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El Sábado del Señor: Ellos Pudieron Haberlo Dicho, Pero no lo Hicieron

Por Pastor Hal Mayer

They Could Have, But Didn’t [1]

Queridos amigos:

Afectuosos y cristianos saludos para usted y su familia. Bienvenidos al sermón mensual del Ministerio Guarda la Fe en CD. Oro para que al escuchar nuestros CDs mensuales obtenga grandes bendiciones y que los pueda encontrar útiles para ayudar a otros a ver la verdad de la Palabra de Dios para estos últi-mos días. Durante mucho tiempo he querido hacer una serie de sermones sobre el Sábado. Y ya que he recibido recientemente varios pedidos para explicar la importancia y el significado como así también las razones por las cuales Dios nos instruye a guardar su séptimo día como santo, sentí que había llegado el tiempo para hablar de esto.

No pretendo tener todas las respuestas para las preguntas y argumentos que son presentados hoy, pero sé que la Biblia las tiene. Siempre que tenemos una pregunta que nos preocupa en relación a los princi-pios de la fe cristiana, podemos ir a las Escrituras para obtener la respuesta. Pero muchas personas si-guen lo que les dicen sus pastores, o siguen lo que le enseñaron cuando eran niños. Nunca han investi-gado por sí mismos lo que la Biblia realmente dice al respecto.

Muchos de los eventos futuros giran alrededor de los principios de adoración, por eso es vital que en-tendamos la voluntad de Dios y sus instrucciones para su última generación de discípulos. Lo que me gustaría hacer hoy y tal vez en varios sermones, es colocar una base de tal manera que usted entienda por qué la profecía dice lo que dice y por qué los sucesos se desarrollan de una determinada manera a medida que nos acercamos al fin del tiempo de gracia. Que Dios pueda bendecirlo a medida que escu-cha el mensaje de este mes.

Antes de comenzar, permítame recordarle que el mes de Diciembre es la fecha límite para renovar la suscripción para seguir recibiendo mensualmente las pequeñas predicaciones en CD que usted recibe cada mes. Es una especie de cierre del tiempo de gracia. Si usted quiere continuar recibiendo estos mensajes mensuales, y aun no nos ha enviado su tarjeta de suscripción, por favor hágalo hoy, para que así no se pierda ningún mensaje. En el mes de Enero, vamos a actualizar nuestra lista de más de 21.000 direcciones en todo el mundo, y vamos a suspender las suscripciones de aquellos que no nos hicieron llegar sus tarjetas amarillas para renovar la suscripción. Usted podrá recibir el CD de Enero, pero no recibirá el de Febrero, si no ha renovado su suscripción. Si usted es un suscriptor nuevo del año 2009, no necesita renovar su suscripción. Usted continuará recibiéndola. También, si usted hizo alguna dona-ción en el 2009, presumimos que usted quiere renovarla.

Y permítame añadir que aquí en el Ministerio Guarda la Fe realmente apreciamos el apoyo que muchos de ustedes nos envían todos los meses. Eso nos ayuda a enviar muchos CDs mensualmente a muchas personas alrededor del mundo, que no tienen como apoyar esta obra. Algunos han sido tan fieles en en-viarnos un aporte mensual, que realmente le agradecemos al Señor por todo lo que Él ha hecho por el Ministerio Guarda la Fe en su trabajo de alcanzar las almas que quieren entender las profecías. Literal-mente es un ministerio de fe, y hasta aquí Dios ha mantenido su pacto. Por favor oren para que poda-mos continuar predicando la verdad. Vuestras oraciones significan mucho para nosotros. Muchísimas gracias.

Para comenzar, vamos a orar. Querido Padre celestial, hoy te pedimos una bendición especial de Tu Espíritu Santo. Al estudiar este asunto importante, un asunto que es vital para aquellos que viven en los últimos días, oro para que Tu presencia pueda estar con cada oyente. Oro para que puedas convencernos de tu Ley y de tu amor por nuestras almas. Que podamos sentir tu presencia especialmente hoy. En el precioso nombre de Jesús, amén.

La Biblia siempre ha estado en el centro de la controversia entre Cristo y Satanás, y por ello, siempre ha estado en el centro de la batalla entre la verdad y el error en este mundo, entre aquellos que creen en la palabra de Dios y aquellos que quieren ignorarla.

En cada edad y en cada era han existido aquellos que han tratado de argumentar contra los principios encontrados en la Biblia. Sin embargo, Dios siempre ha tenido sus testigos que levantan la Palabra de Dios como la única infalible, autorizada voz en la fe y en la práctica cristiana. Muchos han tratado de colocar la tradición en un nivel igual que las Escrituras. Pero este error lleva a los hombres lejos de las santas afirmaciones de la Biblia. Ahora en los últimos días, la Biblia está nuevamente en el centro de la batalla. ¿Creerá y hará un hombre o una mujer lo que Dios ha dicho de tal manera que Su Palabra sea una lámpara a sus pies y una luz en su camino, o seguirán ellos las enseñanzas y tradiciones de los hombres y de las iglesias que no están fundadas en las Sagradas Escrituras de Dios y que terminan en el error y en las tinieblas? Esta cuestión ha sido siempre una de las más importantes que el pueblo de Dios ha tenido que decidir. ¿Es correcto desobedecer a Dios por conveniencia, o porque siempre lo hemos hecho de alguna manera? ¿O necesitamos obedecer la palabra de Dios y vivir de acuerdo a su Ley de la libertad?

