National Catholic Register, por Clara Raimundo: Piensa en las esculturas más grandes e icónicas del planeta. ¿Te vienen a la mente la Estatua de la Libertad en Nueva York o el Cristo Redentor en Río de Janeiro?
Ahora se ha estrenado una estatua aún más alta: la escultura más grande del mundo de Nuestra Señora de Fátima, inaugurada el jueves en la ciudad brasileña de Crato.
Con una impresionante altura de 54 metros (el equivalente a un edificio de 15 plantas), la nueva escultura se eleva en medio de una extensa llanura urbana, haciendo visible la fuerte devoción mariana de los habitantes de la región e inscribiendo la fe en el propio paisaje.
Con un interior de poliuretano y un exterior compuesto por membranas de fibra de vidrio con resina, un acabado en gel y pintura especial, la escultura se creó por partes, que luego se transportaron a Crato y se ensamblaron como un rompecabezas en 3D. En total, la obra tardó un año y cinco meses en completarse, con la participación de un equipo de más de 30 personas. Al mismo tiempo, se construyó un nuevo santuario a su alrededor, equipado con servicios para los peregrinos, una réplica de la Capilla de las Apariciones de Fátima, en Portugal, y asistencia pastoral.
Durante la ceremonia de inauguración, que reunió a miles de personas, el obispo de Crato, Magnus Henrique Lopes, destacó que, con esta nueva imagen, llega un renovado llamamiento a la paz: «Nuestra Señora de Fátima pide conversión y nos pide que recemos por la paz mundial y, sobre todo, por la paz de nuestros corazones, porque cuando rezamos por la paz interior, se produce la paz mundial».
También estuvieron presentes varios representantes políticos locales y nacionales. El ministro de Educación, Camilo Santana, destacó que se trataba de un momento de reflexión. «El mundo necesita tolerancia, fraternidad y afecto. Que Nuestra Señora de Fátima alimente los corazones y las mentes de cada uno de nosotros. Nosotros, que somos gobernantes, que tomamos decisiones, que siempre tomemos decisiones con sabiduría, con justicia y siempre velando por las personas que más lo necesitan, en Ceará y en este país».
Pero, ¿cómo es que una devoción mariana originaria de Portugal llegó a florecer en esta ciudad sudamericana? Todo comenzó hace exactamente 72 años, el 13 de noviembre de 1953, cuando Crato recibió por primera vez la visita de la estatua peregrina de Nuestra Señora de Fátima.
La escultura, enviada por el Santuario de Fátima en Portugal, fue llevada a la plaza principal de la ciudad de Crato, atrayendo a los fieles, a las autoridades y a la población en general. Y hay informes de favores después del paso de la estatua por las calles. A finales de ese mes, la catedral de Crato recibió como regalo una réplica de la estatua de Nuestra Señora que se encuentra en la Capilla de las Apariciones de Fátima, que marca el lugar de la aparición mariana de 1917 a los tres pastorcitos portugueses.
En consecuencia, la devoción a Nuestra Señora de Fátima ha florecido en la región. Se crearon nuevas parroquias bajo este título mariano, y varias instalaciones públicas de la ciudad, como guarderías, escuelas, calles y barrios, comenzaron a llevar el nombre de Nuestra Señora.
Más recientemente, en 2014, se inauguró allí una escultura de Nuestra Señora de Fátima de 45 metros de altura, la más grande de Brasil en ese momento. Pero las críticas se multiplicaron, por su cuestionable belleza y su alejamiento de la imagen original. A partir de ahí, surgió el deseo de sustituir la escultura existente y reestructurar el espacio circundante para fomentar una mayor experiencia de la espiritualidad mariana.
El padre Arileudo Machado, administrador del monumento, comenzó la búsqueda del artista adecuado para esta misión y encontró a Ranilson Viana, un joven escultor brasileño cuyas obras son conocidas por su realismo detallado y su capacidad para evocar emociones.
«Recibí con gran alegría y orgullo la invitación para realizar esta escultura», declaró Viana al Register. «Ya había realizado una escultura de unos 20 metros, otra de 33 metros, y estoy preparando una escultura de Santa Ana de 57 metros. Pero tener la oportunidad de hacer la Virgen de Fátima más grande del mundo fue especialmente especial porque crecí en una casa de gran fe y mi abuela siempre fue devota de Nuestra Señora de Fátima».
