The Jerusalem Post, por Shay Gal: Un avión no tripulado turco penetrando en el espacio aéreo israelí ya no es imaginario – en 2025, se ha convertido en una amenaza realista. La declaración sin precedentes del presidente turco Recep Tayyip Erdogan el 30 de marzo, pidiendo abiertamente a Alá que traiga «la destrucción sobre el Israel sionista», subraya que un enfrentamiento militar directo es inevitable. Turquía ya está profundamente atrincherada cerca de las fronteras de Israel, y es poco probable que se marche voluntariamente.
Tras el golpe de Estado de diciembre de 2024 en Damasco, respaldado por Turquía, Ankara se ha convertido en el principal agente de poder de Siria, controlando directa o indirectamente unos 8.000 km2 desde Idlib hasta Ras al-Ayn, peligrosamente cerca de territorio israelí.
Este gobierno sirio de orientación islamista, ahora abiertamente aliado de Ankara, está negociando activamente un pacto formal de defensa para acoger tropas turcas y sistemas avanzados de defensa antiaérea de forma permanente en suelo sirio, una medida que alteraría fundamentalmente el equilibrio estratégico.
Los informes confirman que Turquía ya está preparando bases aéreas en el norte de Siria capaces de lanzar operaciones con aviones no tripulados, que podrían amenazar directamente el espacio aéreo israelí y limitar gravemente la libertad operativa de Israel.
La comunidad estratégica de Israel, como se indica claramente en el informe del Comité Nagel publicado en enero de 2025, ha identificado el creciente atrincheramiento militar de Turquía en Siria como potencialmente «incluso más peligroso que la amenaza iraní».
El general de brigada (res.) Eran Ortal, antiguo jefe del Centro Dado de las FDI, se hace eco de esta preocupación, destacando las avanzadas capacidades de los drones turcos, la sofisticada guerra electrónica y el entrenamiento militar estándar de la OTAN como riesgos críticos para la seguridad nacional de Israel.
El apoyo abierto de Turquía a Hamás, que cada vez opera más libremente en territorio turco, agrava aún más el reto de Israel. Altos operativos de Hamás, entre ellos Saleh al-Arouri, han estado coordinando operaciones terroristas desde Estambul, una realidad confirmada por los servicios de inteligencia israelíes y de la que se ha informado ampliamente en los medios de comunicación internacionales.
Además, recientes informes de inteligencia de finales de 2024 suscitaron preocupación entre los legisladores estadounidenses por la posibilidad de que Hamás haya ampliado su presencia en el norte de Chipre ocupado por Turquía, exacerbando las preocupaciones israelíes de que Turquía pueda armar a sus apoderados contra Israel desde estas bases operativas de avanzada recién adquiridas.
En particular, los medios de comunicación progubernamentales turcos, como Yeni Safak y Sabah, han informado de la intensificación de la cooperación militar con el nuevo gobierno de orientación islamista de Siria, citando fuentes diplomáticas y de seguridad que hablan de bases aéreas permanentes y despliegues de aviones no tripulados.
La agresiva postura de Erdogan hacia Israel
Altos asesores de Erdogan también han promovido públicamente afirmaciones incendiarias de una supuesta agresión israelí, incluso instando a la preparación mediante la activación de sistemas de misiles S-400 de fabricación rusa, subrayando la postura de confrontación de Ankara hacia Israel.
Los últimos acontecimientos refuerzan significativamente esta percepción de amenaza. El propio Erdogan intensificó drásticamente la retórica el 30 de marzo, pidiendo explícitamente a Alá que trajera «la destrucción sobre el Israel sionista», una declaración calificada por el ministro de Asuntos Exteriores, Gideon Sa’ar, de explícitamente antisemita y peligrosa para la estabilidad regional.
Esta retórica incendiaria, sin precedentes incluso para los propios estándares de Erdogan, revela una clara intención de movilizar el sentimiento nacionalista en casa, desviando la atención de las crisis internas y sentando potencialmente las bases para una escalada militar.
La postura agresiva de Erdogan en Siria plantea importantes retos diplomáticos y operativos para la OTAN. La pertenencia de Turquía a la OTAN coloca a la Alianza en una situación imposible en caso de que estalle un conflicto con Israel.
Aunque en teoría Ankara podría invocar el Artículo 5 de la OTAN, los miembros clave -en particular Estados Unidos, Francia, Alemania y Grecia- se muestran profundamente escépticos ante las recientes provocaciones e incumplimientos de los protocolos de la alianza por parte de Erdogan. Esta división interna corre el riesgo de paralizar la OTAN, socavar su cohesión y, potencialmente, dejar a Turquía aislada dentro de los marcos estratégicos occidentales.
Erdogan se enfrenta a una creciente agitación interna, que incluye una inflación disparada por encima del 44% y una reciente agitación política, en particular la detención del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu. Históricamente, los líderes sometidos a presiones similares han recurrido a conflictos externos como distracción. Los analistas israelíes temen que Erdogan pueda explotar el sentimiento nacionalista mediante el aumento de las tensiones con Israel.
