El Estado más importante de Australia votó a favor de la legalización de la eutanasia voluntaria. Los votos de la Cámara Alta del estado de Victoria estuvieron a favor de la aprobación un proyecto de ley que autoriza a los médicos a patrocinar a sus pacientes con respecto al acto de poner fin a sus propias vidas voluntariamente. Victoria está ahora a punto de convertirse en el primer estado australiano en legalizar la eutanasia voluntaria.
Después de una maratónica sesión de 28 horas, el proyecto de ley pasó la Cámara Alta con 22 a favor y 18 en contra. Algunos diputados lloraron por el resultado del voto. En total, el proyecto de ley fue debatido por ambas cámaras del Parlamento durante cerca de 100 horas.
El proyecto de ley tiene muchos requisitos y restricciones detallados; sin embargo, les dará a los victorianos con enfermedades terminales y con dolores intolerables, el derecho de terminar con sus vidas. Los pacientes que hayan sido desahuciados con un tiempo de vida igual o menor a seis meses serán elegibles. También se extiende a 12 meses en el caso de las personas que padecen enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de la neurona motora.
Se espera que el proyecto de ley sea legalizado en junio del 2019. Aunque el proyecto de ley ya fue aprobado por la Cámara Baja, con un gran puntaje de 47 a 37, se debe reintegrar la forma enmendada para una votación final, la cual se espera que tendrá éxito. La Cámara Baja solo puede debatir las enmiendas.
«Este ha sido un largo debate y ha tomado mucho tiempo para darse», dijo el primer ministro Daniel Andrews. «Victoria lidera a nuestra nación mostrando su lado bueno».
Del lado de los conservadores vino una fuerte oposición al proyecto de ley. Por ejemplo, el australiano Christian Lobby acusó al gobierno de Andrews de cruzar una línea ética y «abrazar una cultura funesta».
La Asociación Médica Australiana dijo que la nueva legislación marcó un cambio importante en la práctica médica de Victoria. Los médicos tendrán la opción de presentar objeciones de conciencia para negarse a realizar el procedimiento de poner fin a la vida del paciente según su voluntad. Victoria sería el primer estado en emitir «permisos de muerte» una vez que la ley entre en vigencia.
Autorizar legalmente la eutanasia voluntaria crea un efecto dominó que puede finalmente extenderse a otras muertes menos voluntarias, como en los casos de Terri Schiavo en los Estados Unidos, los niños de Bélgica y otras circunstancias no relacionadas con enfermedades terminales. Por otro lado, la eutanasia desvaloriza la vida escogiendo la «dignidad» y normalizando la «muerte agradable», lo cual puede conllevar a otras violaciones de la Ley de Dios. Sin embargo, el relativismo moral es una característica importante de los últimos días. Ceder en pequeñas cosas morales puede conducir a demasiadas injusticias. El ejemplo más atroz de esto fue la racionalización que usó la Alemania nazi para aplicar la eutanasia a millones de judíos.
La eutanasia es una violación fundamental del sexto mandamiento, el cual dice: «No matarás» (Éxodo 20:13). La eutanasia es una forma de suicidio y asesinato propio. Una sociedad lejos de los principios de Dios termina buscando la forma de acabar prematuramente la vida cuando esta se ha vuelto inconveniente o no deseada.
Cuando la esposa de Job le aconsejó que se aplicara la eutanasia, Job le respondió: “¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?” Job 2:10. La Biblia dice que “en todo esto no pecó Job con sus labios”. En otras palabras, al rechazar el consejo de su esposa, Job escogió el camino correcto.
Aunque no es nuestra obligación mantener vivo a alguien que está sufriendo, tampoco nos corresponde acelerar su muerte sino permitir que la muerte siga su curso natural.
Al final, las personas que guardan el sábado, día de Dios, estarán sujetos a las leyes y decretos que ordenan su muerte como miembros despreciados por la sociedad. «Finalmente se expedirá contra todos los que santifiquen el sábado un decreto… y autorice al pueblo para que, pasado cierto tiempo, los mate». El Conflicto de los Siglos, página 673.
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