«Cada detalle de esta escultura transmite la devoción por María que ella me transmitió», añadió. «Trabajar en esta pieza fue, para mí, una forma de oración en movimiento».
Viana, de 38 años, fue criado por sus abuelos maternos después de que su madre falleciera cuando él era solo un niño. «Crecí en una casa muy pobre en la zona rural de Petrolina, y pasamos por muchas dificultades, pero nunca me faltó amor y fe», recuerda.
Lo que nunca imaginó fue que se convertiría en escultor, y mucho menos que crearía obras de esta magnitud. Aunque siempre le gustó dibujar, y todos reconocían que tenía un talento especial para ello, recuerda que su abuela le advertía que era difícil ganarse la vida con las artes plásticas.
Sin embargo, fue cuando supo que su esposa estaba embarazada de su primer hijo cuando se arriesgó a hacer su primera escultura. «Necesitábamos dinero para poder tener una casa con una habitación para el bebé, y fue con esta primera escultura que logré conseguirlo», relató. El bebé moriría menos de dos meses después de nacer, pero en medio del enorme dolor de esa pérdida, Viana comprendió uno de los propósitos de la corta vida de su hijo: mostrarle su vocación como escultor.
A partir de entonces, nunca se detuvo: su fe creció, al igual que sus esculturas, que comenzó a crear también con el objetivo de fortalecer la fe de los demás. «Realmente quiero que estas imágenes les ayuden a establecer una fuerte conexión con nuestro Creador», dijo. «Y veo que eso está sucediendo. Hay personas que se me acercan y me abrazan, diciendo que sus vidas han cambiado desde que entraron en contacto con las esculturas. He recibido informes de personas que han superado el alcoholismo, que se han reconectado con sus familias… Es muy gratificante saber cómo mi trabajo puede transformar a las personas».
Además, al atraer a peregrinos, turistas y curiosos, «la presencia de estas esculturas promueve el desarrollo local, porque donde hay mayor circulación de personas, debe aumentar la seguridad, debe haber comercio, deben mejorar el acceso y el transporte; debe haber servicios de salud, educación, etc.», subrayó el escultor.
Su escultura de Nuestra Señora de Fátima es prueba de ello.
Para el rector del Santuario de Fátima en Portugal, el padre Carlos Cabecinhas, «la devoción mariana del pueblo brasileño es impresionante, y la devoción a Nuestra Señora de Fátima es aún más impresionante». El sacerdote dijo al Register que, «desde el primer momento», apoyó esta iniciativa y siguió la evolución de la construcción de este nuevo complejo religioso. Espera poder ver pronto el monumento mariano en persona.
Para la inauguración, la imagen peregrina de Nuestra Señora de Fátima regresó a Crato, después de más de 70 años.
En cuanto al escultor Viana, ya está planeando su viaje al Santuario de Fátima. «Le prometí a Nuestra Señora que, si este proyecto era aprobado, iría al santuario para dar gracias. Iré lo antes posible, junto con mi esposa, mis tres hijos y mi suegra», afirmó. Y, mientras recibe solicitudes de diversas partes de Brasil y otros países latinoamericanos para esculpir más estatuas gigantes de Nuestra Señora, Viana compartió su próximo objetivo: construir la estatua más grande del mundo, con una altura de 200 metros (656 pies; la escultura más alta actualmente mide 182 metros y representa a uno de los líderes de la independencia de la India, Sardar Vallabhbhai Patel, ubicada en el estado de Gujarat).
Pero esta escultura, reveló, no será ninguna otra representación de María. Será de Aquel a quien «ella siempre señala»: Jesús.
Conexión Profética:
“Merced a los dos errores capitales, el de la inmortalidad del alma y el de la santidad del domingo, Satanás prenderá a los hombres en sus redes. Mientras aquél forma la base del espiritismo, éste crea un lazo de simpatía con Roma. Los protestantes de los Estados Unidos serán los primeros en tender las manos a través de un doble abismo al espiritismo y al poder romano; y bajo la influencia de esta triple alianza ese país marchará en las huellas de Roma, pisoteando los derechos de la conciencia.” El Conflicto de los Siglos, pág. 645.