Lecciones de la Terrible Catástrofe de Haití
Por Pastor Hal Mayer
Lessons from Haiti’s Staggering Catastrophe
Queridos amigos,
Bienvenidos al Ministerio Guarda la Fe. Nos alegra que puedan escuchar este mensaje tan importante y trascendente. Tal vez su vida espiritual ha estado un poco apagada, de manera que deseo que este mensaje encienda nuevamente su voluntad de caminar con Dios porque estamos muy cerca del fin.
El catastrófico terremoto que sacudió a Haití el 12 de enero de 2010 no tiene precedentes en cuanto a la destrucción y miseria que causó en el lugar. Ha impresionado profundamente la mente de muchas personas en todo el mundo que demostraron su simpatía y apoyo. “Nuestro hemisferio ha visto una gran penuria y privación” dijo Hillary Clinton, Secretaria de Estado de los Estados Unidos, “hay muy pocos precedentes a la situación que enfrenta Puerto Príncipe”. Las imágenes de destrucción, muerte y miseria son impresionantes. Los estragos que hay por doquier en Puerto Príncipe y a lo largo del país llevarán muchos años para volver a la normalidad, si es que vuelve.
Pero lo que quizás mucha gente ha pasado por alto, es la trascendencia profética de este devastador terremoto que destruyó mucho de lo que era la isla nación de Haití. En el mensaje de este mes quisiera ayudarle a entender cómo este desastre encaja en los eventos finales de la historia de esta tierra.
Pero antes de continuar quisiera recordarles de nuestra sección de informaciones proféticas en Guarda la Fe. Incluimos algunas al final de nuestros sermones, pero hay muchas más en nuestra página Web. No se olviden de visitarla y leer las noticias. También quiero expresar mi agradecimiento por sus oraciones y apoyo, esto significa mucho para nosotros. Dios los bendiga mientras estudiamos.
Me gustaría comenzar leyendo un versículo de Lucas 21; es el verso 11: “y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo”.
Este versículo es un poco diferente al que se registra en Mateo 24. Aquí se enfatiza que habrá “grandes terremotos” y también dice que habrá grandes señales del cielo. Si este versículo no está siendo cumplido en una forma significativa en el terremoto de Haití, entonces va a ser muy difícil encontrar uno que lo sea.
Estos son los hechos. Aproximadamente a las 04:53 p.m. del 12 de enero de 2010, un devastador terremoto de 7 grados a unos 12 Km. de profundidad golpeó la isla de Haití a unos 25 Km. al oeste de la capital, Puerto Príncipe, y destruyó casi toda la ciudad de 4 millones de habitantes como así también otras aldeas y pueblos. Más de 52 réplicas de grado 4.5 han sucedido y uno de 5.9 ha tenido lugar 8 días después, derrumbando aún más los frágiles edificios remanentes y asentando más los escombros. Este terremoto de 7 grados, aunque lo suficientemente poderoso como para dañar edificios preparados para resistir terremotos, no es el más fuerte de los últimos tiempos. Debido a lo pobre de la construcción en Haití, un número mayor de edificios colapsó aplastando a sus habitantes hasta la muerte o entrampándolos en lo que serían sus tumbas.
En pocos segundos la pobre y frágil infraestructura de Haití fue destruida. El agua corriente, las cloacas, la electricidad, teléfonos y otros medios de comunicación fueron seriamente dañados y quedaron fuera de servicio. La infraestructura del transporte terrestre, aéreo y marítimo habían sido seriamente dañados, lo cual demoraba la llegada de ayuda y rescate. 30.000 edificios comerciales y gubernamentales colapsaron. Catedrales e iglesias, escuelas y shoppings, hospitales y clínicas médicas, cayeron sobre sus habitantes matando a muchos y dejando a otros seriamente traumatizados y sin ayuda. Muchas zonas residenciales con sus escuelas y edificios públicos cayeron con innumerables pérdidas de vidas. Se estima que 250.000 casas fueron destruidas. El Palacio Presidencial colapsó sobre sí. Los edificios de la Asamblea Nacional, la sede de las Naciones Unidas, y el Banco Mundial fueron destruidos junto con el edificio del aeropuerto. La mayoría de las iglesias y otras instituciones de caridad fueron destruidas o seriamente dañadas. Los puertos y depósitos de combustible fueron gravemente dañados imposibles de ser usados. En una palabra, en pocos segundos la nación colapsó.
Aunque es difícil saber el número exacto se estima que más de 200.000 hombres, mujeres y niños murieron cuando la bulliciosa ciudad de Puerto Príncipe repentinamente quedó en silencio. Los gritos, los lamentos y los gemidos de agonía pudieron oírse hasta que las víctimas fallecían y los lastimados clamaban por ayuda. El terremoto afectó a más de 3 millones de personas. Se estima que 300.000 personas fueron lastimadas y más de 2 millones quedaron sin hogar, todo en cuestión de segundos.
