Al menos diez personas murieron por el terremoto de 6.4 que golpeó a Taiwán poco después de la medianoche del miércoles 7 de febrero. Los equipos de rescate revisaron los escombros de Hualien, una ciudad turística de unas 100.000 personas a unos 120 kilómetros al sur de Taipei. Su búsqueda de sobrevivientes tuvieron que hacerla en estructuras peligrosamente inclinadas. Al menos cuatro edificios medianos en Hualien, el condado más afectado, quedaron inclinados en ángulos agudos. Sus primeros pisos quedaron aplastados bajo montones de concreto, vidrio, hierro y otros escombros destrozados. Los bomberos subieron escaleras apoyadas contra ventanas para poder llegar hasta las personas que estaban adentro de los apartamentos.
Los residentes aterrorizados tuvieron que soportar 200 réplicas, incluyendo un temblor de 5.7 grados de magnitud. «El miedo todavía está allí», dijo un sobreviviente. «Todavía tengo miedo porque las cosas siguen cayendo».
Además de causar la muerte de 10 personas, el terremoto dejó 272 heridos y siete más permanecen desaparecidos. Al menos tres de los muertos eran turistas de China. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón dijo que nueve japoneses estaban entre los heridos. Seis chinos de China continental también resultaron heridos.
La presidente Tsai Ing-wen aseguró al público que se realizarán todos los esfuerzos posibles para rescatar a los sobrevivientes. Ella «ordenó a los trabajadores de búsqueda y rescate que no abandonen ninguna oportunidad de salvar a las personas, teniendo en cuenta su propia seguridad».
El desplazamiento de los edificios probablemente fue causado por la licuefacción del suelo (cuando el suelo pierde su solidez al recibir presión como ocurre con el temblor de un terremoto). El terremoto también torció las carreteras e interrumpió el suministro de electricidad y agua a miles de hogares.
Japón envió un equipo de rescate para ayudar en el esfuerzo de búsqueda.
Taiwán no es ajeno a los terremotos, ya que se encuentra a lo largo del anillo de fuego que va desde Nueva Zelanda hasta Japón, y desde Japón hacia Alaska, las costas occidentales de los Estados Unidos, y todo el camino descendente hasta Chile.
«Y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares». Mateo 24:7.
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