Por Betsy Mayer
Las elecciones del 2016 en los Estados Unidos pasarán a la historia como la campaña del miedo. Miedo hacia entidades que a menudo se les culpa de los problemas de los americanos como los inmigrantes, la clase dirigente de Washington y el comercio global. Precisamente, Trump ganó la presidencia apelando a los miedos de un electorado desencantado, en su mayoría, votantes de la clase obrera blanca quienes eligieron a un hombre ajeno a la política pero lo suficientemente fuerte como para prometer dar marcha atrás al debilitamiento que ha frustrado el sueño americano. Los sondeos a la salida de las urnas revelan que muchos de los que votaron por Trump, también lo hicieron por Obama en el 2012 por las mismas razones, un hecho que los estrategas de Clinton olvidaron por completo.
Todos se preguntan cómo Donald Trump planea hacer “Estados Unidos grande otra vez” dado que sus volubles promesas continúan girando abruptamente. Pero cuando la gente tiene temor, unos de los otros, del status quo, de la gente que solo ve en las caricaturas, de la fragmentación de la agradable retórica de la democracia y la igualdad, descarta todo y escucha solo los sentimientos más oscuros de miedo.
La Biblia revela que las cosas empeorarán en los últimos días de la historia de la tierra. Así mismo predice que habrá mucho temor: “La gente se desmayará de miedo al pensar en lo que va a sucederle al mundo…” Lucas 21:26. Imagine lo que podría suceder cuando el miedo se extienda sustancialmente de lo que es hoy. ¿Podrán los atemorizados ciudadanos de los Estados Unidos erigir un demandante modelo religioso de una sociedad con todas las prohibiciones y restricciones de la izquierda liberal que han ido desmantelando gradualmente durante los últimos 50 años?
Igualmente la Biblia predice que, por el temor a las sanciones económicas e incluso la muerte, la gran mayoría de los habitantes de la tierra se unirán para adorar la “bestia”, un poder que se hace pasar como representante de Dios en la tierra. Véase Apocalipsis capítulo 13. Sólo aquellos nombres que permanezcan en el libro de vida del Cordero escaparán de esta vasta confederación de miedo. Véase Apocalipsis 3:5; 13:8.
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