De acuerdo a los geólogos, una placa tectónica que no había tenido mucho movimiento en más de 250 años estuvo juntando mucha presión, hasta que finalmente cedió y provocó un movimiento ascendente y descendente en la tierra de unos 4 metros y destruyó la frágil infraestructura de Haití. Ya en 2007 y 2008 los investigadores geológicos habían advertido de serios riesgos de actividad sísmica incluyendo Puerto Príncipe.
Pero este terremoto es tan solo el más reciente de una larga historia de problemas en Haití. Desde la exitosa revuelta de los habitantes en 1804 que llevó al gobierno Haitiano a liberarse del colonialismo Francés, ha habido muy pocos recursos financieros para estimular el crecimiento de la nación, y tampoco hubo educación para generar mano de obra calificada para fortalecer la industria y mejorar la productividad. Los haitianos que obtuvieron alguna educación tienden a emigrar a los Estados Unidos y a otros lugares. El resultado es una maléfica y depravada economía, un comercio estancado y corrupción política. El país esta sumido en una tremenda pobreza y sin ayuda internacional, especialmente de Europa y los EEUU, para sacarlos de ese sistema económico desesperado y sin esperanza. Estas condiciones y otros factores han creado un ecosistema social de inmoralidad, violencia y crimen. El Vudú y la tradición Católica mezclados, es la fisonomía de esta nación pobre en educación.
La riqueza está concentrada en manos de unos pocos y la depresión económica ha empeorado la condición de las masas, haciendo de Haití la nación más pobre del hemisferio occidental. La corrupción masiva y el crimen son parte de la vida diaria. Barras de ladrones y asaltantes arrasan las calles deteniendo a los autos y despojando a sus ocupantes del dinero, alimentos y otras cosas de valor. Es muy peligroso, especialmente de noche.
El terremoto de enero fue el comienzo de dolores para la nación. Puerto Príncipe estaba en peor condición que un campo de batalla. Por más de dos semanas los cuerpos muertos estuvieron tirados en la calle o bajo los escombros hinchados y descomponiéndose por el calor y la humedad, el olor a putrefacción flotando en el ambiente sobre los habitantes traumados refugiados en las calles y áreas abiertas. Había cientos de cadáveres apilados cerca de la morgue de un hospital para ser sepultados.
Los sobrevivientes tenían que defenderse como podían mientras los rescatistas organizaban la distribución de las necesidades básicas como alimentos, agua, y ayuda médica a los heridos. Ban Ki Moon, Secretario General de las Naciones Unidas dijo: “Puerto Príncipe es una de las peores crisis humanitarias en décadas”. Otro miembro de la ONU dijo: “los equipos de rescate están ante un desastre como ningún otro en la historia de la ONU, porque el país ha sido “decapitado”.
Mientras tanto en el aeropuerto, otra lucha estaba surgiendo. Sin torre de control aéreo, el tráfico de los aviones que traían equipos de rescate, alimentos, agua y medicinas eran coordinados por el Ejército Norteamericano desde la torre dañada. Pero con todo esto el control era un serio desafío. Preguntas como quién está a cargo, congestión aérea, y problemas con vuelos prioritarios complicaban grandemente las operaciones de rescate y ayuda. Muy pronto el aeropuerto estuvo congestionado de aviones, unos 10 de ellos estaban tan juntos que no podían moverse para que otros puedan aterrizar. Normalmente el aeropuerto maneja 35 vuelos diarios, después del terremoto estaban coordinando 100 vuelos diarios. En la rampa hay lugar para 12 aviones, pero luego del terremoto había unos 40 aviones en la rampa. Aunque el ejército Norteamericano y otros grupos de apoyo hacían lo mejor posible para hacer aterrizar, estacionar, descargar y hacer despegar 100 aviones por día, no era suficiente para atender a todos los aviones que traían ayuda y querían aterrizar. Muchos aviones que traían medicinas necesitadas con urgencia eran desviados por falta de espacio para aterrizar y así mas personas morían.
Haití tiene solo un aeropuerto grande en Puerto Príncipe. No había más lugar para los aviones, no había suficientes equipos para descargarlos, y no había lugar para almacenar todas las provisiones hasta poder distribuirlas. La ruta que comunicaba con el aeropuerto estaba seriamente dañada lo que hacía muy difícil transportar las provisiones al lugar de los damnificados sobrevivientes. El aeropuerto se convirtió en un cuello de botella que obstruía las operaciones de rescate.
Algunos aviones no pudieron despegar por falta de combustible y en el aeropuerto no había reservas. Esto hizo que el aeropuerto se bloqueara. Finalmente se instruyó a los pilotos que si no tenían suficiente combustible como para despegar y volver a su lugar de origen, no podían aterrizar allí. Mientras tanto, los primeros días después del desastre, debido al congestionamiento de aviones en la pista, otros aviones sobrevolaban la zona a veces por 8 horas hasta que podían aterrizar. Muchos fueron desviados a la República Dominicana o a Miami desde donde provenían.