Tal vez exista un argumento más refinado en el centro de la batalla entre el pueblo de Dios y aquellos que profesan seguir a Jesús y sin embargo desobedecen su Ley. Existe una encendida lucha contra la Ley de Dios por aquellos que quieren ser salvos en sus pecados. Pero el pecado es una esclavitud, mientras que el guardar la Ley de Dios es libertad. Hablando de la ley de los Diez Mandamientos, como la “ley real” el apóstol Santiago dice: “Así hablad y así obrad, como los que habéis de ser juzgados por la Ley de la libertad”. Esto está en Santiago 2:12. Los Diez Mandamientos realmente nos liberan de la esclavitud del pecado. Y la victoria sobre el pecado, por la gracia de Dios, es la mejor experiencia que usted podrá tener jamás. Aquellos que aman a Jesús, aman su carácter. Y aquellos que aman su carácter, aman su Ley. Se alegran en guardar su Ley. Y el Espíritu Santo les da poder para vivirla día tras día. Yo no sé lo que usted piensa, pero yo quiero ser libre de la esclavitud.

Los Diez Mandamientos son la pieza central del carácter de Dios. Por ello, son el blanco de Satanás. Si queremos tener el carácter de Cristo, entonces tenemos que tener su Ley en nuestros corazones. Tener su Ley en nuestros corazones significa que guardamos esa ley tal como Él nos la dio. Tener la más pura falta de egoísmo, es en realidad tener el carácter de Jesús infundido en nuestros corazones de tal manera que hacemos lo que Él hizo. Vivimos de la manera en que Él vivió.

El objetivo de Satanás es impedir que el hombre guarde la Ley de Dios y persuadirlo que es mejor o más ventajoso pecar. Y qué buena colaboración ha tenido Satanás por parte del pueblo cristiano. A él no le importa si usted es cristiano, siempre que no guarde la Ley de Dios. Al parecer, a cualquier lado que usted mire hoy en día, los cristianos se rehúsan a guardar la Ley de Dios. Ellos encuentran conti-nuamente excusas para no obedecer. “Yo nací así”, es una de ellas. Otra es que “estaremos pecando hasta que Jesús venga, así es que realmente no necesitamos tratar de guardar la Ley”. Y aun otra dice así: “Dios entiende nuestra naturaleza pecaminosa y perdona nuestros pecados, pasados, presentes y fu-turos. Él guardó la Ley por nosotros. Así que nosotros no necesitamos guardarla”.

Qué vergüenza. Dios nos ofrece una vida tan elevada al guardar su Ley de libertad. Y nos ofrece el po-der hacerlo, porque jamás nos pediría algo para lo cual no nos dé el poder para hacerlo. ¿Por qué en-tonces preferimos revolcarnos en el pozo negro del pecado, yendo a la iglesia cada semana y cantando alabanzas a Dios como si fuéramos felices de estar viviendo en pecado? Aun cuando muchos predica-dores le dirán que necesitamos guardar la Ley de Dios, ellos no le dirán que tenemos que guardarla tal como está escrita en los Diez Mandamientos. En vez de ello, le dirán que se puede quebrantar alguno de ellos de diversas maneras. Por ejemplo, dicen que está bien jugar fútbol americano, cuando al hacerlo sabemos que estamos quebrantando la Ley de Dios. Muchos deportes incluyen elementos de engaño, lo cual está prohibido en los Diez Mandamientos, que dicen: “No darás falso testimonio”. El robar es enseñado en el baseball cuando el corredor “roba la base”. Tal vez usted pueda pensar en cosas que su-ceden en el críquet, en el fútbol o en otros deportes que quebrantan la Ley de Dios.

Muchos pastores enseñan que está bien inclinarse ante imágenes y orarle a los santos, porque ellos dicen que la imagen es sólo para recordarles el santo. Pero los Diez Mandamientos lo prohíben: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que hay arriba en el cielo, ni abajo en la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás”. ¿Por qué entonces tantos, incluyendo al Papa de Roma, sirven a la Virgen María? Ustedes ven mis amigos, que todo el mundo está cautivo en desobediencia a la Ley de Dios. Muchos toman el nombre de Dios en vano cuando maldicen o juran, o usan una jerga común. Muchos cometen adulterio en sus corazones al ser lascivos los unos con los otros. Muchos tienen codicia en sus corazones a través de la envidia o de los celos.

Y muchas personas concuerdan que todas estas cosas están prohibidas en las Escrituras y que no deben hacerlas. Pero las hacen de todas maneras, pensando que Dios pasará por alto estos pecados, o que los perdonará, aun cuando ellos no se arrepientan.

