La mega tendencia de no usar dinero en efectivo, o al menos tener una forma de economía en donde el efectivo sea usado muy poco, está creando una transformación social que tendrá un profundo impacto. No solo esta tendencia persiste sino que es imparable. Los bancos aplauden los beneficios positivos que traería para la sociedad, los gobiernos y los individuos. «¿Hemos llegado a la decadencia del efectivo?», pregunta James Pomeroy, economista global de HSBC.
«Un Mundo sin Dinero en Efectivo: el Impacto del Aumento de los Pagos Electrónicos», es un informe de HSBC en el que Pomeroy ve un mundo donde el uso del efectivo está «en fuerte declive» y destaca los índices que muestran el total o parcial abandono del efectivo en todo el mundo.
La mayoría de los beneficios están centrados en la comodidad, la eficiencia de costos, la seguridad y un mejor control monetario. Para los individuos, una sociedad sin efectivo «es una buena cosa», dijo Pomeroy en una entrevista en el video. Obviamente Pomeroy no entiende las implicaciones proféticas de un mundo sin dinero físico.
Esto implica un gran beneficio para las empresas debido a su capacidad para reducir el costo asociado con la administración del efectivo, particularmente en las operaciones de venta minorista. Para los gobiernos, el dinero digital ofrece la capacidad de rastrear más eficientemente a los evasores de impuestos y combatir la delincuencia. No sería posible robar los bancos puesto que no tendrían dinero en efectivo. Y obviamente lo mismo ocurriría con las personas pues ya no llevarían dinero en efectivo en sus billeteras. Además esta tendencia traería enormes beneficios financieros para los bancos centrales y los banqueros en general.
Pomeroy dice que una sociedad sin dinero en efectivo deposita otra importante arma (contra el individuo) en la caja de herramientas del banquero central: el interés negativo. “…En algún momento futuro, los bancos centrales tendrán nuevamente que recortar las tasas y entonces probablemente volverán las tasas negativas».
En otras palabras, los bancos centrales no han resuelto los problemas asociados con sus propias políticas monetarias. Con el tiempo, otro ciclo bajo pondrá presión sobre los bancos centrales para aplicar el cobro de tasas negativas a los bancos de consumo, los cuales pasarán ese interés negativo a sus clientes.
Para los individuos y las empresas, las tasas de interés negativas son tan solo una preocupación económica. También existirán otras preocupaciones de carácter espiritual cuando los bancos excluyan a cualquier persona de comprar o vender, lo cual será fácil en una economía digital.
El periodista de Euromoney, Solomon Teague, afirmó que «con escaso margen para nuevos recortes y muchas economías aún demasiado enfermas para ser sometidas a aumentos significativos, los bancos centrales se han quedado con una escasa selección de herramientas con las cuales poder dirigir las economías». «Incluso los bancos centrales más poderosos han encontrado que su influencia en los mercados está disminuyendo, ya que las tasas de interés han tendido hacia cero o son negativas». Pero en un entorno digital, los banqueros centrales tendrían un nuevo nivel de influencia sobre la economía.
Un aspecto negativo y que es un tema poco mencionado por los banqueros y los gobiernos es el «control sin precedentes», dijo Teague. «Este control podría ser utilizado de varias maneras». Por ejemplo, los bancos estarían mejor equipados para evitar la fuga de capitales cuando una moneda se devalúa demasiado rápido. «Pero los gobiernos, a través de sus bancos centrales, también pueden manipular el dinero digital para perseguir objetivos específicos de la política social o económica a fin de desalentar ciertos comportamientos», agregó.
¿Cuáles serían esos objetivos? ¿Y cuáles serían los comportamientos que desean desalentar? Teague responde: «En una visión más distópica del futuro, [las Monedas Digitales emitidas por el Banco Central] tienen implicaciones significativas para la libertad individual [y] podrían arrojar desafíos políticos».
La Biblia retrata un futuro en el que aquellos que se nieguen a cooperar con las formas prescritas de adoración, serán obligados a desvincularse de la economía y les será difícil sobrevivir sin ayuda sobrenatural.
Pomeroy también señaló que, desde una perspectiva social, hay una serie de posibles desventajas al no tener dinero en efectivo. «Obviamente hay preocupaciones acerca de la capacidad de los gobiernos de espiar todas las transacciones dentro de una economía. Para muchos, esto no es un problema pero hay una gran parte de la población que sigue preocupada por el estatismo [exaltación del poder del Estado] en este mundo».
Es interesante que estos economistas den vueltas alrededor de la verdadera cuestión sin nombrarla. Están trabajando para un gobierno global pero también se dan cuenta de que la libertad sería vulnerable en un mundo sin dinero en efectivo.
«Sin embargo, hacia allá vamos. Parece que gran parte del mundo se siente bien en el camino hacia una sociedad sin dinero en efectivo (o con menos efectivo)», agregó Pomeroy.
Algunos países se están alejando rápidamente de los pagos en efectivo. Suecia es el modelo. Sin embargo, se observan tendencias similares en economías más pequeñas como Dinamarca, donde los cajeros automáticos están en fuerte declive; en Noruega, donde la meta es no usar efectivo para el 2030; en Finlandia, donde las tarjetas prepagas están ayudando a integrar a los refugiados; y en Estonia, donde los planes para abandonar el efectivo han estado desde el 2010. Los Países Bajos ya tienen muchas tiendas que no aceptan dinero en efectivo. La sociedad sin efectivo está llegando, dicen los encargados de administrar el dinero. Es sólo cuestión de cuándo.
«Y que ningún hombre pudiese comprar o vender sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre».
Guardad la Fe continuará haciendo seguimiento de esta mega tendencia y le mantendrá informado.
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