Un reciente estudio de tres años que fue realizado en un grupo de trabajadores australianos mostró la relación que existe entre dormir mal o poco y un alto nivel de “presentismo”, un estado de baja productividad aunque la persona esté presente. El estudio, realizado por el Instituto de Resiliencia, hizo seguimiento a 16.000 personas de 250 organizaciones diferentes. El 43,3 % de los encuestados tuvieron altos niveles en cuestiones relacionadas con el cansancio y la fatiga.
“El sueño y el descanso son vitales para nuestra salud y bienestar”, dijo Stuart Taylor, fundador del Instituto de Resiliencia. “Los problemas en el sueño pueden manifestarse de distintas maneras. Por ejemplo, pueden afectarse las capacidades de coordinación, atención, toma de decisiones y control de los impulsos. También se incrementa el riesgo cardiovascular, hipertensión y desórdenes del metabolismo tales como la obesidad y la diabetes, además del incremento de la disfunción del sistema inmunológico.
La luz artificial, la calefacción, los electrodomésticos y la falta de cantidad adecuada de sueño son algunos de los factores que alteran nuestros relojes biológicos. «Nuestro ritmo circadiano se compone de un ciclo de 24,5 horas integrado en nuestro núcleo supraquiasmático. Este reloj se encuentra ubicado justo detrás de los ojos y está regulado por la luz. De hecho, requiere la luz azul en las primeras horas del día para restablecerse de manera eficaz. Cuando nos despertamos, nuestra temperatura corporal aumenta, se libera cortisol, se eleva la presión arterial, la testosterona alcanza niveles máximos y estamos en alerta de una manera coordinada y eficaz. Durante el día, fabricamos adenosina, la cual en altos niveles aumenta nuestra propensión al sueño. Cuanto más tiempo estemos alerta, más profundo será nuestro sueño de ondas delta. Después de las 7 pm, nuestra temperatura corporal baja. A las 9 pm se inicia la secreción de melatonina la cual nos permite caer en un profundo sueño en algún momento entre las 10 p.m. y las 2 a.m. La hormona del crecimiento está activa durante esta etapa, facilitando la reparación celular y el crecimiento además de mejorar el sistema inmunológico».
El sueño REM es esencial para la memoria y la inteligencia emocional, de acuerdo con Taylor, pero una buena noche de sueño también rejuvenece nuestras células, desarrolla los músculos y repara el cerebro.
A continuación se brindan algunos consejos para una buena noche de sueño.
1. Haga el compromiso de tener una hora regular para despertarse. De ser posible, trate de levantarse al amanecer.
2. Haga ejercicio vigoroso temprano en el día.
3. Tome una siesta poderosa durante 15 minutos después del almuerzo.
4. Evite la cafeína después de las 2 pm.
5. Tenga una cena ligera y hágalo temprano.
6. Limite el consumo de alcohol y proteínas.
7. Abandone la TV, computadores portátiles y aparatos después de las 7pm (o dos horas antes de acostarse).
8. Haga que su dormitorio sea fresco, oscuro y tranquilo.
9. Permita que su dormitorio esté libre de productos electrónicos.
10. Desarrolle una rutina de relajación antes de dormir.
11. Recupere sueño yendo a la cama temprano en lugar de dormir hasta tarde.
12. Trate de dormir de siete a ocho horas cada noche.
“La quietud, el descanso, el sueño, una dieta cuidadosa, los alrededores alegres y suficiente sueño serán esenciales”. Manuscritos Liberados, Vol. 18, pág. 212.
“Los que están dedicados a escribir y hablar la Palabra deben asistir a menos reuniones de junta. Deben confiar muchos asuntos de menor importancia a hombres de capacidad comercial, y deben evitar de hallarse constantemente en una tensión que despoja su mente de su vigor natural. Deben dedicar mucho más atención a la conservación de la salud física; porque el vigor de la mente depende mayormente del vigor del cuerpo. Los debidos períodos de sueño y descanso, y una abundancia de ejercicio físico son esenciales para la salud del cuerpo y de la mente. El privar a la naturaleza de sus horas de descanso y recuperación, dejando a un hombre hacer el trabajo de cuatro, o de tres, o aun de dos, resultará en pérdida irreparable”. Obreros Evangélicos, pág. 436.
¡La naturaleza sabe mejor!
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