Pero hay un mandamiento que levanta más oposición que todos los demás. Es el cuarto mandamiento que dice “Acuérdate del día Sábado para santificarlo”. Muchos predicadores enseñan que el domingo es el día de descanso ahora para los cristianos, en vez del séptimo día de la semana, porque ese es el día en el cual Cristo fue resucitado de entre los muertos. Ellos lo llaman el “Sábado Cristiano”. ¿Pero tienen alguna escritura que puedan citar para demostrar que el cuarto mandamiento ha sido cambiado?

Ha habido un problema cada vez que ha surgido el asunto del séptimo día Sábado. Normalmente se de-be al hecho que las personas han sido enseñadas con ciertas cosas que no son verdad. A menudo las personas piensan que la santidad del domingo fue ordenada por Cristo o por sus apóstoles a pesar del hecho de que son incapaces de mostrar un solo versículo de las Escrituras que pudiese apoyar su idea. Aun el Papa Juan Pablo II trató de convencer a sus lectores con esta falsedad cuando dijo en su carta apostólica Dies Domini, que “el día del Señor — siendo este el domingo, así llamado desde los tiempos apostólicos — siempre había llamado la atención en la historia de la Iglesia…”. Aun cuando él usó varios versículos de la Biblia en su carta Dies Domini para apoyar la santidad del domingo, él no consiguió probar con ninguno de ellos la tesis que los apóstoles sabían que el domingo era el día del Señor o que lo guardaban como santo. Las Escrituras que él usó están mal aplicadas y por lo tanto son engañadoras.

http://www.vatican.va/holy_padre/john_pablo_ii/apost_letters/documents/hf_jp-ii_apl_05071998_dies-domini_en.html

La declaración de Juan Pablo II falta en realidad a la verdad y es muy engañosa. Los apóstoles no pen-saban que el domingo fuese el día del Señor. Jesús identificó el día del Señor en Marcos 2:28 cuando dijo que “el Hijo del hombre es Señor también del Sábado”. Y Juan el Revelador dice que él estaba “en el espírita en el día del Señor”, queriendo decir que había recibido una visión del Santo Espíritu de Dios en un Sábado y no en un domingo. Muchas personas han sido confundidas con esto, porque han sido enseñadas desde su niñez que el día del Señor es el domingo. Ellos piensan que Juan tuvo su visión un domingo. En ninguna parte de las Escrituras se presenta la idea de que el día del Señor pueda ser diferente al séptimo día de la semana. Pero Juan Pablo II, y ahora Benedicto XI, lo presentan como si fuese algo real, que el domingo ha sido considerado desde el tiempo apostólico como el día del Señor, cuando en realidad no es de ninguna manera un hecho irrefutable, sino una ficción.

¿Por qué estas personas importantes quieren representar mal los hechos? Amigos, este es uno de los grandes misterios de la iniquidad. Existen motivaciones que no son obvias para todos. Están escondi-das. Ellas tienen que ver con poder y con dinero y especialmente con el deseo de justificar la desobe-diencia a la santa Ley de Dios.

Hoy, examinaremos lo que las Escrituras nos dicen acerca de los apóstoles y lo que ellos hicieron en re-lación con el mandamiento del Sábado. Santiago dice que quebrantar solo uno de los Diez Mandamien-tos es lo mismo que quebrantarlos a todos, porque la Ley de Dios es una unidad. Escuche lo que dice: “Porque el que guarda toda la Ley, y ofende en un solo punto, es culpable de todos”. Eso está en San-tiago 2:10. Usted no puede guardar ninguno de ellos, si quebranta uno. Así que Santiago está realmente diciendo que toda la ley aun está unida después de la resurrección de Cristo.

Espero poder compartir con usted algunos hechos muy interesantes acerca de los apóstoles. Vaya con-migo a su Biblia, si es que puede hacerlo, a 1ª Juan 3:4. Aquí el querido apóstol nos dice que: “Todo el que comete pecado, quebranta la Ley, pues el pecado es la transgresión de la Ley”. Así es que obvia-mente el apóstol Juan creía que quebrantar la ley de los Diez Mandamientos era pecado. Pero Juan no era el único. En Romanos 7:12 Pablo dice que: “Así, la Ley es santa, y el Mandamiento santo, justo y bueno”. Esto nos dice que como los apóstoles pensaban que la ley aun era válida después de la resu-rrección de Cristo, tienen que haberla guardado. Aun cuando los versículos no digan eso, es obvio a partir de su práctica, ya que usted verá que ellos no guardaban el domingo como día santo.

