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Los “Flautistas” de la Unidad Global: Funcionarios de la OTAN Cantan Juntos

Por Jozef Daniel Astley

Mientras se insta a las naciones a que avancen hacia la globalización como prerrequisito a fin de «salvar el planeta», la música también contribuye para que las naciones se vayan uniendo. Esta vez se trata de una especie de karaoke político. Durante una reunión de la OTAN en Antalya, Turquía, el pasado 13 de mayo de 2015, un grupo de cancilleres y funcionarios europeos cantaron, tomados de la mano, la famosa canción «We Are the World» [Somos el Mundo]. Esta canción tan influyente, fue originalmente compuesta por Michael Jackson y Lionel Richie para el concierto en vivo a beneficio de los pobres de África en 1985 y fue interpretada por más de cien famosos cantantes. Por treinta años, esta canción ha servido como una propaganda muy efectiva en el tema que todos seamos «un mundo» gracias a su letra que insta explícitamente a que «el mundo debe unirse como uno solo». Tras el devastador terremoto de Haití el 12 de enero de 2010, se hizo una nueva versión de la canción con la colaboración de artistas de Haití. Otra versión resultó ser muy popular en YouTube registrando más de seis millones de visitas y siendo promovida por varias agencias de noticias. Esta canción es una de las muchas formas en las cuales se utiliza la música para promover la unidad como uno de los grandes ideales que persigue la humanidad.

La actuación, al estilo karaoke, realizada por los funcionarios de la OTAN es una reminiscencia de la historia relatada en el capítulo tres de Daniel, en la cual se empleó la música como un intento de unificar el mundo bajo una religión mundial. Los antecedentes históricos de esta narración se encuentran en el capítulo dos. El sueño profético de Nabucodonosor declara que los reinos de este mundo no iban a resistir la prueba del tiempo sino que finalmente serían destruidos «no con mano» y sustituidos finalmente por el reino de Dios. La imagen metálica descrita en este capítulo representa el mundo: su historia, su idolatría, su filosofía, su degeneración moral; y la profecía anuncia su destino final. La imagen se compone de varios metales que simbolizan una sucesión de reinos, comenzando con la Babilonia de Nabucodonosor representada por la cabeza de oro, y seguida de Medo-Persia (pecho y brazos de plata), Grecia (muslos de bronce), Roma (piernas de hierro), y finalmente un mundo dividido representado por los pies de hierro mezclado con barro cocido. La imagen revela la creciente división de la humanidad hacia el final de la historia de la tierra. La profecía declara que los tratados o contratos sociales no van a remediar esta falta de cohesión social, porque «no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro.»

Pero el orgulloso Nabucodonosor no podía soportar la idea de que su gran reino de Babilonia fuese derrocado y dividido. Por lo tanto, leemos en el siguiente capítulo (Daniel 3) que hizo una imagen de oro, como desafío al sueño que Dios le había dado, la cual simbolizaba la unidad y la perpetuidad de su reino. «Después mandó llamar a todos los gobernadores regionales, jefes del ejército, gobernadores provinciales, consejeros, tesoreros, jueces, magistrados y demás autoridades de las provincias, para que asistieran a la dedicación de la estatua que él había mandado hacer. «(Daniel 3: 2, DHH). La obligación legal de reunirse alrededor de la estatua de oro de Nabucodonosor representaba un mundo unido, un símbolo de las «Naciones Unidas» de Babilonia, con la colaboración de líderes políticos, administradores, asesores y funcionarios militares reunidos para celebrar la dedicación de la estatua. ¿Habrán cantado los funcionarios babilónicos en la dedicación de la imagen de Nabucodonosor? Quizás si hubieran vivido en nuestro tiempo, su himno internacional podría haber sido la popular canción: «We are the World» (“Somos el Mundo”). Podrían haberse unido con los funcionarios de la OTAN en el canto y decir juntos: «Viene un tiempo en que debemos prestar atención al llamado, cuando el mundo debe unirse como uno solo… «Después de todo, esta fue la única orden de Nabucodonosor al decretar que los asistentes a la fiesta debían adorar a la imagen tan pronto como oyeran la música.

Un heraldo declaró: «Atención, hombres de todos los pueblos, naciones y lenguas: En cuanto oigan ustedes tocar la trompeta, la flauta, la cítara, la lira, el salterio, la gaita y todos los instrumentos musicales, se pondrán de rodillas y adorarán a la estatua de oro que hizo construir el rey Nabucodonosor. Todo aquel que no se arrodille y adore a la estatua, será arrojado inmediatamente a un horno encendido”. (Daniel 3:4-6).

Sadrac, Mesac y Abed-nego se negaron a inclinarse ante la imagen de oro de Nabucodonosor, por lo que fueron arrojados al horno de fuego, del cual el Señor Jesucristo los libró milagrosamente.

Esta historia ilustra las drásticas medidas que los gobernantes podrían llegar a adoptar algún día para asegurar el apoyo popular en un ideal común, y revela el papel que la música podría desempeñar para unir al mundo y cumplir con su agenda global. Así como el sueño profético de Daniel capítulo dos confrontó los ideales de Nabucodonosor, así la cosmovisión bíblica confronta los ideales de globalistas de hoy.

Los funcionarios de la OTAN cantaron las palabras: «No podemos seguir fingiendo diariamente que alguien, en algún lugar hará pronto un cambio”. En lugar de esperar la Segunda Venida de Jesús, la canción enseña que las personas por sí mismas deben salvar el mundo. «Estamos tomando una decisión», declara el coro, «Estamos salvando nuestras propias vidas». El tema traído a la vista aquí es por supuesto la antigua cuestión sobre la fe y las obras. ¿Necesitamos un Salvador? O ¿somos capaces de salvarnos a nosotros mismos? Esto no sólo es una cuestión personal sino que también incluye nuestras creencias sobre el destino del planeta. ¿Debemos esperar el retorno de Jesucristo para unos cielos nuevos y una tierra nueva? O ¿debemos esforzarnos por salvar el planeta con la fuerza, sabiduría y recursos humanos?

La imagen de oro de Nabucodonosor es parte de la historia pero sus ideales babilónicos están muy vivos hoy. La música ya está sonando y las naciones se están reuniendo en torno a la idea de que la unidad y la sostenibilidad del mundo pueden ser asegurados por el esfuerzo humano, basados en la razón también humana. La revelación divina enseña otra cosa. Y así todos tendrán que elegir si van a seguir a los flautistas de la humanidad o creer en el registro inspirado.

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