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La Ley Tributaria de la Cámara de los Estados Unidos Uniría Esencialmente a la Iglesia y el Estado

Si el proyecto de ley sobre los impuestos de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos se convierte en ley, la política partidista controlaría el mundo de las organizaciones sin fines de lucro convirtiéndolas de instituciones diseñadas para promover el bien público, en depravadas guaridas de políticas de identidad y motivaciones egoístas. Esto ocasionaría un momento sísmico porque las organizaciones benéficas usarían las contribuciones deducibles de impuestos para favorecer u oponerse a candidatos políticos de acuerdo al pedido de donantes ricos causando resultados devastadores para las organizaciones benéficas y la nación.

Desde 1954, a las organizaciones benéficas se les ha prohibido participar en campañas políticas mediante una regla conocida como la «Enmienda Johnson». Donald Trump juró destruir esta regla a instancias de que algunas iglesias evangélicas quieren respaldar a candidatos desde el púlpito. Sin embargo, la fuerte oposición de los grupos de defensa de las organizaciones sin fines de lucro tuvo un efecto poderoso. Los republicanos ahora proponen flexibilizar, no revocar, la Enmienda Johnson. El proyecto de ley aprobado por la Cámara de Representantes permitiría a las organizaciones benéficas hacer declaraciones de campaña política, pero solo en el «curso normal» de sus actividades habituales y solo si el costo del discurso no es más que un pequeño gasto no excesivo».

Según los patrocinadores de este compromiso, estos límites aseguran que «la función principal de la organización siga siendo caritativa o religiosa» y que no haya riesgo de que las organizaciones benéficas se conviertan en comités de acción política (PAC) o que los contribuyentes subvencionen campañas políticas mediante contribuciones caritativas.

Desafortunadamente, estas esperanzas no son correctas. Es cierto que los endosos, las declaraciones políticas en sitios web, las presentaciones en los medios o las cartas de recaudación de fondos son baratas. No violarían las disposiciones del «curso ordinario» del proyecto de ley. Pero a pesar de que los endosos son de bajo costo o ninguno para la organización, el valor del endoso para el candidato o los donantes podría ser extremadamente alto. Los donantes indudablemente estarían dispuestos a pagar miles de dólares por avales de rutina de organizaciones benéficas importantes. No habría forma de saber si un donante hizo su aporte por caridad o por política, y, en verdad, para muchos grupos, no habría diferencia.

La Enmienda Johnson protege a las organizaciones benéficas de la presión política que puedan ejercer los donantes y de ser atrapadas por un partido. Sin la enmienda, las organizaciones benéficas (e iglesias), las cuales siempre están recaudando fondos, podrían comprarse con fines políticos. El resultado sería la aplicación de deducciones fiscales a contribuciones de caridad falsas realizadas por razones políticas, algo que los patrocinadores de esta medida dicen que quieren evitar.

Por otro lado, es común suponer que las obras de caridad tienen un propósito noble. Pero las organizaciones benéficas de los Estados Unidos son fáciles de crear y pueden servir para una agenda particular (y no tan agradable) bajo el pretexto de ser educativas. Por ejemplo, una organización benéfica que promueve la supremacía blanca podría «educar» y hacer declaraciones políticas como parte de su curso normal de negocios. Lo mismo es cierto para los grupos menos radicales como las organizaciones benéficas para el «bienestar social» o las mega iglesias que podrían hacer declaraciones políticas sin un costo adicional incrementado. En resumen, una vez que las organizaciones sin fines de lucro puedan adoptar posturas partidistas, no existirá un límite real. Además un IRS con poca financiación no podría intentar seriamente hacer cumplir los límites débiles de las facturas sobre el discurso político.

Otra disposición curiosa en el proyecto de ley de la Cámara es que limita la deducción caritativa para el cinco por ciento de los contribuyentes más ricos. Si esta disposición se combina con el debilitamiento de la Enmienda Johnson, solo los más ricos se van a beneficiar con la deducción fiscal. El sesgo del discurso político va a ser mayor ya que los que están en la parte superior del espectro de ingresos ahogaran las voces de los demás.

La Enmienda Johnson ha funcionado bien para las organizaciones sin fines de lucro y la sociedad estadounidense. Debe dejarse tal como esta. Su debilitamiento sería proféticamente peligroso porque ayudaría abiertamente a unir la iglesia y el estado.

“Los dignatarios de la iglesia y del estado se unirán para hacer que todos honren el domingo, y para ello apelarán al cohecho, a la persuasión o a la fuerza. La falta de autoridad divina se suplirá con ordenanzas abrumadoras. La corrupción política está destruyendo el amor a la justicia y el respeto a la verdad; y hasta en los Estados Unidos de la libre América, se verá a los representantes del pueblo y a los legisladores tratar de asegurarse el favor público doblegándose a las exigencias populares por una ley que imponga la observancia del domingo. La libertad de conciencia que tantos sacrificios ha costado no será ya respetada”. El Conflicto de los Siglos, pág. 650.


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