El terremoto había dañado los muelles del puerto principal dejándolos inusables. Un informe decía que unos 30 trabajadores portuarios habían perecido ahogados durante el temblor. Grandes grúas y otros equipos pesados cayeron al mar. Los barcos de ayuda no podían acercarse allí. El puerto destruido ponía mayor presión sobre el aeropuerto. Finalmente una flota de barcos hospitales y de provisiones ancló cerca y proveyeron ayuda médica y alimenticia a través de helicópteros que llevaban y traían los pacientes a los barcos hospitales. Pero esto se logró varios días después del temblor.
Mientras tanto la distribución de ayuda médica y provisiones, agua, alimentos y otras necesidades básicas se realizaban a paso de tortuga, causando más muertes por falta de auxilio. Distribuir las provisiones era una pesadilla, en parte por los caminos destruidos, problemas de comunicación y aun de violencia, pero también por la inmensa demanda.
La ira y la frustración surgía en los rostros por la gran demora; “no necesitamos ayuda militar, necesitamos alimento y un hogar”, le gritó un joven a Ban Ki Moon, el Secretario de la ONU, durante su visita a la zona del desastre. Pero los militares estaban para mantener el orden, prevenir la violencia, ayudar en las operaciones de rescate, y proteger a los equipos que distribuían agua y alimentos. Con todo esto, llevó varios días lograr una lenta distribución de provisiones a la gente en desesperada necesidad.
La ayuda médica era extremadamente limitada por falta de lugar mientras miles de heridos aguardaban para ser sometidos a cirugía. De los 158 médicos del hospital universitario solo 20 estaban trabajando, los demás estaban cuidando de sus propias familias o estaban desaparecidos. Varios días después se instalaron hospitales de campaña y allí los médicos amputaban extremidades, reparaban heridas graves, operaban en las calles, en los estacionamientos y en carpas, por miedo a que las paredes de los hospitales podían colapsar en cualquier momento por las réplicas.
Había cientos de miles de heridos, se estimaba que 20.000 personas morían por día porque no podían ser sometidos a cirugía. No había recursos medicinales los primeros días y cuando llegaron era muy difícil distribuirlos. Era difícil conseguir combustible para los camiones distribuidores, los caminos seguían cortados y las comunicaciones seguían seriamente limitadas.
La miseria era absolutamente horrenda. En dos días la morgue de Puerto Príncipe se llenó. 1.000 cuerpos estaban en línea en el suelo sobre el pavimento de la calle. Grandes fosas comunes eran cavadas. Cuadrillas del gobierno con 60 camiones recogían cientos de miles de cadáveres y los colocaban en estas fosas comunes. Otros eran incinerados en ceremonias fúnebres. Por el calor y la humedad los cuerpos en las calles o en los escombros se descomponían rápidamente y un olor nauseabundo se propagaba por la ciudad. A medida que pasaba el tiempo, más y más incontables cuerpos se descomponían y mayor olor a putrefacción se extendía por todas las ciudades. Se podían ver por días y días brazos y piernas que sobresalían de los escombros y bloques de concreto que los habían aplastado.
Los sobrevivientes tenían que subsistir sin agua limpia, sin alimentos y sin otras necesidades básicas. Además tenían que enfrentar enfermedades como la malaria, dengue y llagas virósicas. La desesperación era cada vez mayor a medida que esperaban ayuda. Estaban tan abrumados que ni siquiera podían cavar entre los escombros para buscar sobrevivientes, era muy difícil y estaban totalmente acongojados. Un corresponsal de la BBC informó que “muchos sobrevivientes mueren en cantidad”, principalmente por las heridas, y también de sed y de hambre, las condiciones son imposibles para la supervivencia. Es posible que más gente muriera luego del temblor que durante el mismo. El tiempo de rescate de sobrevivientes de los escombros es de unas 72 horas, luego las víctimas aumentan dramáticamente al no poder salir de debajo de las ruinas.
Muchos haitianos usaban pedazos de madera para despejar entre los escombros un lugar para estar, desesperados por un lugar seguro para pasar la noche con sus familias. Mientras que muchos aguardaban por ayuda, grupos de saqueadores andaban por las calles, la cárcel había sido destruida y unos 4.000 criminales presos escaparon y entraron a la principal ciudad. Haití tiene una larga historia de violencia y crimen y muy pronto lo que quedaba de la fuerza policial fue sobrepasado y no podían detener la gran cantidad de saqueos y ladrones que asaltaban a la gente quitándoles el poco alimento o agua que pudiesen tener. Mucha gente se defendía con sus machetes pero también muchas veces era en vano. Las agencias de ayuda no sabían dónde y cómo llevar ayuda con seguridad y esto hacía más difícil ayudar a la gente.
