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Científicos: Es el Fin del Mundo y lo Sabemos

Generalmente los científicos no se preocupan acerca de Dios. Y a menudo evitan la especulación apocalíptica dejando que los escenarios del fin de tiempo sean comentarios propios de las personas religiosas. La ciencia se basa normalmente en la observación y la evidencia empírica pero no en la fe y la revelación. Sin embargo, algunos científicos destacados han comenzado a pensar y hablar con mayor frecuencia sobre el fin del mundo.

El año pasado, Stephen Hawking, por ejemplo, escribió lo siguiente: «Ahora, más que en cualquier otro momento de nuestra historia, nuestras especies necesitan trabajar en conjunto. Nos enfrentamos a desafíos ambientales impresionantes: el cambio climático, la producción de alimentos, la superpoblación, la disminución de otras especies, la enfermedad epidémica y la acidificación de los océanos. Juntos, son un recordatorio de que estamos en el momento más peligroso para el desarrollo de la humanidad. Ya tenemos la tecnología para destruir el planeta en el que vivimos pero aún no hemos desarrollado la habilidad para escapar de él».

Hay una serie de preocupaciones que los mantienen despiertos por la noche.

Cambio climático. Habiendo sido el año 2016, el año más caliente registrado, se especula que en las próximas décadas habrá un cambio climático catastrófico que se podría extender más allá de toda la historia de la civilización humana con todas sus consecuencias sociales y económicas, así como la devastación ecológica. Ellos dicen que esto se proyectaría en el futuro durante muchos miles de años.

Antibióticos y Supervirus. Los antibióticos son utilizados para prevenir las infecciones en todos los procedimientos de cáncer, cirugías de trasplante de órganos e incluso en partos. Si los virus y otros microbios desarrollan resistencia y perdemos nuestra capacidad de usar antibióticos, perderíamos 50 años de avances en medicina. Margaret Chan, directora general de la Organización Mundial de la Salud, dijo que «la resistencia a los antimicrobianos representa una amenaza fundamental para la salud humana, el desarrollo y la seguridad». Los científicos sostienen que el riesgo de una pandemia mundial ha aumentado debido al crecimiento de las mega ciudades. Según una estimación de la ONU, el 66% de las personas vivirán en ciudades para el 2050, facilitando la propagación de los patógenos gracias a la proximidad entre las personas. Actualmente los agentes patógenos pueden viajar de un lugar a otro literalmente a la velocidad de un avión jet.

Los científicos expresan que la combinación de un clima más cálido con las olas de calor y las inundaciones creará «más oportunidades en nuevas regiones para las enfermedades transmitidas por el agua, como el cólera, y vectores de enfermedades, como los mosquitos». Algunos investigadores de la salud pública concluyeron que “ahora más que nunca, estamos en gran peligro de experimentar brotes a gran escala y pandemias globales», y que «el próximo brote que tendremos que lidiar probablemente será una sorpresa».

Acidificación de los Océanos. Los científicos afirman que esta es una catástrofe que no recibe la atención que necesita. A medida que los niveles de PH del océano disminuyen, poco a poco se van destruyendo los arrecifes de coral (por blanqueamiento). La tasa de acidificación ha aumentado, dando lugar a extinciones masivas de todo tipo de especies, no sólo en el agua, sino también en la tierra y en la atmósfera.

La terrible advertencia de Hawking de que vivimos en el período más peligroso de la existencia de nuestra especie es bastante fuerte. No obstante, un número de otros científicos notables también sugieren que el colapso de la sociedad global podría ocurrir en un futuro próximo. El fallecido microbiólogo Frank Fenner (famoso por ayudar a eliminar la viruela) dijo que «los humanos probablemente estarán extintos dentro de 100 años debido a la superpoblación, la destrucción ambiental y el cambio climático». El biólogo canadiense Neil Dawe dijo que «no se sorprendería si una generación posterior a la suya atestigua la extinción de la humanidad». Y el reconocido ecologista Guy McPherson dice que la humanidad seguirá al dodo [pájaro extinto] en la tumba evolutiva para el 2026.

El Boletín de los Científicos Atómicos recientemente movió el minutero del Reloj del Apocalipsis 30 segundos más cerca de la medianoche, en gran parte debido a la actitud del Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, hacia el cambio climático y la proliferación nuclear. Dos minutos y medio antes de la medianoche es el tiempo más corto que se ha puesto en el reloj desde 1953, después de que los Estados Unidos y la Unión Soviética hicieran detonar bombas de hidrógeno.

Tecnologías emergentes. La biotecnología, la biología sintética, la nanotecnología y la inteligencia artificial son consideradas por los científicos como algunas de las más peligrosas amenazas para la humanidad. En general, estas tecnologías se están volviendo más poderosas a un ritmo exponencial y son cada vez más accesibles para grupos pequeños e incluso lobos solitarios. El asunto es que se le está dando poder a un creciente número de individuos para causar estragos sin precedentes a la civilización. Teniendo en cuenta las tendencias tecnológicas de hoy, todo lo que se necesita en este siglo es una sola persona o grupo para terminar unilateralmente la civilización para siempre.

Algunos expertos en riesgos están ahora especificando altas e inquietantes probabilidades de un desastre global en el futuro. Por ejemplo, el filósofo John Leslie afirma que la humanidad tiene un 30% de posibilidades de extinción en los próximos cinco siglos. Una encuesta «informal» de expertos ubicó la probabilidad de la extinción humana antes del 2100 en un 19%. Lord Martin Rees, cofundador del Centro para el Estudio del Riesgo Existencial de la Universidad de Cambridge, argumenta que la civilización no tiene una mejor probabilidad que 50-50 de sobrevivir en el próximo siglo. Entonces, es muy posible que un niño nacido sea testigo del colapso de la civilización.

Para aquellos que creen en la Biblia, este distópico enfoque del mañana es seguido de un futuro brillante en el paraíso pero para el científico ateo no hay nada más que oscuridad. A menudo, los científicos tienden a verificar involuntariamente la revelación. Las cosas que piensan que pasarán, y mucho más, son parte de la devastación que caerá sobre la civilización humana en la Segunda Venida de Cristo.

«Es a medianoche cuando Dios manifiesta su poder para librar a su pueblo. Sale el sol en todo su esplendor. Le siguen señales y prodigios con rapidez… La naturaleza entera parece trastornada. Los ríos dejan de correr. Nubes negras y pesadas se levantan y chocan unas con otras… Sigue un gran terremoto, ‘cual no fue jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra…’ El firmamento parece abrirse y cerrarse… Los montes son movidos como una caña al soplo del viento, y las rocas quebrantadas se esparcen por todos lados. Se oye un estruendo como de cercana tempestad. El mar es azotado con furor. Se oye el silbido del huracán, como voz de demonios en misión de destrucción. Toda la tierra se alborota e hincha como las olas del mar. Su superficie se raja. Sus mismos fundamentos parecen ceder. Se hunden cordilleras. Desaparecen islas habitadas. Los puertos marítimos que se volvieron como Sodoma por su corrupción, son tragados por las enfurecidas olas… Pedrisco grande, cada piedra, ‘como del peso de un talento’, hace su obra de destrucción. Las más soberbias ciudades de la tierra son arrasadas. Los palacios suntuosos en que los magnates han malgastado sus riquezas en provecho de su gloria personal, caen en ruinas ante su vista. Los muros de las cárceles se parten de arriba abajo, y son libertados los hijos de Dios que habían sido apresados por su fe”. El Conflicto de los Siglos, pág. 694.


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