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El Papa Francisco y el Cambio Climático: El Verdadero Tema en Cuestión

Por Jozef Daniel Astley

¿Alguna vez se ha preguntado por qué el tema del cambio climático ha tomado tanta importancia desde el inicio del pontificado del Papa Francisco en el 2013? Bien, pues el asunto que está por detrás de este tema es poco conocido y comprendido. El pontífice romano y sus emisarios han estado explotando este tema con el fin de aplicar la doctrina social católica a su práctica en la política. Desde la publicación de la encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII en 1891, el Vaticano ha solicitado reiteradamente que haya un gobierno mundial y una redistribución de la riqueza. Este llamado fue repetido recientemente por el Papa Francisco en su encíclica sobre el cambio climático titulado Laudato Si, en la cual insiste para que haya una «mejor distribución de la riqueza» y repite el llamado del Papa Benedicto XVI sobre la necesidad de «una verdadera autoridad política mundial». No obstante, las intenciones del papado en la economía y la reforma política es sólo una parte del asunto. Las religiones del mundo ya se están reuniendo en torno a la cuestión del cambio climático, y su movilización ética de la humanidad las está conduciendo para dar cabida a una legislación mundial, una “Ética Global”, la cual derribará el muro de separación entre la Iglesia y el Estado, por lo menos en los países desarrollados, y privará a la humanidad de sus libertades religiosas.

Para poder ver lo que realmente está pasando, es necesario alinear el desarrollo de los asuntos y rastrear un poco la historia. El 19 de marzo de 2014, algunos investigadores independientes publicaron un estudio, financiado parcialmente por la NASA y la Universidad de Maryland, titulado «Dinámica Humana y la Naturaleza (HANDY, por su sigla en inglés): Moldeando la Desigualdad y el Uso de Recursos en el Colapso o la Sostenibilidad de las Sociedades». El informe analizaba cómo la relación entre el hombre y la naturaleza afecta el colapso social. Los medios de comunicación internacionales le brindaron una considerable atención y fue popularizado erróneamente como un «estudio de la NASA», aunque ésta se distanció oficialmente de la investigación. En ese momento, el buen nombre del más famoso centro de vuelo espacial del mundo llevó a los investigadores a la fama internacional. Ellos afirmaron que la «sobre-explotación de los recursos naturales y una fuerte estratificación económica [es decir, una brecha cada vez mayor entre ricos y pobres], pueden resultar, de manera independiente, en un colapso total «de la sociedad. Esto suena un poco parecido a la interpretación marxista, en la cual dice que «la historia de todas las sociedades hasta nuestros días ha sido la historia de la lucha de las clases sociales». A los capitalistas se los culpa frecuentemente por la «sobre-explotación de los recursos naturales» tal como el Papa Francisco lo hizo en su encíclica. Claramente, se trata de propaganda política. Los autores del informe HANDY propusieron una solución, la cual podría salvar a la civilización de su muerte inminente. Dijeron lo siguiente: «El colapso puede evitarse y la población puede alcanzar el equilibrio si la tasa per cápita de agotamiento de la naturaleza se reduce a un nivel sostenible y si los recursos se distribuyen de una manera razonablemente equitativa».

Esta invitación para tener un mejor equilibrio entre el hombre y la naturaleza, junto con una redistribución de la riqueza, se repitió varios meses después. Durante los días 2 al 6 de mayo de 2014, las Academias Pontificias de Ciencias y Ciencias Sociales organizaron un taller en la Casina Pío VI, ubicada en los jardines del Vaticano, sobre el tema «Humanidad Sustentable, Naturaleza Sostenible: Nuestra Responsabilidad». La reunión contó con la presencia de un grupo interreligioso de científicos que emitió una declaración conjunta en la cual también declararon que el desarrollo sostenible requiere «una redistribución justa de la riqueza». Ellos dijeron: «Ha quedado muy claro que la relación de la humanidad con la naturaleza debe llevarse a cabo mediante la acción cooperativa y colectiva en todos los niveles: local, regional y global».

Al día siguiente a la conferencia, el 7 de mayo de 2014, Christiana Figueres, la autoridad de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, escribió un artículo para el diario The Guardian titulado “Los líderes religiosos deben levantar su voz sobre el cambio climático”, en el cual instaba a las religiones del mundo a que movilizaran a la humanidad en pro de la salvación del planeta. Ella escribió:

«Salvar la Tierra y sus habitantes del peligroso cambio climático es un problema tanto económico, social y ambiental como un asunto moral y ético, el cual llega a la esencia de muchas, si no de todas las grandes religiones del mundo… Es hora de que los grupos de cualquier fe y las instituciones religiosas levanten su voz y fijen su brújula moral hacia una de las más grandes cuestiones humanitarias de nuestro tiempo. Será más difícil conseguir superar la pobreza, cuidar de los enfermos y desvalidos, alimentar a los hambrientos y toda la gama de preocupaciones que tienen los grupos de fe, si hay un mundo afectado por el cambio climático”. (Énfasis añadido).