En algunas oportunidades los vigilantes privados o la policía ejecutaban a los ladrones o criminales que querían robar. Un caos total reinaba en el país hasta que el ejército de los EEUU y otros países lograron reestablecer el orden, primero en la ciudad y luego en las otras zonas devastadas de la región.
Aunque Haití comparte la isla con la República Dominicana, esta nación no sufrió daño ni pérdidas de vidas. Los edificios estaban mejor diseñados para resistir temblores. Además el epicentro fue cerca de Puerto Príncipe que sufrió el mayor castigo del terremoto.
La casi total devastación de la nación de Haití tiene muchas lecciones proféticas para el pueblo de Dios de los últimos días. Vean esta declaración de la mensajera del Señor. Está en el libro El Evangelismo p.24: “Se me pide que declare el mensaje de que las ciudades llenas de trasgresión y pecaminosas en extremo, serán destruidas por terremotos, incendios e inundaciones. Todo el mundo será advertido de que existe un Dios que hará notoria su autoridad como Dios. Sus agentes invisibles causarán destrucción, devastación y muerte “.
¿Creen ustedes que la ciudad de Puerto Príncipe era pecaminosa en extremo? Probablemente. ¿Creen ustedes que la gente de esa nación se alejó de Dios para adorar dioses falsos? Ciertamente. El Vudú es una adoración satánica, y así lo es el Catolicismo Romano.
Continúo leyendo: “Acontecerán calamidades, calamidades de lo más pavorosas, de lo más inesperadas; y estas destrucciones se seguirán la una a la otra.”
En 2009 y 2010 hemos visto grandes terremotos de los cuales Haití es uno de los últimos. Los terremotos suceden cuando menos se los espera y su efecto puede ser terrible aun después de sus réplicas.
Continúo leyendo: “Si se presta atención a las amonestaciones que Dios ha dado, y si las iglesias se arrepienten y regresan a la lealtad, entonces otras ciudades serán perdonadas por un tiempo. Pero si los hombres que han sido engañados continúan en el mismo camino en el cual han estado andando, sin prestar atención a la ley de Dios y presentando falsedades ante el pueblo, Dios les permite sufrir calamidades, para que sus sentidos sean despertados…”
De modo que Dios permite las calamidades para que los hombres despierten de sus pecados. Recordemos que hay otra posición al respecto que Satanás quiere que tomemos. Aquí hay otra cita de Profetas y Reyes p. 207: ¡Con cuánta frecuencia oímos hablar de terremotos y ciclones, así como de la destrucción producida por incendios e inundaciones, con gran pérdida de vidas y propiedades! Aparentemente estas calamidades son estallidos caprichosos de las fuerzas desorganizadas y desordenadas de la naturaleza, completamente fuera del dominio humano; pero en todas ellas puede leerse el propósito de Dios. Se cuentan entre los instrumentos por medio de los cuales él procura despertar en hombres y mujeres un sentido del peligro que corren.”
Aquí se está hablando de un peligro espiritual. Hay peligro al vivir fuera de la ley de Dios. Dios permitirá esto por un tiempo pero finalmente intervendrá y pondrá fin a la iniquidad.
Otra declaración del Comentario Bíblico vol. 7 nos dice: “Antes que el Hijo del Hombre aparezca en las nubes de los cielos toda la naturaleza será convulsionada… habrá grandes terremotos y gran destrucción de vidas humanas”.
Vemos que toda la naturaleza estará convulsionada. Piensen por un momento acerca de los potenciales problemas que surgirían si un temblor de grado 10 sacudiera Los Ángeles, San Francisco o Nueva York. Aunque estas ciudades están preparadas para soportar temblores, Dios puede destruirlas fácilmente. De modo que Haití es un ejemplo profético, un adelanto de lo que sobrevendrá a las ciudades del mundo. La siguiente es una declaración que me hace reflexionar, está en el libro Eventos de los Últimos Días p.114 “El fin está cerca y cada ciudad va a ser trastornada de diferentes maneras. Habrá confusión en cada ciudad. Todo lo que puede ser sacudido lo será, y no sabe qué pasará luego. Los juicios serán de acuerdo con la maldad de la gente y la luz de verdad que han tenido.”
Esta cita es de El Evangelismo p. 26: ¡Ojala que el pueblo de Dios tuviera una noción de la destrucción inminente de millares de ciudades, ahora casi entregadas a la idolatría!…El tiempo está cerca cuando grandes ciudades serán destruidas y todos debieran ser advertidos de estos juicios inminentes. Si usted vive en una gran ciudad, que su oportunidad sea la de salir de ella antes que venga la destrucción.
Permítanme leerles de Maranatha p.140: “Las impías ciudades de nuestro mundo serán destruidas. Mediante las catástrofes que ocasionan actualmente la ruina de grandes edificios y de barrios enteros, Dios nos muestra lo que acontecerá en toda la tierra. Nos ha dicho: “De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que [el Hijo del hombre] está cerca, a las puertas” (Mat. 24: 32, 33).