Cuando la Biblia habla del Sábado, no está hablando acerca de un vago concepto. Está hablando es-pecíficamente acerca del séptimo día de la semana, en el cual Dios descansó en la creación y del día que Su verdadero pueblo siempre guardó como santo y donde descansó de sus labores y de cualquier otra cosa que fuese secular. El Sábado va mucho tiempo atrás, mucho antes que hubiese un Judío, en el tiempo en que Dios creó la tierra y la humanidad. La Biblia nos dice en Génesis 2:2-3 que “Dios des-cansó en el séptimo día de toda Su obra… y Dios bendijo el séptimo día y lo santificó”. Era el propósito de Dios tener una comunión con el hombre, de tal manera que separó un día donde el hombre pudiese cesar de todas las demás labores e intereses, y pudiese entonces focalizarse solamente en Dios.

El Sábado le fue dado al hombre inclusive antes que hubiese algún pecado que contaminara la tierra. Entonces en el Sinaí Dios dijo en Éxodo 20:8 “Acuérdate del día Sábado para santificarlo”. Es algo que no se puede olvidar. No solo está santificado en la ley de los Diez Mandamientos, sino que Dios espe-cialmente nos dice que nos acordemos de él.

Entonces Dios dijo: “Seis días trabajarás y harás toda tu obra. Pero el séptimo día es el Sábado del Se-ñor tu Dios…”. Tal vez no haya una declaración más clara que esta; que el Sábado es el séptimo día. No es ni en el primer día, ni en el tercer día, ni en cualquier otro día, en que tenemos que descansar de nuestro trabajo para tener una comunión con Dios. Entonces en el versículo 11 Él dice: “Porque en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día: por lo que el Señor bendijo el día Sábado, y lo santificó”.

Él lo dijo una segunda vez para resaltar su importancia. Claramente es el séptimo día el que Dios santi-ficó, ¿no es así? Y siempre llega hasta la creación, donde Dios le dio el séptimo día Sábado a toda la humanidad, no solo a los Judíos.

Hay otro hecho muy interesante que debiéramos observar. En Mateo 24, Jesús estaba hablando a sus discípulos acerca de la tribulación o del tiempo de angustia, de lo que debieran y lo que no debieran hacer. En relación a este intenso periodo Jesús aconsejó a sus discípulos para que oraran acerca de algo. Si Jesús le dice a usted que ore por algo, ¿no cree usted que debiera considerarlo importante? cierta-mente que sí. Así es que tenemos que prestarle atención a lo que Jesús dijo y a lo que sucedió, ¿no es verdad? Nosotros también somos Sus discípulos. Y si usted piensa que solo se estaba refiriendo al tiempo de la destrucción del templo, permítame recordarle que estas palabras de Jesús nuestro Señor, fueron dadas en respuesta a dos preguntas de sus discípulos, que le habían preguntado cuándo iba a ser destruido el templo y cuál sería la señal de Su segunda venida. Jesús respondió ambas preguntas con este único sermón. Si usted va al versículo 20, las palabras de Jesús fueron las siguientes: “Orad, pues, que vuestra huída no sea en invierno, ni en día Sábado”.

En otras palabras, Jesús estaba diciendo que vendría un tiempo cuando sus discípulos, en esa y en la última generación, tendrían que huir de sus hogares y negocios y tendrían que buscar algún refugio. En preparación para esto, los discípulos de Jesús tenían que orar al Padre para que antes que llegara el tiempo de angustia, antes que la gran tribulación llegara a su iglesia, tenían que orar para que su huída no sucediese en invierno ni en el día Sábado. Esto es así para que les fuese más fácil y para que no tu-viesen que hacerlo en el santo día de Dios. Si tuviesen que huir en Sábado, la conmoción, la excitación y el camino que tendrían que recorrer sería una experiencia inapropiada para el Sábado. Tendrían muchas cosas en sus mentes y no serían capaces de guardar el Sábado tal como debe ser guardado.

De la misma manera en el fin del tiempo, Cristo nos advierte de antemano que oremos de tal manera que la huída no suceda ni en invierno ni en día Sábado. Este es su consejo directo. ¿No cree usted que debiéramos seguirlo? Si el mandamiento del Sábado no fuese más válido, después de la resurrección tal como nos lo indican los que guardan el domingo, ¿entonces por qué Jesús les diría a sus discípulos que oraran para que su huída no sucediese en Sábado? Lo que este versículo realmente nos dice es que Jesús, Aquel que puede ver el futuro y que sabía que iba a suceder un cambio del Sábado por el domin-go, si es que en verdad iba a existir realmente ese cambio, les dijo a sus discípulos que oraran para que su huída no fuese en día Sábado. En otras palabras, Jesús ni siquiera insinuó que aproximadamente 40 años después de su resurrección, cuando Jerusalén fue destruida, vendría un cambio en el Sábado. Ni tampoco sugirió que habría algún cambio en la santidad del Sábado durante los 2000 años posteriores a su resurrección, porque Él nos está diciendo que oremos de la misma manera. Él podría haber dicho que oremos para que nuestra huída no fuese en domingo, o en el nuevo día, o en el Sábado cristiano, pero no lo hizo. Él podría haber dicho que oráramos para que nuestra huída no fuese en el nuevo día santo, cualquier día que ese pueda ser, pero no lo hizo. Esto nos dice que el propio Jesús no anticipó ningún cambio en la santa Ley de Dios dada en la creación y en el monte Sinaí.

