Por cuarto año consecutivo, Francisco utilizó sus felicitaciones navideñas anuales a la burocracia central de la Iglesia Católica Romana, o Curia, para instruir a los cardenales, obispos y otros jefes de departamento reunidos sobre la necesidad del cambio.
«Reformar Roma es como limpiar una Esfinge de Egipto con un cepillo de dientes», dijo, citando a un eclesiástico belga del siglo XIX. La frase no provocó mucha risa cuando el Papa la leyó en la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano, decorada con bellos murales.
Desde su elección como primer Papa latinoamericano en el 2013, Francisco ha estado tratando de reformar la Curia dominada por Italia para acercar la jerarquía de la Iglesia a sus miembros, promulgar reformas financieras y sacarla de los escándalos que marcaron el pontificado de su predecesor, el ex Papa Benedicto.
Sin embargo, él ha encontrado resistencia, especialmente porque algunos departamentos se han cerrado, fusionado o simplificado. Francisco dijo que algunos en la burocracia, el centro neurálgico de la Iglesia de 1.2 mil millones de miembros y cuyos miembros están encargados de llevar a cabo las decisiones del Papa, eran parte de «camarillas y complots». Francisco catalogó esto como «desequilibrado y degenerado» y un «cáncer que conduce a una actitud autorreferencial». Además habló de aquellos «traidores de la confianza», a quienes se les había confiado la tarea de llevar a cabo reformas pero se han «dejado corromper por la ambición y vanagloria».
Cuando se los deja tranquilos, dijo, «erróneamente se declaran mártires del sistema… en lugar de recitar un ‘mea culpa'» (en latín por «mi culpa»). No obstante, Francisco no citó ningún ejemplo específico. En junio pasado, el primer auditor general del Vaticano renunció repentinamente. Luego dijo que lo habían obligado a renunciar porque había descubierto irregularidades pero el Vaticano dijo que había estado espiando a sus superiores.
A principios de diciembre, el subdirector del banco del Vaticano fue despedido bajo circunstancias que no han sido explicadas.
En julio, en una sacudida importante de la administración del Vaticano, Francisco reemplazó al principal teólogo del catolicismo, un cardenal alemán conservador que ha estado en desacuerdo con la visión del pontífice de una Iglesia más inclusiva.
Francisco dijo que la abrumadora mayoría de los miembros de la Curia eran fieles, competentes y algunos eran santos. Más tarde, en una reunión separada con empleados laicos del Vaticano y sus familias, Francisco pidió perdón por los errores de algunos funcionarios de la Iglesia. Habló horas antes del funeral del cardenal Bernard Law, el ex arzobispo de Boston que renunció en desgracia después de encubrir años de abusos sexuales de niños por sacerdotes y cuyo nombre se convirtió en sinónimo de escándalo en la Iglesia católica.
Roma nunca cambia. La curia todavía está llena de escándalos. Para lograr su reforma, se requeriría un cambio fundamental pero este entraría en conflicto con los pronunciamientos y predicciones de las Escrituras.
«Y téngase presente que Roma se jacta de no variar jamás. Los principios de Gregorio VII y de Inocencio III son aún los principios de la Iglesia Católica romana; y si solo tuviese el poder, los pondría en vigor con tanta fuerza hoy como en siglos pasados. Poco saben los protestantes lo que están haciendo al proponerse aceptar la ayuda de Roma en la tarea de exaltar el domingo. Mientras ellos tratan de realizar su propósito, Roma tiene su mira puesta en el restablecimiento de su poder, y tiende a recuperar su supremacía perdida». El Conflicto de los Siglos, pág. 638.
Según la Biblia, el Vaticano es la fuente de gran parte de la corrupción en el mundo a través de su colaboración con los gobernantes mundiales (reyes de la tierra) y los controladores económicos (mercaderes de la tierra).
“Y me llevó en el espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata, llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, adornada con oro, piedras preciosas y perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación. Y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA”. Apocalipsis 17:3-5.
Comments