Cuando veáis estas cosas, ¿cuáles cosas? Cuando vean la destrucción de las ciudades impías, sabrán que la venida del Hijo del Hombre está cerca. ¿Creen ustedes, mis amigos, que la venida del Señor está cercana? Yo creo que sí y espero que ustedes también. ¿Cuántas ciudades impías hay en el mundo hoy? Hay miles de ellas, imaginen cuando haya destrucción en rápida sucesión, muchas ciudades serán destruidas. Terremotos podrían ser el medio de mayor destrucción. Pero también hay huracanes, ciclones y otros desastres naturales. Si cada ciudad va a ser sacudida, estamos en camino a una gran conmoción y caos.
Pero Dios también puede usar fuerzas sobrenaturales para la destrucción. ¿Creen ustedes que Dios permitirá que las ciudades sean devastadas de una forma similar a lo que sucedió con Sodoma? ¿Porqué no? Lo ha hecho antes. ¿Qué nos hace pensar que no lo volverá a hacer? Imaginen lo que sería si sucede nuevamente.
Piensen en la gran cantidad de personas en el terremoto de Haití, que fueron a la tumba sin saber de Jesús. Esta tragedia es talvez la más importante de todas. Y aún hay ciudades con millones y millones de habitantes que no conocen a Jesús, y no saben nada acerca del último mensaje de advertencia para este mundo. ¿No creen ustedes que estas ciudades deberían ser advertidas de las calamidades por venir? Quizás deberíamos pensar más de qué forma podemos hacer nuestra parte.
Asocie esta idea con la siguiente cita de Maranatha p.24: “No hace mucho tiempo, una escena muy impresionante pasó delante de mí. Vi un inmenso globo de fuego cayendo entre algunas hermosas mansiones y causando su instantánea destrucción. Escuché a alguien decir: “Nosotros sabíamos que los juicios de Dios vendrían sobre la tierra, pero no sabíamos que vendrían tan pronto”. Otros dijeron: “¿Vosotros lo sabíais? Entonces, ¿por qué no nos lo dijisteis? Nosotros no lo sabíamos”. . .
¿Suena esto muy parecido a la destrucción de Sodoma y Gomorra?
Piense por un momento en la mentalidad de la gente que construía la torre de Babel. Los hombres de esa época creían que usando la mecánica podrían sobrevivir a los desastres naturales como el diluvio, haciendo una torre que llegase hasta el cielo. Pensaban que realmente podían sobreponerse al nivel más alto de las aguas.
Esta gente desafió a Dios. Lo deshonraron en sus acciones y pensamientos. Dios había prometido nunca más destruir la tierra con un diluvio, pero no le creyeron. Pensaron que no decía la verdad. En su arrogancia pensaron que Dios no tomaría ninguna medida respecto de sus malvados planes. De manera que les confundió las lenguas y así les fue imposible seguir con el proyecto. Dios tiene muchas maneras de combatir la arrogancia del hombre.
Hoy en día vemos una arrogancia y desafío similares. Miles de arquitectos, constructores, maestros mayores de obra, y millones de residentes conocen del terremoto de 1906 que golpeó San Francisco y la destruyó. Tal vez también saben que San Francisco es una ciudad impía en extremo, aunque se auto engañan pensando que Dios no hará nada para terminar con la corrupción moral. Saben del avasallante estilo de vida homosexual que caracteriza a la ciudad. Pero quieren protegerse de los desastres naturales y los terremotos permaneciendo en el pecado. ¿Qué hicieron para lograr esto? Elevaron los códigos de edificación para incorporar nueva tecnología y construir edificios resistentes a terremotos. Han puesto toda clase de refuerzos en las paredes para que no colapsen ante un fuerte sismo, que ellos saben será inevitable. En otras palabras, están edificando su propia torre de Babel, para protegerse de los juicios divinos. Construyen rascacielos y grandes edificios para sus propósitos pensando que son seguros. ¿Creen ustedes que Dios puede enviar un terremoto tan fuerte capaz de destruir estas fortalezas? Por supuesto que puede.
Recuerden la declaración que dice, “estas calamidades son estallidos caprichosos de las fuerzas desorganizadas y desordenadas de la naturaleza, completamente fuera del dominio humano”, son realmente los propósitos de Dios “para despertar en hombres y mujeres un sentido del peligro que corren.” ¿Creen ustedes que el terremoto de Haití es un mensaje de advertencia a los habitantes de San Francisco, Los Ángeles, Nueva York y miles de otras ciudades? ¡Por supuesto que sí! Dios está avisando que el tiempo se acaba y que deberían arrepentirse. Pero se justifican a sí mismos diciendo que los edificios de Puerto Príncipe no estaban bien construidos. Por eso construyen edificios reforzados con fusibles anti-terremotos, cemento con hormigón armado y otras tecnologías para que los edificios no colapsen.
