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Por Qué la Extrema Religiosa Ama al Señor Trump

En las últimas semanas, la administración Trump se ha metido en luchas largamente anheladas por la derecha religiosa. Por ejemplo, publicó un memorando de 25 páginas que respalda las protecciones legales para las personas religiosas en la cual se elimina la obligatoriedad que tenían los empleadores de ofrecer cobertura para el control de natalidad y revierte la orden que obligaba emplear personas LGBT bajo la ley antidiscriminación de los Estados Unidos.

«Prometí que, en la administración Trump, la herencia religiosa de nuestra nación sería apreciada, protegida y defendida como nunca antes», dijo el presidente Donald Trump en la Cumbre de Votantes con Valores en Washington. «Eso es lo que está pasando… Estamos frenando los ataques a los valores judeocristianos».

En general, la administración Trump ha acelerado las guerras culturales, al igual que su predecesor, el presidente Obama; solo que lo hace desde el punto de vista opuesto. Él apela a los conservadores religiosos y trae a la memoria elementos de la administración del presidente Ronald Reagan que enfatizaron posiciones contra el derecho al aborto y a favor de la oración escolar. En una de sus primeras gestiones en el Departamento de Justicia, buscó la exención de impuestos para la universidad fundamentalista cristiana Bob Jones ubicada en Carolina del Sur a pesar de las acusaciones de que sus políticas eran racialmente discriminatorias.

Como candidatos, tanto Trump en el 2016 como Reagan en 1980, resultaron electos con el apoyo significativo de los conservadores religiosos blancos. Trump, sin embargo, obtuvo un mayor porcentaje y ahora parece incluso más decidido a atender a ese electorado. «Los burócratas creen que pueden manejar sus vidas, anular sus valores, entrometerse en su fe y decirles cómo vivir, qué decir y cómo orar», afirmó el viernes, prometiendo dar realce a los intereses religiosos.

El énfasis de Trump probablemente moldeará sus esfuerzos políticos en los próximos meses. Su administración está trabajando para revertir la disposición tributaria que impide que las iglesias respalden a políticos, además del retiro de fondos federales para Planned Parenthood, el apoyo a la participación de disputas legales contra personas LGBT alegando parcialidad y la determinación de favorecer a personas o entidades cristianas que afirman, por ejemplo, estar siendo excluidas de los programas de ayuda seculares o ser penalizadas por negarse a servir a clientes homosexuales.

En 2016, según las encuestas de la CNN, Trump obtuvo el 61% de los votos de los católicos blancos, en comparación con el 37% de Hillary Clinton. Trump ganó con el 80% de los votos de los evangélicos blancos, en comparación con el 16% de Clinton. En 1980, Reagan obtuvo el 52% de los votos de los católicos blancos en comparación al 39% de Carter. Aunque no hubo registro sobre las tendencias de los evangélicos en 1980, se sabe con claridad que Reagan recibió el apoyo de grupos como Mayoría Moral, fundada por el ministro bautista Jerry Falwell, cuyo hijo homónimo se convirtió en uno de los primeros partidarios y entusiasta de Trump en el 2016.

Gran parte del apoyo evangélico que recibió Trump el año pasado se deriva no de quién es él sino de quién no es: Barack Obama o Hillary Clinton. Esa fue la postura de Richard Land, presidente del Southern Evangelical Seminary en Carolina del Norte. Trump fue su «decimoctava opción» entre los 17 candidatos republicanos (favorecía al senador de Florida Marco Rubio), pero Land se unió al consejo asesor ejecutivo evangélico de Trump y luego quedó «gratamente sorprendido» por sus acciones con respecto a la religión desde la inauguración en enero.

Al igual que Trump, Land cree que los conservadores religiosos están bajo asedio en los Estados Unidos de hoy en día. Elogió al presidente por la medida que busca eximir a más empleadores, basados ​​en objeciones religiosas, del requisito de cobertura de seguro anticonceptivo de la Ley de Cuidado de Salud Asequible. «Creo que le agradamos», dijo Land, refiriéndose a los cristianos evangélicos. «No creo que solo nos esté utilizando… No creo que haya estado muy cerca de los evangélicos hasta que se postuló para presidente… No somos los más numerosos en Manhattan o Queens». Land también dijo que se siente alentado por la presencia del vicepresidente Mike Pence, un ex gobernador y congresista de Indiana identificado desde hace tiempo con la derecha religiosa.

El Fiscal General Jeff Sessions, otra presencia enérgica para los cristianos conservadores en la administración, emitió el memorando de 25 páginas del 6 de octubre diseñado para proteger la «observancia y práctica religiosa» en el empleo, la contratación y otras áreas. Este mejorará la capacidad de los empleadores y otros que reclaman una objeción religiosa. Por ejemplo, al contratar o servir a una persona homosexual, se podrían obtener exenciones para la ley contra la discriminación.

Los liberales hacen ver las acciones de Trump como hostiles contra la libertad o la religión. «La acción y las políticas de Trump le han dado un giro a la libertad religiosa», dijo Daniel Mach, director del Programa ACLU sobre Libertad de Religión y Creencias. «A través de la prohibición [del viaje] para los musulmanes, el Presidente ha mostrado una hostilidad absoluta hacia toda una religión. Al mismo tiempo, su administración ha abrazado la idea profundamente preocupante de que la libertad religiosa es un cheque en blanco para discriminar y dañar a los demás».

Este tipo de sentimientos alimentan una mayor separación entre la izquierda y derecha en una nación ya polarizada. Alimentar demasiado a la derecha religiosa podría terminar restringiendo algunas formas de libertad religiosa. Por ejemplo, si se retira la llamada Enmienda Johnson, la cual prohíbe a las organizaciones sin fines de lucro el apoyar u oponerse a candidatos, va a convertir las casas de adoración en «bases partidistas», dijo Holly Hollman, asesora legal del Comité Conjunto Bautista para la Libertad Religiosa. Tal movimiento finalmente podría dar tanto poder a los evangélicos como para buscar que haya leyes de adoración obligatorias en los Estados Unidos, como la observancia del domingo predicha en Apocalipsis 13.

Ciertamente, el señor Trump está participando en guerras culturales. Está tratando de restaurar las interpretaciones más tradicionales de la libertad religiosa, a pesar de estarlo haciendo en el contexto de los grandes cambios culturales que han sufrido los Estados Unidos en la última década.

“Los dignatarios de la iglesia y del estado se unirán para hacer que todos honren el domingo, y para ello apelarán al cohecho, a la persuasión o a la fuerza. La falta de autoridad divina se suplirá con ordenanzas abrumadoras. La corrupción política está destruyendo el amor a la justicia y el respeto a la verdad; y hasta en los Estados Unidos de la libre América, se verá a los representantes del pueblo y a los legisladores tratar de asegurarse el favor público doblegándose a las exigencias populares por una ley que imponga la observancia del domingo. La libertad de conciencia que tantos sacrificios ha costado no será ya respetada”. El Conflicto de los Siglos, pág. 650.


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