A raíz del “asedio de Sidney», en el cual un ciudadano australiano-musulmán mantuvo a 18 personas como rehenes en una cafetería del centro de la ciudad, las nuevas leyes antiterroristas apuntan a los australianos que se involucren en el terrorismo. A estas personas se les podría revocar o suspender su ciudadanía gracias a «un refuerzo drástico de las medidas de lucha contra el terrorismo”. El primer ministro, Tony Abbott dijo que quienes tengan una doble nacionalidad podrían ser despojados de su ciudadanía australiana y a quienes solo sean ciudadanos australianos se les podría suspender ciertos derechos.
En su intervención en la sede de la policía federal en Canberra, Abbott dijo: «Estas [medidas] podrían incluir la restricción para poder salir o regresar a Australia y el acceso a los servicios consulares en el extranjero, así como el acceso a las prestaciones sociales».
Al describir la propagación del extremismo islámico en Siria e Irak como una «nueva era de tinieblas», Abbott destacó «que la nueva legislación también incluye a predicadores que inciten al el odio religioso o racial».
El nuevo plan de seguridad también contempla leyes más rígidas con el fin de impedir el discurso de odio por parte de predicadores islámicos y activistas políticos quienes puedan estar tratando de radicalizar a la juventud. Abbott pidió a los líderes islámicos que condenen el terrorismo de una manera más frecuente y abierta. «A menudo he oído de líderes occidentales que describen al Islam como una ‘religión de paz’. Deseo que más líderes musulmanes lo expresen más a menudo, y lo digan en serio», agregó.
La aplicación de las nuevas restricciones a la expresión podría implicar allanamientos policiales en casas y arrestos, aun cuando las pruebas no sean suficientes como para asegurar las condenas, dijo Abbott. «Puede ser que algunos de estos ataques no resulten en un proceso», afirmó. «Pero, francamente prefiero perder un caso que perder una vida. La protección de la vida debe estar siempre por delante de las perspectivas de un enjuiciamiento exitoso».
El terrorismo extremo puede muy bien convertirse en el principal temor que haga desfallecer los corazones de los hombres (Lucas 21:26), conllevando hacia demandas para que las leyes de adoración hagan volver a la nación de nuevo a Dios en busca de la protección divina. ¿Llegará el día que las leyes anti-terroristas o de anti-odio, en Australia y otros lugares, sean también dirigidas hacia los predicadores o pastores que proclamen el mensaje bíblico sobre la caída de Babilonia? ¿Llegarán ellos a condenar la predicación sobre la última advertencia de la Biblia sobre «salid de ella, pueblo mío?» ¿Podrían estas leyes impedir el acceso a los pagos de bienestar social y otros beneficios, así como la congelación de activos y la prohibición de comprar y vender a aquellos que den ese mensaje?
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