La cifra de muertes en Carolina del Norte por el huracán Mateo ascendió a 30, mientras las inundaciones a lo largo de la costa del Estado han seguido aumentado debido a las fuertes lluvias que han vertido hasta 16 pulgadas en algunos lugares.
En Greenville, las autoridades advirtieron que el río Tar podría sobrepasar todos los puentes dejando al condado dividido antes de que los ríos llegasen a su máximo nivel en la noche del miércoles 12 de octubre (cuatro días después de la tormenta).
Por su parte, en la Florida hubo ocho muertos y en Haití, el recuento se elevó a más de 1.000. Los vientos de la tormenta de categoría cuatro arrasaron con las casas en Haití y destruyeron el 90% de la región sur. Se estima que unas 350.000 personas necesitan ayuda y algunos pueblos no son accesibles sino en helicóptero. Aún Haití no se había recuperado plenamente del terremoto en el 2010. Mientras tanto, cuatro personas murieron en la vecina República Dominicana.
En Carolina del Norte, se prevé que al menos tres ríos lleguen a niveles sin precedentes cuando alcancen su nivel máximo el viernes 14 de octubre. Miles de casas han sido afectadas en Carolina del Norte y la Florida. Una represa en Carolina del Norte estuvo en peligro de romperse. Un dique se rompió poniendo en peligro a 1.500 personas más. Muchos hogares se quedaron sin electricidad durante períodos prolongados de tiempo. No había comida, agua o gasolina para la venta.
El Rev. Volley Hanson manifestó su preocupación por el estrés que pueda generarse y llevar a la gente al límite al no tener agua corriente y electricidad. El Condado de Robeson, que incluye el duramente golpeado Lumberton, tuvo el más alto índice de crímenes violentos de Carolina del Norte en el 2014. «El dinero en efectivo va a escasear. Tenemos ya vendedores ambulantes ofreciendo agua, Coca-Cola y cigarrillos. El paquete de cigarrillos ha subido a siete dólares», dijo Hanson. «La situación es difícil y va a empeorar».
La región de Lumberton recibió tanta agua que el río Lumber presentó una subida de 4 pies por encima de su nivel récord el domingo 9 de octubre y se espera que se mantenga así por lo menos por una semana más. El río Cape estuvo 26 pies por encima del nivel de inundación. Los ríos de Carolina del Sur también alcanzaron niveles de inundación.
«En la pequeña ciudad de Nichols, Carolina del Sur, las aguas provenientes de Lumberton hicieron que al menos 100 personas pasaran la noche en la tercera planta del ayuntamiento esperando ser rescatadas».
«La interestatal 95, una arteria principal de la costa este, tuvo que ser cerrada en Lumberton y los ingenieros no pudieron afirmar cuando podrían volverse a abrir. Conducir era difícil sino imposible porque cientos de caminos estaban cerrados. En algunos casos, poblaciones enteras quedaron aisladas. Decenas de distritos escolares y colegios tuvieron que cancelar las clases durante toda la semana.
«Las autoridades de Georgia y Carolina del Sur advirtieron a los residentes de las zonas costeras que la restauración de la electricidad y limpieza de los escombros podrían tomar días o incluso semanas. Las personas se sintieron aún más frustradas cuando las autoridades les impidieron volver a sus hogares porque el daño era todavía demasiado severo».
Ya la región de Carolina del Norte estaba saturada por las lluvias torrenciales de septiembre. Muchas zonas costeras recibieron el doble de su precipitación normal debido en parte a la tormenta tropical Julia que estuvo estacionada frente a la costa durante varios días.
«En el mundo todo es agitación. Las señales de los tiempos son alarmantes. Los acontecimientos venideros proyectan ya sus sombras delante de sí. El Espíritu de Dios se está retirando de la tierra, y una calamidad sigue a otra por tierra y mar. Hay tempestades, terremotos, incendios, inundaciones, homicidios de toda magnitud. ¿Quién puede leer lo futuro? ¿Dónde hay seguridad? No hay seguridad en nada que sea humano o terrenal. Rápidamente los hombres se están colocando bajo la bandera que han escogido. Inquietos, están aguardando y mirando los movimientos de sus caudillos. Hay quienes están aguardando, velando y trabajando por la aparición de nuestro Señor. Otra clase se está colocando bajo la dirección del primer gran apóstata. Pocos creen de todo corazón y alma que tenemos un infierno que rehuir y un cielo que ganar». El Deseado de Todas las Gentes, pág. 590.
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