¿Cómo puede entonces Juan Pablo II o Benedicto XVI o cualquier otro, decir que Jesús cambió el Sábado? No pueden hacerlo, por lo menos, no basados en los versículos que hemos leído hasta aquí. Este versículo esencialmente dice lo opuesto, y confirma claramente que Jesús esperaba que Sus discí-pulos, tanto entonces como ahora, estuviesen guardando el Sábado.

Volvamos ahora al libro de Hechos. Permítame primero decir que el libro de Hechos fue escrito aproximadamente 30 años después de la resurrección de Cristo. En aquel tiempo, debe haber habido un claro entendimiento entre los discípulos, incluyendo al autor, el Dr. Lucas, que el Sábado había sido cambiado al domingo. Y debe haber sido un tiempo importante para reforzar este cambio en la nueva iglesia, para que no hubiera ninguna confusión en relación a cuál era ahora el día sagrado que tenían que guardar.

Examinemos lo que Lucas realmente dice en su informe de la obra de los discípulos de Jesús. Comen-zaremos con el capítulo 13. Observe el versículo 14. “Pero cuando salieron de Perge, llegaron a Antio-quía en Pisidia y entraron en la sinagoga en el día Sábado, y se sentaron”. Eventualmente dieron un discurso y debatieron cómo Jesús cumplió la profecía.

Hoy muchas personas argumentan que ellos fueron a la sinagoga en el día Sábado para poder discutir con los Judíos con respecto a Cristo y no porque aun fuese un día sagrado. Sin embargo, es importante entender que este discurso sucedió alrededor de 14 años después de la resurrección, y que este informe fue escrito 30 años después de esa misma resurrección. Esta habría sido una oportunidad ideal para en-señarnos acerca del cambio del Sábado. Lucas podría haber usado el término “el Sábado Judío”, o el “antiguo Sábado”, y haber indicado claramente que no debía continuar siendo guardado como el Sába-do. Pero no lo hizo. Él tan solo dijo que fueron a la sinagoga en “el día Sábado”. Esto es importante porque no hay ninguna evidencia que Lucas hubiese entendido que el mandamiento del Sábado había sido cambiado. Simplemente usó el término que durante muchos siglos había sido usado para referirse al Sábado del Señor.

Entonces en el versículo 27 leemos una parte del discurso de Pablo: “Porque los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes, desconociendo a Jesús, y las palabras de los profetas que leen cada Sábado, las cumplieron al condenarlo”.

Nuevamente Pablo, frente a muchas personas, debiera haber dejado claro que el Sábado había sido cambiado. Después de todo, él era un poderoso orador, y demostraba sus principios en una forma muy eficaz. Él podría haber usado fácilmente palabras que implicaran por lo menos que los cristianos no ne-cesitaban más guardar aquel antiguo pacto del Sábado. Podría haber dicho que las voces de los profetas que se leen “en cada Sábado”, sugiriendo que el mandamiento del Sábado era un asunto de los Judíos, y que los cristianos no necesitan guardarlo, pero no lo hizo. Pablo actúa como si nunca hubiese habido un cambio. Si de hecho hubiese habido un cambio en el Sábado, Pablo habría actuado en una forma enga-ñadora al no dejarlo claro. Y Pablo no paró por ahí, porque el propio Pablo, como ya lo hemos visto, creía que la ley de los Diez Mandamientos estaba vigente. Y permítame decirle que Pablo usa el nombre sagrado del Sábado. Él no dice que fueron a la sinagoga en el séptimo día de la semana, o en el do-mingo, o cualquier otra palabra secular. Él ni siquiera dice que fue a la sinagoga en el Sábado Judío. Él usa el término Sábado, que es la palabra que Dios usó cuando santificó el séptimo día.

Vamos ahora al versículo 42 y 44. “Cuando Pablo y Bernabé salían de la sinagoga, los gentiles les ro-garon que el sábado siguiente les hablasen más de estas cosas… El sábado siguiente se juntó casi toda la ciudad a oír la palabra de Dios”.

Deben haber buscado un lugar diferente para reunirse, y no en la sinagoga, porque habría sido dema-siado pequeña para albergarlos a todos. Además, a los que no eran Judíos no se les permitía entrar a la sinagoga. Pero observe nuevamente que Lucas no nos informa que los discípulos dijesen cualquier cosa acerca del cambio del Sábado. Esta habría sido una maravillosa oportunidad para decirles a estos genti-les que debieran reunirse los domingos, porque ese era el nuevo día de adoración. Pero no lo hizo. Este habría sido el momento ideal para aclarar esto. Después de todo, la reunión era mayoritariamente com-puesta por gentiles, los cuales querían saber acerca de Cristo y de la fe cristiana. Si el cambio del Sába-do fue tan importante, ¿por qué Pablo no quiso contarles todo esto en aquel tiempo? ¿Por qué no había ninguna discusión acerca de la transición del Sábado para el domingo? Usted no encuentra eso en nin-guno de los escritos de los apóstoles. No se dice una sola palabra acerca del cambio en ninguna parte de las Escrituras.

