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El Estudio de Teología ya No Es Requerido

¿Se ha preguntado por qué muchos pastores evangélicos predican sermones insípidos y superficiales? Una de las razones podría ser que el estudio de las doctrinas de la Biblia (a menudo llamado teología) se ha sustituido por la psicología popular y por mensajes que hagan “sentir bien” a las personas.

Actualmente, en los seminarios se capacita a los pastores en administración y habilidades de organización estratégica para la gestión de la iglesia pero no en cómo predicar la Palabra. Cuando llegan al ministerio, se involucran tanto en la administración que tienen poco tiempo para estudiar la Palabra de Dios.

Todo se remonta a los años 1800, cuando la «teología» (el estudio de Dios) ya no funcionaba como la «reina de las ciencias». Desde la Reforma, se aplicaba el estudio de la Biblia para todos los campos de estudio. Sin embargo, a finales de 1800, se separó la teología de las otras ciencias y se reservó principalmente para los que se dedicaban al ministerio de tiempo completo. Eso creó un cambio cataclísmico y trágico. La mayoría de las universidades, como Princeton, Harvard, Yale, Dartmouth, Columbia, etc., eliminaron la teología como su pieza central. Ya no veían el estudio de la naturaleza (estudio científico) como complemento y extensión de la teología, el «libro número 67 de la Biblia». La Palabra de Dios ya no fue considerada como el punto de encuentro de todas las ramas de estudio.

Hoy en día, se considera cada rama de estudio por separado y ampliamente desconectada la una de la otra. El resultado ha hecho que los cristianos comiencen a pensar que la teología (o estudio doctrinal bíblico) no es muy importante o práctico para el cristiano promedio en el contexto de un mundo real. También ha llevado a los «pastores a predicar mensajes que muestran que pasan más tiempo estudiando sobre el conductismo y la sociología que sobre las Escrituras». La Biblia se ha convertido en un apéndice para la auto-ayuda y los mensajes sobre el pensamiento positivo. «Los días en los cuales un pastor predicaba importantes mensajes doctrinales han pasado a ser de la época de los dinosaurios».

En cuanto a la iglesia, el pastor y su autoridad son el centro de atención mientras los ancianos ejercen como testaferros y funcionarios que hacen las tareas que él/ella les asigna en lugar de cumplir con el papel bíblico de liderazgo. Los miembros se desconectan de sus responsabilidades y del llamado al evangelismo, la obra bíblica y otras formas de ganar almas.

Aunque normalmente los pastores modernos no se consideran como teólogos, sí llevan doctorados y otros diplomas del seminario. Como resultado, muchos sermones no alcanzan ni una pulgada de profundidad. Incluso, los pastores son reticentes a predicar sobre los mensajes más duros y agudos de Pablo u otros apóstoles por miedo a ser percibidos como sexistas, homófobos o cualquier otra cosa que se considere políticamente incorrecta. Como resultado, poco a poco, las iglesias evangélicas se han vuelto liberales en sus doctrinas, imitando la línea principal de la mayoría de las denominaciones protestantes. Cada vez más, los pastores predican sermones poderosamente emotivos y que apelan a los sentimientos; sin embargo, no traen «alimento de la Palabra».

Algunos evangélicos han sido «contaminados por un concepto griego del racionalismo» que eleva la cultura por encima de las Escrituras. La cultura influye más en su forma de pensar y la predicación que la Biblia. Esto gradualmente ha ido cambiando la iglesia y disminuyendo su compromiso de cumplir con las Escrituras para poder acomodarse a la cultura actual y a estilos de vida y prácticas no bíblicas.

«La Biblia es la única regla de fe y doctrina. Y no hay nada más a propósito para vigorizar la mente y fortalecer el intelecto que el estudio de la Palabra de Dios. No hay otro libro que sea tan poderoso para elevar los pensamientos y dar vigor a las facultades como las vastas y ennoblecedoras verdades de la Biblia. Si se estudiara la Palabra de Dios como es debido, los hombres tendrían una grandeza de entendimiento, una nobleza de carácter y una firmeza de propósito que rara vez se ven en estos tiempos. Millares de hombres que ministran en el púlpito carecen de las cualidades esenciales de la mente y del carácter, debido a que no se aplican al estudio de las Escrituras. Se conforman con un conocimiento superficial de las verdades que están llenas de ricas profundidades de significado; y prefieren seguir así, perdiendo mucho en todo sentido, más bien que buscar con diligencia el tesoro oculto”. La Educación Cristiana, pág. 225.

«Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento…» Oseas 4: 6.

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