Mientras nuevos esfuerzos se están llevando a cabo para resolver las diferencias en la relación política entre los Estados Unidos y Europa, la relación entre los obispos católicos de ambos lados del Atlántico se ha estrechado más. Esta unión está más fuerte que nunca y les ayudará a minimizar la fragmentada relación.
Por ejemplo, después que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunciara su retiro del acuerdo climático de París, se produjo una reacción severa (y peculiarmente unitaria) por parte de Alemania, Francia e Italia. Los obispos influyeron en esta respuesta de unidad.
Entre varios factores que han contribuido a la tensión, se encuentra el enfrentamiento que tuvo la canciller Ángela Merkel en el G7, el cual llevó a la líder alemana a decir que Europa ya no podía seguir contando con los Estados Unidos y Gran Bretaña. Y que por lo tanto, había llegado el tiempo de que los europeos tomaran su destino en sus propias manos. En otras palabras, una declaración de independencia.
El voto Bréxit en el Reino Unido y la elección de un nuevo líder de los Estados Unidos, cuya mantra es “Estados Unidos primero”, tampoco parecen presagiar nada bueno para la cooperación internacional.
Aunque los políticos de ambos lados parecen estarse alejando, los obispos católicos se están acercando cada vez más, por lo menos en los siguientes tres puntos estratégicos: la persecución de los cristianos, especialmente en el Oriente Medio, la inmigración y las guerras culturales (las cuales los europeos parecen ya haber resuelto mientras aún los americanos están en la lucha).
La urgencia de la persecución contra los cristianos ha reducido sustancialmente las diferencias en la perspectiva entre los obispos americanos y europeos quienes comparten el mismo diagnóstico político del conflicto sirio. Ya no existen las disputas por las diferencias sobre el cambio del régimen político u otras divergencias en su perspectiva.
Esencialmente, por doscientos años, los obispos americanos favorecieron la inmigración, principalmente porque los inmigrantes que llegaban a Estados Unidos eran católicos. Por su parte, los obispos de Europa han sido tradicionalmente escépticos debido a la migración musulmana, la cual no se asimila bien. Sin embargo, hoy, los obispos ven una gran parte de cristianos llegando al continente, incluyendo grandes cantidades de África, Asia y Oriente Medio.
El cardenal Christoph Schönborn de Viena ve señales de esperanza para la fe católica en Europa debido a la inmigración cristiana (católica). “Tenemos una variedad de comunidades inmigrantes que están llegando del mundo, desde China hasta Latinoamérica, expresó. “Ellos traen mucho más fervor, nuevo calor, nueva vida para la iglesia local”. Claramente, el fuerte liderazgo del Papa Francisco a favor de los inmigrantes y los refugiados sirve de argumento para esta tendencia.
Finalmente, los obispos americanos se enfocan en la creación y defensa de espacios para las personas de fe que están en desacuerdo con el giro izquierdista cultural pero no con la sustancia de ese giro. Esto hace más estrecha la diferencia entre los dos lados puesto que este ha sido el enfoque de los obispos europeos por un largo tiempo.
Y un último factor que acerca el catolicismo americano y europeo podría ser el Papa Francisco. Su visión es la misma para ambas regiones, instándolos a un mayor sentido de responsabilidad para las periferias. Según el Papa, Europa y Estados Unidos tienen una vocación común.
Esta convergencia católica, hasta cierto punto, unirá a Europa y América en un tiempo cuando los líderes políticos parecen determinados a alejarse. Esta es la razón por la cual se encuentran íntimamente envueltos en la discusión política y cultural en ambos lugares. El movimiento ecuménico también ha unido a las iglesias evangélicas en ambas regiones del mundo. Es sorprendente que por lo menos por el lado católico, la alianza del Atlántico parece estar mejor que nunca. Esto ayudará finalmente en la unión de ambos lados en contra del verdadero pueblo de Dios que guarda todos los Diez Mandamientos.
“Mediante esa primera bestia se representa a la Iglesia Romana, una organización eclesiástica investida de poder civil, con autoridad para castigar a los disidentes. La imagen de la bestia representa otra organización religiosa investida de poderes similares. La formación de esa imagen es obra de la bestia cuyo pacífico surgimiento y disposición aparentemente bondadosa hacen de ella un notable símbolo de los Estados Unidos. Aquí se puede encontrar una imagen del papado. Cuando las iglesias de nuestro país, al unirse en puntos de fe que les son comunes, influyan sobre el estado para que imponga sus decretos y apoye sus instituciones, entonces los Estados Unidos, país protestante, habrán formado una imagen de la jerarquía romana. Entonces la verdadera iglesia será objeto de persecución, como lo fue el antiguo pueblo de Dios”. La Historia de la Redención, pág. 400.
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