Amigos, esto se debe a que no hubo ningún cambio en el mandamiento del Sábado, así como tampoco no hubo ningún cambio en el mandamiento que dice: “No matarás”, o “No robarás”, ni en ningún otro mandamiento.

Ahora vamos a Hechos 15. Comencemos con los versículos 5-7 que dicen: “Algunos de los creyentes que habían sido de la secta de los fariseos, se levantaron, diciendo que era necesario circuncidarlos y mandarles que guarden la Ley de Moisés. Entonces se reunieron los apóstoles y los ancianos para tratar este asunto. Después de mucha discusión, se levantó Pedro, y dijo: ‘Hermanos, vosotros sabéis que hace algún tiempo Dios me eligió para que los gentiles oyesen de mi boca la palabra del evangelio, y creyesen”. Y después de hacer un poco de historia, dijo: “Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, ponien-do sobre la cerviz de los discípulos un yugo, que ni nuestros padres, ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, igual que ellos”.

Y el resultado de la reunión se encuentra en el versículo 19 y siguientes. Escuche: “Por eso juzgo, que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios”, dice Santiago, “sino que se les escriba que se abstengan de las cosas contaminadas por ídolos, de fornicación, de animales estrangulados y de san-gre”.

En estos versículos vemos que los judíos convertidos estaban acusando a los apóstoles de descuidar la circuncisión, pero no el Sábado. Si los cristianos hubiesen estado guardando el domingo, estos judíos convertidos ciertamente los habrían acusado de abandonar y aun de quebrantar el Sábado. De hecho, en todos los casos en que los apóstoles fueron acusados de algo, y eran acusados a menudo por los Judíos, jamás fueron acusados de promover un día diferente de adoración. Sus habituales enemigos habrían saltado inmediatamente acusándolos por esto.

Ahora vamos a Hechos 16, y leamos los versículos 12-13. “De allí a Filipos, que es la principal ciudad del distrito de Macedonia y una colonia romana. Y estuvimos en esa ciudad algunos días. El sábado sa-limos fuera de la ciudad, junto al río, donde suponíamos que había un lugar de oración. Y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido”.

Observe nuevamente que los apóstoles, más de 14 años después de la resurrección aun guardaban el Sábado acudiendo a un servicio en el río donde “suponíamos que había un lugar de oración”. Allí ellos compartieron con los que vinieron a la oración y a la adoración. Y observe también que Lucas nueva-mente no dice absolutamente nada acerca de un cambio en el día de adoración. Nuevamente, Pablo usa el término sagrado para el séptimo día de la semana, y no un término secular. Además el Dr. Lucas, el cual está escribiendo 30 años después de la resurrección de Cristo, podría habernos dicho que ellos hicieron eso porque esas personas aun no habían sido informadas en relación a la santidad del domingo y que fue por eso que ellos se reunieron en el día Sábado, y que era un error que iba a ser corregido más tarde. Pero no lo hizo.

Entonces en el capítulo 17, Pablo y Silas llegaron a Tesalónica y Lucas dice: “Y como acostumbraba, Pablo fue a la sinagoga, y por tres sábados razonó con ellos de las Escrituras”. (Versículo 2) Y en el versículo 4 leemos que: “Algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y Silas; y de los griegos piadosos gran número, y no pocas mujeres prominentes”.

Así es que entendamos lo que se ha dicho aquí y lo que esto implica. Nuevamente, hay muchos gentiles involucrados. Si iban a ser instruidos en la nueva fe, ¿por qué Pablo y Silas no les dijeron nada acerca del cambio del Sábado? En vez de ello, Lucas nos dice que guardaron el Sábado, usándolo como una oportunidad para explicarles acerca de Cristo a los judíos y también a los gentiles. Sin embargo, ni una sola vez, leemos que le hayan advertido a ninguno de ellos respecto del importante cambio del Sábado para el domingo. Y acuérdese que esto sucede más de 14 años después de la resurrección de Cristo. Y Lucas aun usa el nombre sagrado del Sábado. Ni una sola vez en todo el libro de Hechos, el apóstol usa un nombre secular para el Sábado. Esto nos dice claramente que Pablo, Silas y Lucas, todos sabían qué día era el Sábado, y sabían que aun era santo y que el mandamiento del Sábado aun estaba vigente. ¡El silencio de estos testigos de Cristo en relación al cambio del Sábado es grandioso!

Ahora, llegamos a un versículo un tanto controversial en Hechos 20. Vamos a leer comenzando por los versículos 7-11. Cuando Pablo, Lucas y los demás discípulos llegaron a Troas, permanecieron allí du-rante siete días. “El primer día de la semana, nos reunimos a partir el pan. Pablo habló a los creyentes, y como iba a partir al día siguiente, alargó su plática hasta la medianoche. Había muchas lámparas en el aposento alto donde estaban reunidos, y un joven llamado Eutico, que estaba sentado en la ventana, rendido de un sueño profundo, y como Pablo alargaba su discurso, vencido por el sueño, el joven se cayó del tercer piso abajo, y fue levantado muerto. Entonces Pablo descendió, se echó sobre él, y tomándolo en sus brazos, dijo: ‘No os alarméis, que está vivo’. Entonces subió, partió el pan, y comió. Después de platicar largamente hasta el alba, se fue”.

