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El Domingo Necesita Ser Especial

El domingo es «especial para mí porque es un día en el que no estamos obligados a adorar al mercado», escribió Giles Fraser, un sacerdote de Londres, columnista habitual para el periódico The Guardian.

Los conservadores podrán desestimar la campaña Haz del Domingo un Día Especial diciendo que proviene de una «colección de ignorantes excéntricos: cristianos, sindicatos y nostálgicos de 1950»; sin embargo, sus ideas están conectadas directamente a la profecía.

Anna Soubry del programa Today Show piensa que «el domingo era el día más miserable de la semana» hasta que se convirtió en el día de compras. No obstante, Giles comenta con sarcasmo: «…Nada, absolutamente nada, debe obstaculizar las compras y nuestra creciente productividad. En lugar de todas esas tediosas reuniones familiares, debemos estar por ahí comprando más cosas que no necesitamos con dinero que no tenemos. ¿Un día de descanso? ¡Dios, no! Debemos mover las ruedas de las finanzas, construir esas pirámides y endeudarnos más».

Él continúa diciendo: “Soubry quiere que adoremos al dios del dinero el domingo. Todos los otros dioses deben ser aplastados, arrancados y ridiculizados. Sólo el dios del dinero merece nuestra obediencia verdadera e incuestionable. Bueno, me hubiera gustado que dejara de imponernos su religión…»

Giles reconoce que el día de descanso y de adoración bíblico es el Sábado y sabe, por lo menos, parte de su historia. Él menciona que los primeros cristianos trasladaron su «día de descanso» del séptimo día de la semana al primer día, es decir del sábado al domingo… A pesar de que el cuarto mandamiento ordena que el Sábado sea el día de reposo (séptimo día, observancia del Sábado), su cambio se debió en parte como una forma de honrar la resurrección que ocurrió ‘el primer día de la semana’; también para distinguir el cristianismo del judaísmo y como una forma de colonizar el elegante día del culto al sol observado por los romanos.

Giles también reconoce que el sábado del séptimo día está conectado fundamentalmente al Jubileo que implica el perdón de la deuda… «El séptimo día de la semana correspondió al séptimo día de la creación, cuando Dios descansó. De esto se deduce: 1) El descanso en el séptimo día; 2) El descanso de la tierra en el séptimo año (año en que estamos según el calendario judío); y 3) El perdón de todas las deudas: El jubileo (al cumplirse siete veces siete años).

Giles argumenta que Jesús se refiere al perdón de las deudas cuando dice: «Vengo a traer buenas nuevas a los pobres, libertad para los cautivos… y proclamar el año de gracia del Señor… Esto no es una frase de cajón de las Escrituras. Es la llave que abre todo el significado del movimiento de Jesús. Y es fundamental e inevitablemente la antítesis del capitalismo moderno. El jubileo no es la reestructuración de la deuda. Es el perdón total y absoluto de la deuda. No es de extrañar que el ministerio de negocios no sea tan llamativo».

Pero ha habido momentos en los que el espíritu radical de la iglesia pre constantiniana ha surgido», agregó. «No es ninguna coincidencia que cuando la guerra civil inglesa estaba en su apogeo, la teología radical fuese reclamada y algunos cristianos empezasen a hacer invitaciones para el sabatarianismo del séptimo día y el retorno a la teología política del jubileo».

En el típico sarcasmo mordaz británico, Giles, el cura, se burla de las compras en el día domingo y defiende el descanso dominical para los británicos. Algún día su deseo se hará realidad. Llegará el tiempo cuando una demanda popular hará que haya un descanso dominical en el Reino Unido…

«Una de las trampas de Satanás consiste en mezclar con el error una porción suficiente de verdad para cohonestar aquel. Los jefes del movimiento en favor del domingo pueden propagar reformas que el pueblo necesita, principios que estén en armonía con la Biblia; pero mientras mezclen con ellas algún requisito en pugna con la ley de Dios, los siervos de Dios no pueden unirse a ellos. Nada puede autorizarnos a rechazar los mandamientos de Dios para adoptar los preceptos de los hombres”. El Conflicto de los Siglos, pág. 645.


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