Dada la actual lucha de Erdogan para contener el malestar interno masivo, ejemplificado por las protestas masivas sin precedentes tras la detención de Imamoglu, una escalada calculada contra Israel parece cada vez más plausible.
La crisis interna de Turquía alcanzó un punto de ebullición a finales de marzo de 2025, tras la detención por motivos políticos de Ekrem Imamoglu, principal rival de Erdogan. Cientos de miles de personas salieron a la calle en las mayores protestas contra el gobierno en más de una década, acusando a Erdogan de desmantelar la democracia.
Imamoglu, encarcelado bajo cargos cuestionables y despojado de sus credenciales académicas para impedir su candidatura, sigue reuniendo a la oposición desde la cárcel, tachando a Erdogan de «tirano».
La estrategia de Erdogan y sus riesgos
Más allá de la distracción política interna, los motivos estratégicos de Erdogan incluyen consolidar su influencia en el Mediterráneo oriental, ampliar la influencia geopolítica de Turquía en la OTAN y frente a Rusia, y afirmar su dominio en el mundo árabe suní.
Sin embargo, Erdogan corre el riesgo de perder algo más que capital político. Una temeraria aventura militar contra Israel podría poner en peligro el ya tenue control de Turquía sobre el norte de Chipre, ocupado desde 1974.
Con Grecia y Chipre modernizando rápidamente sus fuerzas armadas mediante importantes exportaciones israelíes de defensa -incluida la adquisición por parte de Grecia de lanzacohetes PULS de Elbit y misiles antitanque Spike de Rafael, y el despliegue por parte de Chipre del avanzado sistema de defensa aérea Barak MX producido por Israel Aerospace Industries- cualquier agresión turca podría provocar represalias decisivas, haciendo retroceder potencialmente décadas de atrincheramiento militar turco en la isla.
Este escenario ofrece a Grecia y Chipre oportunidades históricas. Una Turquía debilitada y distraída podría perder el control sobre el norte de Chipre, lo que permitiría los esfuerzos diplomáticos de la UE y la ONU para poner fin a la ocupación y remodelar significativamente la geopolítica regional.
La Turquía de Erdogan se enfrenta a un creciente aislamiento. Egipto, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos desconfían de sus vínculos con Hamás y los Hermanos Musulmanes, mientras que la fuerte alianza de Grecia, Chipre e Israel deja a Ankara con un apoyo regional mínimo.
Rusia actúa actualmente como estabilizador reticente. Israel, a pesar de las tensiones existentes desde hace tiempo, apoya discretamente la presencia continuada de Moscú en las bases de Tartus y Jmeimim para contrarrestar las ambiciones de Turquía.
Sin embargo, Israel no puede depender únicamente de actores externos. Los ajustes estratégicos inmediatos son vitales: definir líneas rojas claras contra las incursiones turcas y reforzar la defensa aérea, la guerra electrónica y la disuasión.
Las declaraciones antisemitas de Erdogan, sus amenazas manifiestas y su apoyo a Hamás deben ser expuestas rápidamente al público mundial. Una campaña diplomática y mediática proactiva que haga hincapié en estos peligros y en las violaciones de la OTAN por parte de Turquía es crucial para garantizar la legitimidad internacional de cualquier respuesta israelí.
En última instancia, la preparación sigue siendo el principal factor disuasorio de Israel. La historia demuestra que la mejor manera de evitar la guerra es una preparación visible y decidida. Los analistas reconocen cada vez más que la postura de Erdogan hacia Israel tiene como objetivo remodelar la dinámica estratégica regional en lugar de buscar ganancias tácticas a corto plazo. Israel debe exponer públicamente y desafiar proactivamente las ambiciones estratégicas de Erdogan.
La Comisión Nagel insta con razón a un aumento urgente del presupuesto de defensa de Israel -hasta 15.000 millones de NIS adicionales al año durante cinco años- para preparar adecuadamente a las FDI para estas amenazas turcas emergentes.
El régimen de Erdogan nunca ha estado tan cerca del conflicto con Israel. Con la legitimidad interna derrumbándose en medio de protestas masivas, las amenazas de Erdogan se han vuelto inmediatas y cada vez más militarizadas. Aunque abierto al diálogo, Israel debe reconocer que la confrontación militar ya no es una cuestión de «si», sino de «cuándo». Una preparación militar visible, defensas aéreas reforzadas, inteligencia avanzada y una diplomacia proactiva son los elementos disuasorios más fuertes de Israel.
Conexión Profética:
“Hoy las señales de los tiempos declaran que estamos en el umbral de grandes y solemnes acontecimientos. En nuestro mundo, todo está en agitación. Ante nuestros ojos se cumple la profecía por la cual el Salvador anunció los acontecimientos que preceden su venida: «Y oiréis guerras, y rumores de guerras. . . Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestilencias, y hambres, y terremotos por los lugares.» El Evangelismo, pág. 145.
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