Un sacerdote católico retirado de Melbourne ha sido acusado de haber agredido sexualmente a cuatro niñas aborígenes en un orfanato de Australia Occidental hace más de 50 años. El caso es otro recordatorio poco grato del abuso sistemático que han sufrido los niños australianos por parte de Roma.
El padre Allan Mithen, actualmente de 78 años, fue arrestado recientemente en Clifton Hill por el abuso sexual que presuntamente ocurrió cuando sirvió como rector en la Misión Wandering entre 1965 y 1969. El anciano sacerdote fue acusado de un cargo de violación, seis cargos de asalto indecente y otros seis cargos de trato indecente con una niña menor de 13 años. Las cuatro presuntas víctimas tenían entre ocho y 15 años de edad al momento de los ataques.
Detectives de la escuadra de abuso infantil de la policía de Australia Occidental también acusaron a dos ex profesores, de 82 y 83 años, de abusar sexualmente de niñas aborígenes en la misión, donde se albergaba a huérfanos y miembros de la Generación Robada.
Se cree que los cargos contra los tres hombres provienen de la información proporcionada a la Comisión Real en Respuesta Institucional al Abuso Sexual Infantil.
Siendo miembro de la Orden Palotina, el padre Mithen trabajó como sacerdote en varias parroquias de Melbourne hasta su jubilación en 2014.
A algunos ex parroquianos del padre Mithen se les informó en la misa del pasado fin de semana que éste tendría que enfrentar más de una docena de cargos graves cuando comparezca el próximo mes ante el Tribunal de Magistrados de Perth, a través de una conexión de video.
Se considera que el padre Mithen pasó más de una década en la Misión Wandering, a unos 120 kilómetros al sureste de Perth. En 1974, el Padre Mithen fue nombrado capellán del pueblo aborigen de la Arquidiócesis Católica de Sydney, antes de regresar a Melbourne.
«Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA”. Apocalipsis 17: 4, 5.
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