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«El Grande»

Los sismólogos afirman que hace tiempo debió haber ocurrido un gran terremoto que afecte Washington, Oregon y California. Se refieren a un gran sismo que devastaría las zonas costeras ya densamente pobladas de la costa oeste de Estados Unidos.

La duración de un sismo corresponde aproximadamente a su magnitud. Por ejemplo, un sismo de quince segundos puede llegar a grado seis; treinta segundos, un mediano grado siete. Un minuto, puede ser de un grado siete fuerte. Dos minutos entra en el grado ocho. Un terremoto de tres minutos puede significar un alto nivel ocho, mientras que cuatro minutos, puede llegar a un grado 9.0.

Allá por el año 2005, Yasutaka Ikeda, un geólogo japonés, predijo que Japón pronto tendría un sismo con magnitud 9.0 o superior, cuyas consecuencias serían catastróficas. Él fue ignorado en gran medida. Pero en 2011, un sismo de 9,0 devastó el norte de Japón y junto con su posterior tsunami causó la muerte a más de 18.000 personas.

Los científicos afirman que la costa oeste de Estados Unidos podría esperar un terremoto masivo. Dicen que la capacidad máxima de la Falla de San Andrés es sólo del 8,2, lo cual es un terremoto de gran alcance pero que representa sólo un 6% del evento japonés.

Sin embargo, la zona de subducción de Cascadia, ubicada justo al norte de la línea de falla de San Andrés, tiene una longitud de 700 millas por la costa del noroeste del Pacífico. La placa tectónica Juan de Fuca está constantemente deslizándose por debajo de América del Norte. Pero este continente se ha quedado atascado contra la superficie de la placa, la cual está empujando a América del Norte hacia arriba y comprimiendo hacia el este a una velocidad de entre cuatro y cuarenta milímetros al año. Más pronto que más tarde, según los sismólogos, América del Norte rebotará como un resorte. Cuando lo haga, es probable que ocurra un gran terremoto, dejando caer la plataforma continental al oeste de las montañas Cascade hasta seis pies y el rebote hacia el oeste de 30 a 100 pies. Parte de ese cambio sucederá bajo el océano forzando una cantidad colosal de agua que envíe olas gigantes a Japón y a Estados Unidos.

«En el momento en que el temblor haya cesado y el tsunami haya disminuido, la región será irreconocible,» dijo Kenneth Murphy, director de FEMA para la región. «Nuestra hipótesis es que todo al oeste de la Interestatal 5 será triturado». Estamos hablando de 140.000 millas cuadradas, incluyendo a Seattle, Tacoma, Portland, Eugene, Salem, Olympia, y siete millones de personas. Cuando esto ocurra, será el peor desastre natural en la historia de Estados Unidos.

FEMA proyecta que habría un mínimo de 13.000 muertos y 27.000 heridos si se presentase un evento grande en Cascadia. «Este es un momento en el cual yo espero que toda la ciencia esté equivocada y no suceda en otros mil años”, dice Murphy. Las probabilidades de un gran terremoto en los próximos cincuenta años son aproximadamente de tres a uno.

El problema es que el noroeste del Pacífico no está preparado para ello. El Juan de Fuca es parte del «anillo de fuego», una región volcánica y sísmica volátil que va desde Nueva Zelanda a través de Indonesia y Japón, a través de Alaska, y abajo de la costa oeste de las Américas hasta Chile. La mayoría de los terremotos en la región son el resultado de las placas continentales que consiguen despegarse de las placas oceánicas.

La zona de subducción de Cascadia tiene «todas las partes anatómicas correctas» pero nunca en la historia ha causado un terremoto de gran magnitud. Sin embargo, en la década de 1980, mediante el estudio de los anillos de los árboles de cedro muertos cerca de la costa de Washington, los científicos se dieron cuenta de que hubo un terremoto en 1699. Los registros de terremotos y tsunamis en Japón datan desde 599 DC. Un científico japonés relacionó el terremoto de 1699 con un tsunami aparentemente «huérfano» de 600 millas de largo que afectó a Japón, al mismo tiempo.

La historia de los nativos americanos también pone de manifiesto la evidencia de inundaciones de agua salada y hundimientos de la tierra, señalando el mismo período de tiempo alrededor de 1700. Los científicos también han estado estudiando el fondo marino, lo que da la historia de la zona de subducción a través de depósitos que cayeron allí, ya que se cayó de la placa continental durante los terremotos. Los científicos han sido capaces de determinar qué parte de la zona se ha roto, con qué frecuencia y cuán drásticamente. Los científicos ahora creen que, en promedio, cada 243 años, un terremoto ocurre en Cascadia. Haciendo las cuentas, el Pacífico Norte ya ha cumplido 315 años en el ciclo de 243 años.

Los sistemas de alerta temprana ahora disponibles no se utilizan en la región. La gran mayoría de los edificios no fueron construidos con las normas sísmicas de hoy. FEMA estima que más de un millón de estructuras se derrumbarán; escuelas, hospitales, edificios de oficinas y puentes. La mayoría de Seattle está construido sobre terrenos con licuefacción del suelo.

«El chapoteo, deslizamiento, y movimiento de un gran terremoto provocará incendios, inundaciones, fallas de tuberías, roturas de represas y derrame de peligrosos materiales». En «cuatro a seis minutos del sacudón, las estructuras se desplomarán. Por unos minutos, la región, ya puesta patas arriba, continuará desmoronándose por su cuenta. Luego la ola llegará y la destrucción real comenzará».

Miles morirán en la zona de inundación. «No podemos salvarlos», dice Kevin Cupples, planificador de la ciudad de Seaside, Oregon. «Yo no voy a disfrazar el asunto y decir: ‘Oh, sí, vamos a pasar y revisar a los ancianos’. No. Nosotros no”. Tampoco nadie salvará a los turistas. El tsunami no se levantará de la superficie del mar y romperá desde arriba. Más bien parecerá que todo el océano se ha elevado superando a la tierra. La zona de inundación recorrería las estructuras desde California hasta Canadá, haciendo que la zona de inundación por el tsunami quede inhabitable durante años.

A tan sólo ochenta millas de la costa del estado de Washington y con diez mil pies debajo de la superficie del mar, el reloj geológico no se detiene.

«Al mismo tiempo que se hace pasar ante los hijos de los hombres como un gran médico que puede curar todas sus enfermedades, Satanás producirá enfermedades y desastres al punto que ciudades populosas sean reducidas a ruinas y desolación. Ahora mismo está obrando. Ejerce su poder en todos los lugares y bajo mil formas: en las desgracias y calamidades de mar y tierra, en las grandes conflagraciones, en los tremendos huracanes y en las terribles tempestades de granizo, en las inundaciones, en los ciclones, en las mareas extraordinarias y en los terremotos. Destruye las mieses casi maduras y a ello siguen la hambruna y la angustia; propaga por el aire emanaciones mefíticas y miles de seres perecen en la pestilencia. Estas plagas irán menudeando más y más y se harán más y más desastrosas. La destrucción caerá sobre hombres y animales”. El Conflicto de los Siglos, página 576.

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