Me pregunto por qué fue escrita esta historia, para que la estudiemos. Muchas personas piensan que esta reunión se efectuó un domingo, y muchos sugieren que esta reunión era un servicio de adoración y que por lo tanto debiera reconocerse que el Sábado había sido cambiado. Pero hay algunos puntos muy importantes acerca de estos versículos que nos dicen otra cosa.

Primero, observe que Lucas usa el término secular para el domingo diciendo “el primer día de la sema-na”. Él podría habernos informado muy claramente que este era el nuevo Sábado de la iglesia cristiana, diciendo que era el “Sábado cristiano”, o el “nuevo Sábado”, pero no lo hizo. No le da una atención es-pecial al domingo. Y esto él lo escribe 30 años después de la resurrección. Esto debería haber sido un asunto vital de gran magnitud. Después de todo, se habría estado cambiando una parte de la Santa Ley de Dios. No podría ser pasado por alto accidentalmente. Es un cambio demasiado importante como para ignorarlo o negligenciarlo, ya que los creyentes tenían que ser instruidos en ello. Además, ciertamente habría generado una gran discusión entre los apóstoles, debido a la gran oposición que habría originado.

Segundo, no nos olvidemos de cómo la Biblia identifica el comienzo del día literal. El día comienza con la puesta de sol, y no a medianoche. Los calendarios seculares comienzan a medianoche. Pero el día bíblico comienza con la puesta de sol. Los Judíos sabían esto y también los discípulos de Jesús. Y aquellos que siguen las Escrituras también lo saben.

Si, por lo tanto, la reunión fue hecha el primer día de la semana y había muchas lámparas en el aposento, ¿cuándo se realizó esta reunión? No pudo haber sido el domingo en la noche, porque eso ya es lunes, de acuerdo al cálculo normal de los días. Esta reunión se realizó el domingo en la noche, después del Sábado. Pablo predicó hasta media noche después de la puesta de sol del Sábado y tuvo una santa cena con ellos hasta el domingo por la mañana, y después partió. Si Pablo hubiese tenido algún respeto por el domingo como el Nuevo día de descanso, no habría iniciado su viaje sino hasta el lunes por la mañana.

Este es un testimonio muy fuerte para el Sábado, siendo guardado por los apóstoles. Solamente porque los discípulos partieron el pan esa noche, no convierte al domingo en un día sagrado. Hechos 2:46 nos dice que: “Seguían reuniéndose cada día en el templo. Y en las casas partían el pan y comían juntos con alegría y sencillez de corazón”. En otras palabras, el partir el pan no implica que estuviesen teniendo un servicio de comunión, y que no está errado hacerlo en cualquier día de la semana. Nos dice que los discípulos partían el pan todos los días. Y eso no hace que cualquier día de la semana sea santo, al igual que el Sábado.

Además, esta es la única vez en el Nuevo Testamento donde se habla de una reunión religiosa en el primer día de la semana. Si esta se hubiese transformado en la práctica de los apóstoles, ciertamente habría más registros de este acontecimiento. Y como el mandamiento del Sábado era tan importante pa-ra los Judíos, los apóstoles se habrían empeñado para decirle a los miles de convertidos que el día había sido cambiado, ya sea bajo su propia autoridad o bajo la autoridad del propio Cristo. Pero no lo hicie-ron. No dijeron ni una sola palabra acerca de esto.

No se puede hacer ningún hincapié en la frase “cuando los discípulos se reunieron”. La Biblia no dice nada si estas reuniones se realizaban cada primer día de la semana. ¡Pablo se estaba preparando para partir! Probablemente no lo iban a ver nuevamente, y aprovecharon la oportunidad de compartir con Pablo y oírlo predicar. Eso es todo. Nada más puede ser extraído de esta historia.

Muchos que apoyan la santidad del domingo dicen que la adoración en domingo es santa porque se conmemora la resurrección en ese día y citan este texto para justificarlo. Pero el partir el pan, sin em-bargo, era para conmemorar la crucifixión a través de la santa cena, y no la resurrección. El vínculo simbólico es quebrado con este argumento. El quebrar el pan, si es que indica un día para ser respetado o para adorar, sería entonces lógicamente usado para conmemorar la crucifixión los viernes. Usando este versículo para sugerir que apoya la adoración en domingo, es apenas una débil lógica. No hay ninguna indicación que Lucas siquiera supiera que el domingo era ahora el día sagrado.

Veamos ahora otro versículo en las Escrituras que es bastante controversial y a menudo es mal interpre-tado por los que apoyan la santidad del domingo. Se encuentra en el capítulo 16 de 1ª Corintios.

