebrando su Congregación General. También denominada como la «orden religiosa de los hombres principales de la iglesia católica», los jesuitas también debatirán sobre la dirección que tomarán en el corto plazo. De acuerdo a su interpretación, ellos “buscan la gloria de Dios” al servicio del Papa.
Como miembros de una orden religiosa, ellos está atados a tres votos: pobreza, castidad y obediencia (al Papa). En cuanto a lo que se refiere a la pobreza individual puede ser cierto pero ellos buscan controlar una enorme riqueza a través de sus conexiones con los políticos y superricos del mundo.
«A lo largo de su historia, los jesuitas han ejercido el poder como consejeros de monarcas y príncipes». Ellos han sido notables científicos, profesores y misioneros. Muchos de ellos han estado al frente de los movimientos sociales. «Los jesuitas han suscitado movimientos sociales para ganar una mayor influencia y control en la sociedad.
Francisco es el primer Papa jesuita del mundo y no es probable que haya otro Papa jesuita por el momento. Actualmente, sólo hay dos jesuitas entre los cardenales pero ambos superan los 80 años, lo cual significa que no son elegibles al cargo de Papa.
Hoy en día, centran gran parte de su trabajo en… «luchar por la justicia social y la educación, que es la razón por la cual dirigen cientos de escuelas y universidades, creando el sistema escolar más grande del mundo». Imagínese la influencia que tienen debido su poder educativo. En los Estados Unidos hay 28 colegios y universidades jesuitas como Georgetown University y la Universidad de Boston. También tienen cerca de 69 escuelas medias y secundarias.
Han recibido el apodo de «guerreros de Dios” a causa de su celo en las misiones jesuíticas donde hubo conversiones forzosas y brutales. Han tenido mucho poder tanto en el pasado como en el presente. Para algunos jesuitas «es un motivo de orgullo influir fuera de las líneas» de la iglesia. En otras palabras, ellos influyen en la sociedad de acuerdo a los objetivos de Roma por fuera de las paredes y pasillos de la iglesia.
«Siempre se convoca a una Congregación General cuando ocurre la muerte o renuncia del jefe de la Sociedad para elegir su sucesor… La Congregación General está teniendo lugar en la Curia de los Jesuitas, situada a pocos pies de distancia del Vaticano y es la 36ª sesión del órgano de gobierno de los jesuitas».
De 215 delegados que participan en la Congregación General, 212 elegirán a su sucesor. Hay representación de todos los continentes habitados y de más de 60 países.
Los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola dan a los jesuitas un común entendimiento de su misión. Se les proporciona la misma perspectiva a pesar de que puedan tener diferentes trabajos individuales que hacer. Se les une en torno a una base común que guía sus acciones y comportamiento.
Aunque sea casi tan antigua como el mismo cristianismo, la palabra «discernimiento» es a menudo relacionada con los jesuitas, los cuales aprenden el discernimiento en los Ejercicios Espirituales de Loyola. Ellos «disciernen» su sentido común y la manera de fomentarlo.
El «discernimiento» jesuita lleva a todos en armonía con Roma mediante la interpretación de su experiencia. «El discernimiento es particularmente útil para el ser posmoderno, ‘a quien le parece que Dios es una idea muy difícil’. Puesto de otra manera, el discernimiento ayuda a los posmodernos a acercarse a la iglesia sin necesariamente acercarse a Dios. Francisco ha sido un fuerte defensor de este discernimiento.
El Papa Francisco explicó esta espiritualidad en una entrevista: «Mis decisiones, incluso aquellas relacionadas con los aspectos del día a día de la vida, como el uso de un carro modesto, están relacionadas con un discernimiento espiritual que responde a una necesidad surgida de la observación de las cosas, la gente y la comprensión de las señales de los tiempos».
«Si quiere entender lo que está haciendo Francisco, lo primero y más importante que debe entender es que es un jesuita», dijo el jesuita estadounidense Michael Rogers. «Él se identifica mucho como jesuita, en su modo de orar, en su forma de pensar».
El Cardenal austríaco Christoph Schönborn lo expresó de esta manera: «Mi impresión es que con sus homilías diarias y catequesis, está llevando a cabo una especie de retiro ignaciano con toda la iglesia». En otras palabras, él está haciendo con toda la iglesia una especie de orden de los jesuitas. Uno podría ser excusado por pensar que esto se extendería a las iglesias ecuménicas que el Papa está cortejando. Al darles la espiritualidad emergente de la iglesia, estarían alineándose con el Papado desde el nivel de su ADN religioso.
A pesar de las oficinas que ocupan o dejen de ocupar, los jesuitas seguirán siendo una parte influyente de la iglesia y la sociedad. Según Rogers, «la Compañía de Jesús es importante porque sus escuelas y universidades están a la vanguardia del servicio a los pobres». La espiritualidad jesuita impregna a la sociedad de todo el mundo donde ellos han influido en el orden social o político, lo que logran fácilmente al hacer hincapié en los programas sociales para ayudar los pobres. Esto les da acceso a los ricos y les ayuda a reorganizar la sociedad bajo los principios papales.
«Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras”. 2ª Corintios 11: 13-15.
“Pasados los primeros triunfos de la Reforma, Roma reunió nuevas fuerzas con la esperanza de acabar con ella. Entonces fue cuando nació la orden de los jesuitas, que iba a ser el más cruel, el menos escrupuloso y el más formidable de todos los campeones del papado. Libres de todo lazo terrenal y de todo interés humano, insensibles a la voz del afecto natural, sordos a los argumentos de la razón y a la voz de la conciencia, no reconocían los miembros más ley, ni más sujeción que las de su orden, y no tenían más preocupación que la de extender su poderío… Ligados por votos de pobreza y de humildad perpetuas, estudiaban el arte de adueñarse de la riqueza y del poder para consagrarlos a la destrucción del protestantismo y al restablecimiento de la supremacía papal…
«Al darse a conocer como miembros de la orden, se presentaban con cierto aire de santidad, visitando las cárceles, atendiendo a los enfermos y a los pobres, haciendo profesión de haber renunciado al mundo, y llevando el sagrado nombre de Jesús, de Aquel que anduvo haciendo bienes… Con muy diversos disfraces se introducían los jesuitas en los puestos del estado, elevándose hasta la categoría de consejeros de los reyes, y dirigiendo la política de las naciones… Establecían colegios para los hijos de príncipes y nobles, y escuelas para los del pueblo; y los hijos de padres protestantes eran inducidos a observar los ritos romanistas. Toda la pompa exterior desplegada en el culto de la iglesia de Roma se aplicaba a confundir la mente y ofuscar y embaucar la imaginación, para que los hijos traicionaran aquella libertad por la cual sus padres habían trabajado y derramado su sangre. Los jesuitas se esparcieron rápidamente por toda Europa y doquiera iban lograban reavivar el papismo”. El Conflicto de los Siglos, pág. 249, 250.
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