Leyes con intereses religiosos están tratando de abrirse paso en la política pública. No nos referimos a la ley “sharia” basada en el Corán sino a leyes cristianas que provienen de la Casa Blanca, las cuales buscan facilitar que los cristianos conservadores impongan sus creencias y prácticas en la nación, así lo expresa un artículo de opinión en el Washington Post.
El señor Trump ha manifestado su intención de ayudar a borrar la línea que separa la Iglesia y el Estado rechazando la Enmienda Johnson del código del IRS, la cual está desde 1954 y restringe a las iglesias y organizaciones exentas de impuestos a participar en la actividad política. El problema es que los cristianos conservadores (particularmente los evangélicos) no quieren que se les cohíba de poder verter los fondos exentos de impuestos de sus partidarios en el proceso político.
Si bien el presidente necesita que el Congreso apoye la remoción de la Enmienda Johnson, es muy posible que lo logre ya que su partido Republicano, controla ambas cámaras. También la plataforma republicana más reciente incluyó el compromiso de rechazar la Enmienda Johnson.
Como si esto no fuera suficiente, la administración Trump está considerando una orden ejecutiva para cambiar el enfoque de las agencias federales con respecto a las organizaciones privadas que discriminan con base en la religión, nuevamente refiriéndose a las creencias de los cristianos conservadores. Las consecuencias de la orden podrían crear excepciones masivas a la ley antidiscriminatoria para las personas, organizaciones sin fines de lucro y sociedades anónimas que soliciten objeciones religiosas con respecto al matrimonio homosexual, sexo premarital, aborto, identidad transgénero, entre otros.
Aunque el presidente Obama estableció leyes contra la discriminación basadas en la igualdad, Trump está avanzando para deshacer el efecto de estas políticas con la excusa de estar preservando la libertad religiosa. Los oponentes ven esto como una oportunidad de que las personas puedan negar empleos, servicios y acomodación pública practicando la libertad religiosa. Dicen que esto otorga más privilegios a unas creencias religiosas por encima de otras. Mientras la agenda de Obama estaba enmarcada por un punto de vista fundamentalmente secular, la de Trump lo está sobre una base cristiana para restringirla.
Además, Trump ha elegido a personas que parecen simpatizar con la idea de eliminar la separación entre la Iglesia y el Estado. Por ejemplo, Betsy DeVos quien cree que el dinero federal debe ser encausado a las escuelas religiosas y Jeff Sessions quien cree que la separación entre la Iglesia y el Estado debe desaparecer, entre otros.
En una encuesta realizada por Pew Research Center, cerca de un tercio de los estadounidenses encuestados (32%) dijo que para considerarse “verdaderamente americano” era “muy importante” ser cristiano.
Muchos cristianos conservadores han expresado temor por la influencia de fanáticos religiosos musulmanes en el cuerpo político. Pero quizás estas preocupaciones, las políticas y leyes izquierdistas que han favorecido el matrimonio homosexual y las objetables provisiones para el sistema de salud, etc., hagan que los conservadores cristianos inclinen la balanza de la libertad yendo de la izquierda a más allá del centro y haciendo leyes religiosas extremistas por su propia cuenta.
La Biblia predice que en el tiempo del fin, un gobierno cristiano creará leyes religiosas que impondrán castigos severos sobre la sociedad. “Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase. Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre”. Apocalipsis 13:15-17.