Dos días después, el 9 de mayo, el Papa Francisco tuvo una audiencia privada en el Vaticano con la Junta Ejecutiva de las Naciones Unidas y el Secretario General Ban Ki-Moon. En su discurso, el Papa exhortó a los 29 jefes de los distintos organismos de las Naciones Unidas para que promuevan la redistribución de la riqueza. El Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, respondió al discurso de Francisco con estas palabras: «Cuento con la Iglesia Católica y su dirección para seguir trabajando en estrecha colaboración con las Naciones Unidas a fin de promover una vida digna para todos. Nuestra reunión de hoy enviará un mensaje muy fuerte de solidaridad en nuestra causa común. Su Santidad, sería un honor, poder invitarlo una vez más para que nos honre con su presencia en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York a la mayor brevedad posible. Eso nos permitiría continuar con la tradición de las visitas papales y también será una oportunidad para que pueda hablarnos de su visión para nuestro futuro común”.

Esta “causa común” y “futuro común” presagia la unión político-religiosa entre la Iglesia Católica y las Naciones Unidas. Tal alianza podría significar la unión de la iglesia con el gobierno a nivel mundial, por lo cual sería bueno seguir atentamente los avances que se puedan presentar.

El Papa Francisco instó a los delegados de la ONU «a trabajar juntos en la promoción de una verdadera movilización ética en todo el mundo, la cual va más allá de todas las diferentes convicciones religiosas y políticas, extendiéndose para poner en práctica un ideal de fraternidad y solidaridad, especialmente con respecto a los más pobres y excluidos».

Dos de los científicos que participaron en el taller del Vaticano mencionado anteriormente, el profesor Veerabhadran Ramanathan, experto climático de la Universidad de California en San Diego y el profesor Sir Partha Dasgupta, un economista con sede en la universidad de St. John, en Cambridge, fueron coautores de un artículo titulado “Búsqueda del Bien Común», el cual se publicó en la revista Science el 19 de septiembre de 2014. Allí escribieron: “Los científicos naturales y sociales han hecho su parte en la documentación de los irreversibles daños ambientales (aunque aún hay gran incertidumbre), los cuales hemos causado y detallan medidas específicas de mitigación. El paso hacia la transformación puede tratarse muy bien de una movilización masiva de la opinión pública dirigida por el Vaticano y otras religiones a fin de lograr la acción colectiva para salvaguardar el bienestar de la humanidad y el medio ambiente».

Desde hace tiempo, esta movilización masiva ha ido avanzando y más recientemente, con la conferencia de dos días organizada por el Vaticano, a la cual asistieron sesenta alcaldes de todo el mundo, quienes se comprometieron a luchar contra el cambio climático. El encuentro sirvió para mantener la presión sobre los estados miembros de las Naciones Unidas y empujarlos hacia un acuerdo enfático en la Conferencia de Cambio Climático programada en París a fines de este año. En vista de lo anterior, es muy claro que el tema del cambio climático se ha convertido en una especie de «papamóvil» por la cual el Papa Francisco y su milicia jesuita intentan avanzar en el camino hacia el poder político, establecer «una verdadera autoridad política mundial», y hacer cumplir “una mejor distribución de la riqueza”. Para lograr este propósito, necesitan el apoyo del público y es por ello el tan repetido llamado hacia “una movilización masiva de la opinión pública que sea dirigida por el Vaticano y otras religiones. La «próxima visita del Papa Francisco a los EE.UU., con sus discursos programados en el Congreso, el 24 de septiembre, y en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 25 de septiembre, probablemente tendrá importantes implicaciones en las relaciones Iglesia-Estado. Lo mismo puede decirse de la Conferencia sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas que se llevará a cabo en París, del 30 de noviembre al 11 de diciembre.

La religión, la política y la economía se están acercando y todo indica que nos encontramos al borde de grandes cambios. Es hora de que los estudiantes de la profecía bíblica despierten, alisten sus lámparas y se aseguren de tener suficiente aceite espiritual en ellas. El problema real detrás del tema se afirma claramente en la palabra profética:

«Y se apoderará de los tesoros de oro y plata, y de todas las cosas preciosas de Egipto; y los de Libia y de Etiopía le seguirán». (Daniel 11:43).

«Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre”.
«(Apocalipsis 13: 16-17).

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