Pero recordemos lo siguiente, la tierra y todo lo que vive en ella no es más que una partícula de polvo comparado con el resto del universo. Somos tan pequeños y Dios es tan grande y poderoso. Podemos ser destruidos muy fácilmente. No nos olvidemos que si Dios pudo enviar un diluvio para destruir al mundo entero, también puede destruir por completo todas las ciudades del mundo si quisiera. Pero el hombre tiende a ser orgulloso. Cree que puede evitar los juicios de Dios, se vuelve arrogante y cree saberlo todo. Sus mentes y corazones se agrandan tanto que Dios les parece pequeño.
Vean estas palabras de 2ª Timoteo 3: 1-4 “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de si mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites mas que de Dios”.
¿Creen ustedes que tenemos estas condiciones hoy en día? ¿Se dieron cuenta que habla de personas sin afecto natural? Esto se refiere a los que viven en homosexualismo. ¿No creen que la ciudad de San Francisco, donde reforzaron los edificios contra los terremotos para que los rascacielos no se derrumben, califica notoriamente en esta categoría? ¿No creen que la arrogancia contra Dios en el tiempo de la torre de Babel se repite de alguna manera en estos grandes rascacielos? Yo creo que la historia de la torre de Babel es profética; Dios nos anticipó de la arrogancia del hombre en los últimos días.
Piensen en los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Derribaron las torres gemelas en Nueva York. ¿Creen ustedes que Dios permitió esto para amonestar a la gente que tiene las características que Pablo describe? Después de todo, gente como ésta se concentra en las grandes ciudades. ¿Creen ustedes que Dios puede destruir San Francisco aún con sus edificios fortificados? Por supuesto que puede. ¿Y otras ciudades como Ámsterdam, Venecia, Yakarta, Shangai o Seattle?
Jesús dijo “Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre” Lucas 17:26. ¿Creen ustedes que la maldad de los días de Noé ya ha sido alcanzada?
A Lot se le dijo que saliera de Sodoma. Debía salir o ser destruido con ella. ¿Creen que esta instrucción dada a Lot se nos da a nosotros hoy en día? Si prestáramos atención a lo que la Biblia dice acerca de lo que sucedió en aquel entonces, no necesitaríamos ningún otro consejo, sino que inmediatamente seguiríamos el consejo de los ángeles. “Escapa por tu vida” se lo ordenó a Lot. Dios nos está enviando el mismo mensaje. A Lot no se le dio tiempo para vender su casa, sus ovejas y sus cabras, y sus bienes. Ni siquiera se le dio tiempo para juntar sus pertenencias. No se le dio tiempo para despedirse de sus hijos. ¡Tuvo que salir e irse inmediatamente! No había tiempo para salir ordenadamente. Como pueden ver, mis amigos, no necesitamos que el Espíritu de Profecía nos diga ¡“Salgan de las ciudades tan rápido como sea posible”! Tan solo leamos la historia de Lot. De paso, una cita como esta se encuentra en Testimonios para la Iglesia, vol. 6.
“Pero Dios ha sido mucho más misericordioso con nosotros. Nos ha dado la advertencia con gran anticipación para que podamos salir de las ciudades en orden y decentemente. Podemos vender nuestros bienes. Podemos comprar un lugar en el campo para vivir allí. Nos dice que nos ayudará. Es más, deberíamos hacerlo ahora de modo que ya estemos fuera de las ciudades cuando venga el tiempo de angustia sobre este mundo. Cuando el resto del mundo esté pasando hambre ustedes podrán tener alimento de lo que cultiven en el campo”.
Vean esta cita de Country Living (De la ciudad al Campo) p. 52 “¡Salid de las ciudades! ¡Salid de las ciudades! “Este es el mensaje que el Señor me ha dado. Se producirán terremotos e inundaciones; y no debemos establecernos en las ciudades impías, donde se sirve en todo sentido al enemigo, y se olvida con tanta frecuencia a Dios. El Señor desea que tengamos un claro discernimiento espiritual.”
Me pregunto: ¿cuánta gente hoy en día cree que estas declaraciones se aplican a nosotros? Pronto será imposible mudarse fuera de las ciudades y entonces estarán entrampados.
Aquí hay otra clara declaración del mismo libro p.34: “Cuando el poder con el que se inviste a los reyes está aliado con la maldad, está ligado con los instrumentos satánicos, y obrará para destruir a los que son propiedad del Señor. El mundo protestante ha establecido un día de reposo idolátrico en el lugar donde debería estar el sábado de Dios, y va en pos de las pisadas del papado. Por esta razón veo la necesidad de que las familias del pueblo de Dios, se trasladen fuera de las ciudades a lugares apartados del campo, donde puedan cultivar la tierra y cosechar los productos que ellas mismas siembren. De este modo podrán criar a sus hijos con hábitos sencillos y saludables. Veo la necesidad de apresurarse a fin de tener todas las cosas dispuestas para la crisis”
Permítanme hacerles una pregunta. ¿Quién destruyó la ciudad de Puerto Príncipe, Dios ó Satanás?
