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Avalanchas de Lodo Causan la Muerte a Más de 250 Personas en Colombia

Debido a lluvias torrenciales que causaron el desborde de los tres ríos que rodean la sureña ciudad de Mocoa, Colombia, las avalanchas de lodo causaron la muerte de por lo menos 254 personas, entre las cuales 43 niños son niños. De manera repentina, un torrente de lodo cruzó la ciudad. La imagen aérea del sitio muestra algunos tejados que sobresalen por encima del diluvio fangoso que aplastó otros hogares, puentes y carreteras. Los suministros de energía y agua a Mocoa han sido cortados por el desastre y el sistema hospitalario está clausurado, expresan los bomberos.

Preocupados por las cada vez más fuertes tormentas antes de la avalancha de lodo, Simón Uribe y su familia se trasladaron a la segunda planta de su casa ubicada a orillas del río. El río se desbordó de su cauce hasta llegar a unos 50 metros adentro de la calle, dividiéndose en dos y dejando su casa rodeada por dos fuertes corrientes. El servicio de energía fue suspendido.

«En algún momento, la mayor parte de la ciudad estuvo cubierta con agua. Aunque no había luz eléctrica, se podía ver como todas las calles se habían convertido en ríos», dijo Simón Uribe. «Vi personas, mujeres jóvenes, que bajaban por el río, algunos cuerpos salían del agua. Fue terrible. Muy terrible», afirmó.

Luego Uribe y su familia escaparon a un terreno más alto pero a la mañana siguiente, su casa se había ido. «Sencillamente ya no teníamos casa», dijo Uribe. «Fue impresionante».

Hay más de 1.000 soldados y miembros de la Policía Nacional involucrados en el esfuerzo de rescate pero se están enfrentando a enormes desafíos. No hay paso por el 80% de las carreteras de la región, lo cual ha dificultado enormemente los esfuerzos de rescate y recuperación.

Por lo menos 300 familias tuvieron que ser desplazadas y más de dos docenas de casas han sido destruidas. Al menos 70 niños fueron separados de sus padres. Muchas personas buscan entre los escombros para tratar de encontrar lo que haya quedado de sus posesiones tras la destrucción de sus hogares por la avalancha.

Las fuertes lluvias de hasta 200mm (5-8 pulgadas) sumadas a los altos niveles de deforestación, viviendas informales y densas poblaciones humanas son algunos factores que han influido para que las comunidades sean vulnerables a los deslizamientos de tierra, afirman los científicos.

«La geografía de la región, su topografía y deforestación debido a la agricultura, etc… han creado el ambiente perfecto para las avalanchas de lodo o deslizamientos de tierra en el lado sotavento de la Cordillera de los Andes, donde se encuentra esta ciudad», dijo el meteorólogo de CNN, Michael Guy.

«Las aguas de las inundaciones quedaron atrapadas en la montaña y cuando bajaron, no dieron tiempo para que las personas reaccionaran y muchas fueron arrastradas», dijo un sobreviviente a CNN.

«No pudimos ayudar a nadie porque si lo intentábamos, habríamos sido llevados también. Vi que la inundación arrastraba postes de la luz. Esto ha sido una gran tragedia», dijo Marcelo Garreta, otro residente. Garreta dijo que vio cuerpos muertos siendo arrastrados por las aguas desbordadas pero que se sintió impotente para ayudar.

Las fotos publicadas por las fuerzas armadas de Colombia muestran a los rescatistas llevando mujeres ancianas y niños por encima de escombros de árboles y casas derribadas, cubiertos con barro.

«El Espíritu refrenador de Dios se está retirando ahora mismo del mundo. Los huracanes, las tormentas, las tempestades, los incendios y las inundaciones, los desastres por tierra y mar, se siguen en rápida sucesión. La ciencia procura explicar todo esto. Menudean en derredor nuestro las señales que nos dicen que se acerca el Hijo de Dios, pero son atribuidas a cualquier causa menos la verdadera. Los hombres no pueden discernir a los ángeles que como centinelas refrenan los cuatro vientos para que no soplen hasta que estén sellados los siervos de Dios; pero cuando Dios ordene a sus ángeles que suelten los vientos, habrá una escena de contienda que ninguna pluma podrá describir». Testimonios para la Iglesia, vol. 6, página 407.


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