Pablo escribe: “En cuanto a la colecta para los santos, haced vosotros también según ordené en las igle-sias de Galacia. Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros aparte algo según haya prosperado, y guárdelo, para que cuando yo llegue, no se haga entonces la colecta”. 1ª Corintios 16:1-2.

Muchos sugieren que Pablo aquí está autorizando la santidad y la adoración en domingo, porque estos creyentes estaban recogiendo una ofrenda pública en el primer día de la semana, y que por lo tanto el Sábado había sido cambiado por el domingo. Examinemos por lo tanto este versículo y veamos lo que el apóstol realmente dice y lo que no dice.

Primero, esta no es una ofrenda pública en el primer día de la semana. El versículo realmente dice que cada persona debe apartar y guardar su ofrenda para que cuando Pablo venga a Corinto, no exista la ne-cesidad de hacer llamados públicos para recoger fondos. Pablo está incentivando la donación sistemáti-ca para la obra del Señor. Él quiere evitar los llamados y las donaciones emocionales de último minuto. Él está obviamente diciendo que es mejor dar sistemáticamente, y que debe hacerse al comienzo de la semana, antes que los recursos sean gastados. Digamos que una persona recibe su paga los viernes. En-tonces tiene que prepararse para el Sábado y no tendría tiempo para separar los recursos conveniente-mente para la obra misionera de Pablo. Pero él está recomendando que tan pronto como comience la nueva semana, los creyentes debieran poner a un lado sus ofrendas para la causa de Dios, de tal manera que no se olviden y las gasten en otras cosas. De esa manera habría muchos recursos en la tesorería cuando estos fuesen necesitados. Este es un muy buen principio para ser seguido hoy en día.

Esta declaración no dice nada en absoluto acerca de adoración pública. No dice nada en relación al día de adoración o el día que es santo para el Señor. Esto no puede ser usado para probar que el Sábado fue cambiado por el domingo. Es la más débil excusa de todas. ¿Desde cuándo una instrucción para poner a un lado una ofrenda para la causa de Dios constituye un cambio en la santa Ley de Dios, de tal manera que el Sábado tiene que ser guardado ahora el domingo?

Supongamos por un momento que esto fuese una colecta pública, aun cuando realmente no lo es. Pero si lo fuese, ¿cómo podría un servicio de adoración en domingo ser una prueba de la santidad del do-mingo? No hay duda que cuando Pablo estaba en Tesalónica, y que cuando predicó hasta medianoche en el primer día de la semana, estaban teniendo un servicio de adoración. Pero las propias acciones de Pablo nos muestran que él no vio el domingo como sagrado. Él comenzó su viaje el domingo por la mañana. Él no vio el domingo como santo, de ninguna manera.

Amigos, la historia de los apóstoles nos dice que ellos entendían que la Ley de Dios no había sido inva-lidada con la cruz. Ellos también entendieron que el Sábado aun era el santo día de descanso de Dios, y que no hubo ningún cambio en el divino mandamiento. Ellos entendieron que estaban haciendo la vo-luntad de Jesús al guardar Su Sábado, porque fue Jesús el que dijo que Él era el Señor del Sábado. Si Él es tu Señor, entonces el guardar el Sábado será un compromiso importante.

Juan Pablo II o cualquier otro líder religioso, puede decirle a usted lo que quiera, pero no pueden hacer cambiar a Dios. No pueden cambiar Su Ley. Y no pueden cambiar Su Sábado. Si ellos tratan de decirle que el Sábado no es más el séptimo día, pídanles que les muestren en las Escrituras, donde ella autorice un cambio. Eso no puede ser demostrado.

Yo no sé lo que usted piensa, pero yo estoy agradecido que no haya una evidencia en las Escrituras que muestre que la Ley de Dios fue cambiada alguna vez. Esto me da confianza en Dios, porque Él es con-sistente en todas las generaciones, desde la creación hasta la tierra nueva. Porque Él dice en Malaquías 3:6. “Porque yo Jehová no cambio”. Esto nos dice desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura, Dios siempre será el mismo. Mis amigos, si ustedes no están guardando el sagrado día Sábado de Dios, por favor sigan a Jesús, el cual es nuestro ejemplo en todo. Él guardó el Sábado e indicó que Sus segui-dores guardarían el Sábado hasta la segunda venida. Si usted ha estado yendo a la iglesia en el séptimo día de la semana, pero no está guardando el Sábado de la manera que Dios nos ha instruido a hacerlo, entonces tome la iniciativa de proteger el sagrado tiempo de Dios de los pensamientos, actividades y discusiones seculares, que no lo conduzcan a usted ni a otros a una sagrada experiencia con Jesús en Su santo día.

En futuros sermones, trataré de ampliar este tema, en relación a las objeciones que son presentadas en contra de guardar el séptimo día Sábado. Quiero que usted encuentre una ayuda útil para responder a estas preguntas en su propia vida, y que también pueda compartir esto con otros. También planeo, de alguna manera, analizar las razones por las cuales Dios nos ha dado el séptimo día Sábado como el día de descanso.