Vean esta declaración de El Conflicto de los Siglos p. 672 “El mismo poder destructor ejercido por santos ángeles cuando Dios se lo ordena, lo ejercerán los ángeles malvados cuando él lo permita. Hay fuerzas actualmente listas que no esperan más que el permiso divino para sembrar la desolación por todas partes”. De modo que realmente no importa, porque Dios lo ordena o lo permite, de cualquier modo Él está en control.
Pensemos por un momento ¿cuál sería el efecto de una destrucción supernatural de un gran número de grandes ciudades, especialmente en los líderes religiosos? En lugar de volver a obedecer la ley de Dios, argumentarían que todos debieran volver a la iglesia… aún van a presionar para que se hagan leyes religiosas que obliguen a la gente a ser más religiosos.
El religioso conservador Pat Robertson, talvez está mas adelantado en su lógica y en su actitud que otros líderes religiosos, por lo menos públicamente. Él fue muy contundente en su declaración cuando el sismo destruyó a Haití. Dijo que la tragedia se debe a algo que sucedió hace mucho tiempo atrás en Haití, y que la gente talvez no quiere hablar de ello” informó CNN.
“Los haitianos estaban bajo el control de los franceses. Ustedes saben de Napoleón III y demás” dijo Robertson en uno de sus programas. “Se juntaron e hicieron un pacto con el Diablo, para liberarse del dominio de los franceses… ustedes saben” dijo Robertson, “los haitianos se rebelaron y se liberaron de Francia. Pero desde entonces has sido víctimas de un desastre tras otro”.
Los haitianos, “necesitan urgentemente… volver a Dios” concluyó. Para Robertson, esto significa que deberían asistir a la iglesia el domingo y abandonar sus prácticas supersticiosas de Vudú entre otras cosas.
Como dije, Robertson está adelantado respecto de otros líderes religiosos en sus declaraciones públicas. Pero muchos piensan igual que él, sólo que no quieren decirlo porque se los desacreditaría. Sin embargo la agenda es clara. Hagan volver al pueblo a Dios. ¿Cómo se logra esto? Requieran que todos asistan a la iglesia. ¡Hagan una ley! Tan simple como eso. Pat Robertson no lo dijo con estas palabras pero es hacia donde apunta. Si ustedes estudiaron las profecías de los últimos días en las Escrituras, habrán visto que habrá una lucha por la adoración de los poderes de este mundo contra el verdadero pueblo de Dios. Lo que finalmente sucederá es que la gente será obligada por ley a guardar el falso sábado.
¿Qué sucederá cuando la devastación se extienda en muchas ciudades, y tal vez globalmente? Muchos líderes religiosos se unirán a Robertson y dirán que la maldad del mundo es la razón de las calamidades. Dirán que la destrucción y los desastres en las ciudades son por causa de la violación de la ley de Dios y por no santificar el domingo. Basarán su opinión en que la gente está rebelada contra Dios y por eso Dios los está castigando por sus pecados. Aunque esto puede ser cierto, no llegarán a la conclusión correcta. Estos llamados de volver a Dios serán cada vez más frecuentes y más fuertes, y finalmente demandarán a las naciones a obligar la santificación del domingo y que la gente descanse de sus trabajos mediante leyes cada vez más estridentes y poderosas. Los obispos Católico-Romanos se unirán al pueblo en el pedido a los dirigentes de la nación, de establecer leyes religiosas y para que se vea de forma visible que el pueblo se ha reconciliado con Dios.
Esto es lo que dice Servicio Cristiano p. 194: “Hombres que estarán ocupando puestos de responsabilidad, no solamente ignorarán y despreciarán el sábado ellos mismos, sino que desde sus sagrados púlpitos instarán a la gente a la observancia el primer día de la semana, recurriendo a la tradición y a la costumbre en favor de esta institución hecha por el hombre. Señalarán las calamidades en tierra y mar,las tormentas, inundaciones, terremotos y la destrucción por fuego como juicios que indican el desagrado de Dios a causa de que el domingo no es observado como santo. Estas calamidades aumentarán más y más; un desastre seguirá de cerca al otro; y los que invalidan la ley de Dios señalarán a los pocos que guardan el sábado del cuarto mandamiento como los responsables de la ira que se manifiesta sobre el mundo. Esta falsedad es el medio que Satanás usa para entrampar a los incautos”.
