El Papa Francisco se reunió el pasado 24 de marzo con más de 20 líderes de la Unión Europea para conmemorar los 60 años del Tratado de Roma. Este tratado estableció la Comunidad Europea, conocida hoy como la Unión Europea. Actualmente los Jefes de Estado y los Gobiernos se enfrentan a una grave crisis con grandes desafíos para la Unión Europea.
El grupo de países ha estado experimentando una crisis económica en los últimos diez años, vinculada a la inflexibilidad del euro, la moneda común utilizada por muchos de sus miembros; las guerras, las sequías y otros desastres humanitarios que han forzado el flujo de migrantes y refugiados entrando a los Estados miembros; y la búsqueda de una política común difícil de alcanzar. Sumado a esto, se encuentra el ascenso de los partidos populistas euroescépticos que amenazan el futuro del proyecto europeo.
El pontífice instó a los líderes de la UE a abordar estos problemas con la audacia de las personas que firmaron el Tratado de Roma hace 60 años. El Papa dijo que los líderes necesitan darse cuenta de que los fundadores de la UE no veían a Europa como «un manual de protocolos y procedimientos a seguir», sino «una forma de entender al hombre sobre la base de su dignidad trascendente e inalienable».
El Papa dijo que Europa puede encontrar esperanza en la solidaridad, llamándola el antídoto más eficaz a las formas modernas del populismo. El populismo socava el globalismo, del cual la Unión Europea es un ejemplo avanzado.
Hablando de su historia católica, el Papa dijo que Europa tiene «un patrimonio moral y espiritual único en el mundo», los cuales denominó como «el mejor antídoto contra la falta de valores de nuestro tiempo, terreno fértil para toda forma de extremismo».
«A la política le corresponde ese liderazgo ideal, que evite usar las emociones para ganar el consenso, para elaborar en cambio, con espíritu de solidaridad y subsidiaridad, y políticas que hagan crecer a toda la Unión en un desarrollo armónico», dijo el pontífice.
El Papa también pidió a Europa proporcionar empleo y un salario digno a todo su pueblo, encarar la pobreza, proteger la vida (incluyendo al no nacido), condiciones de vida dignas, educación para los jóvenes y el respeto a la conciencia, entre otras cosas, todas consistentes con la enseñanza social católica y el globalismo.
El Papa tiene interés en mantener unida a Europa. Después de todo, la Unión Europea es, en esencia, la resurrección del Sacro Imperio Romano. Al proporcionar orientación a los líderes europeos, los une más estrechamente a Roma.
La Biblia predice que surgirá una religión global, obligando a todas las personas a adorar de la misma manera, es decir, el domingo. La única entidad que tiene la estatura y jerarquía política mundial para imponer tal religión es la Iglesia Católica. Si Roma no puede recuperar el control de la fe y el orden político de Europa, nunca podrá imponer su religión al resto del mundo.
«Todo el mundo se maravilló en pos de…» Apocalipsis 13:3.
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