Cada vez que hay una gran catástrofe, Pat Robertson tiene algo similar para decir al respecto. En la prensa se lo considera un hombre demente. Sus comentarios generaron muchas protestas por su insensibilidad, pero deberían ser tomadas en cuenta por los estudiosos de las profecías. Las palabras de Robertson son siniestras. Sus palabras reflejan el mismo espíritu que caracterizará a los que presionarán por leyes religiosas dominicales que oprimirán al verdadero pueblo de Dios que guarda Su sábado.
La mayoría del pueblo de Dios hoy no quiere pensar en el tiempo de angustia, prefieren pensar que vendrá cuando hayan fallecido y no estén más. Pero amigos, lo que sucedió en Haití es una advertencia de lo que vendrá a las ciudades cerca suyo. Tal vez debería oír el consejo de Dios si es que vive en una gran ciudad y pensar seriamente en mudarse fuera de ella. Sé que hay complicaciones tales como qué trabajo puede obtener y cómo hacer frente a los gastos. Pero Dios conoce estas cosas mejor que usted, y si es sincero, Él le proveerá una salida. Pero no espere que Dios le ponga la salida en su regazo, usted debe hacer planes para que Él pueda guiarlo de manera ordenada durante el proceso. Usted sabe que es Su voluntad.
Ustedes pueden pensar que les queda mucho tiempo todavía. Pero habrá un cambio y será repentino. Vean la siguiente cita de Fundamentos de La Educación Cristiana p. 356, 357; vean con mucha atención lo que dice: “Muy pronto habrá un cambio en los planes de Dios. El mundo en su iniquidad está siendo visitado por calamidades, inundaciones, tormentas, incendios, terremotos, hambrunas, guerras y derramamiento de sangre. El Señor es tardo para la ira y grande en poder; sin embargo no tendrá por inocentes a los impíos… todavía tiene la esperanza del perdón aún para los que no lo merecen, pero su paciencia no será para siempre. ¿Quién está preparado para el repentino cambio que tendrá lugar en el plan de Dios para con los pecadores? ¿Quién está preparado para escapar del castigo que ciertamente caerá sobre los trasgresores?”
El mundo entero está siendo visitado, no solo Haití, piensen en todos los otros grandes terremotos recientes. Ha habido muchos terremotos a lo largo de las costas del Pacífico, tales como Sumatra el año pasado, Samoa, Tonga y Fidji. Puerto Príncipe resulta ser uno de los más devastadores. Pero todos los lugares han sufrido.
Todos saben que San Francisco es una bomba de tiempo geológica aguardando el momento de explotar. Pero también hay fallas geológicas en muchos otros lugares de los que sabemos poco o nada. Cuando Dios lo indique podrían sorpresivamente devastar grandemente las ciudades malvadas de la tierra. Los juicios de Dios caerán sobre los habitantes rebeldes del mundo. No sabemos cuándo y cómo lo hará pero sabemos que sucederá. Pueden estar seguros de eso, Jesús mismo lo dijo.
“El Señor Dios de Israel va a ejecutar juicio sobre los dioses de este mundo como lo hizo sobre los de Egipto. El destruirá toda la tierra con fuego e inundaciones, plagas y terremotos…” Eventos de los Últimos Días p. 244. Como ven mis amigos, Dios tiene que hacer algo para despertar a la gente de su rebelión. De hecho, los terremotos son una advertencia contra la maldad del mundo.
Esta es otra declaración del Espíritu de Profecía vol. 1 p. 84 “La tierra estará convulsionada y habrá terribles erupciones y terremotos por todas partes. Dios enviará plagas a los habitantes malvados de la tierra hasta que sean destruidos completamente. Los santos son preservados en la tierra en medio de estas terribles conmociones, así como Noé fue preservado del diluvio en el arca”.
Imaginen lo que será eso. Mientras los hombres se vuelven mas atrevidos y rebeldes en su desafío a Dios, serán juzgados con calamidades y desastres. Pero además noten el plan de Dios para su pueblo, Él los quiere proteger como lo hizo con Noé. Pero no puede protegernos si no vivimos de acuerdo a Su santa ley. Usted no puede estar protegido a menos que more bajo la sombra del Omnipotente.
Amigos, ahora es el tiempo de aceptar a Jesús, no podrá hacerlo cuando esté bajo un montón de escombros. Cuando venga el desastre será demasiado tarde para reconciliarse con Dios. En su misericordia Dios envía advertencias y llamados para que su pueblo esté preparado cuando desciendan los juicios sobre los impíos.
Oh mis queridos amigos, ¿no quisieran estar bajo la protección de Dios? ¿No quisieran tener una relación viva con Jesucristo, para que puedan ser preservados de las catástrofes que vendrán sobre este mundo? Este mundo no es el lugar para poner vuestras posesiones y multiplicar vuestros bienes. Este mundo no es un lugar para vivir como si nos quedaran otros 50 años. Ahora es el tiempo de preparase, porque no sabemos la hora en que sobrevendrá la catástrofe. Que Dios nos bendiga mientras lo buscamos de todo corazón.
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