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Lecciones que Nos Deja la Tragedia en Charleston

Quizás lo más impactante que nos ha dejado la secuela del asesinato masivo en una iglesia de afroamericanos en Charleston, Carolina del Sur es la actitud que han demostrado los familiares de las víctimas hacia el asesino.

Durante la audiencia de Dylann Roof y frente a un monitor de televisión ubicado en la esquina de la sala del tribunal, los familiares de las víctimas hablaron al señor Roof, quién estaba observando desde su celda.

Cada uno de los sobrevivientes, miembros de la Iglesia Metodista Episcopal Africana Emmanuel, ofrecieron su perdón a pesar de haber quedado sin una madre, por apagar la vida de un hijo prometedor, por quitarle para siempre una amante esposa y poner fin a la vida de una abuela.

Con angustia en su voz, Nadine Collier, hija de Ethel Lance de 70 años de edad, dijo: “Te me llevaste algo muy precioso para mí. Nunca voy a poder volver a hablar con ella. No podré abrazarla de nuevo. Pero te perdono. Ten misericordia de tu alma».

A medida que iban dando testimonio de una fe que no se quebranta por la violencia o la pena, le recordaban a Roof que Dios puede perdonarlo también.

«Le damos la bienvenida con los brazos abiertos para que asista a nuestro estudio de la Biblia los miércoles en la noche», dijo Felicia Sanders, madre de Tywanza Sanders, joven asesinado de 26 años de edad. «Usted asesinó a algunas de las personas más hermosas que conozco», dijo con voz temblorosa. «Cada fibra de mi cuerpo duele, y nunca voy a ser la misma. Tywanza Sanders era mi hijo y también era mi héroe. Sin embargo, lo tomamos con alegría como decimos en el estudio bíblico. Pero Dios tenga misericordia de usted».

Este acto de terrorismo racial no causó lo que se esperaba, al contrario. Si Roof pretendía suscitar una guerra racial, los miembros de la iglesia de Charleston no sienten nada de eso. En lugar de disturbios, hubo perdón.

«Reconozco que estoy muy enojada», dijo Bethane Middleton-Brown, hermana de DePayne Middleton-Doctor, una de las víctimas. Sin embargo, «ella me enseñó que somos una familia consolidada en el amor. No tenemos espacio para el odio, así que debemos perdonar. Ruego a Dios por su alma».

«No tenemos espacio para el odio», ¡qué declaración! La Biblia nos dice en Mateo 5:44 que debemos amar a nuestros enemigos. Este principio quedó claramente evidenciado por las familias de las víctimas. ¿No resolvería esto los problemas raciales que enfrentamos? ¿Qué pasaría si todo el mundo perdonara los unos a los otros?

El espíritu de Cristo es perdonador. Jesús dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen», mientras colgaba en la cruz. ¿Qué otra mejor demostración de ese espíritu podría haber visto y escuchado el propio Roof? Charleston ha dado una lección que aplica para toda la nación, incluso ¡para el mundo entero! El odio racial no debe tener cabida en los Estados Unidos. Tampoco en el Oriente Medio, ni en África o lugar alguno. Permita que el registro de estos testimonios dados en el juicio pueda ser proclamado con colores vivos en todo el país. Permita que esas palabras se repitan en las ondas sonoras de la radio y la televisión, en el Internet y las redes sociales.

Si queremos que haya paz en nuestras ciudades y en nuestras calles, no necesitamos Baltimores y Fergusons. Lo que necesitamos son Charlestons. No una campaña que promueva el crimen sino el espíritu de perdón.

«Todos tenemos una cosa en común. Nuestros corazones están rotos», dijo Joseph Riley Jr., alcalde de Charleston, mientras se dirigía a la multitud reunida en un estadio con el deseo de conmemorar a las víctimas. Si «ese joven pensó que iba a dividir esta comunidad con el racismo, estamos hoy aquí, y en todo Estados Unidos, para decirle rotundamente que falló».

El enemigo no es aquel de una raza o de otra porque todos pertenecemos a la misma fraternidad humana. Somos todos descendientes de Adán. El verdadero enemigo es Satanás quien despierta los odios raciales.

Jesús dijo en Mateo 24:12 que en los últimos días, «por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará». Los homicidios masivos y a sangre fría dan testimonio sobre la verdad de las palabras proféticas del Señor. Son un poderoso recordatorio de que Satanás todavía está excitando los ánimos, no sólo en lo que respecta al odio racial sino a todos los tipos de odio. Y continuará haciéndolo hasta el cierre del tiempo de gracia e incluso de nuevo al final del milenio.

Las víctimas de Charleston, estudiantes de la Biblia, demostraron que el amor y el perdón aún se encuentran activos también y que es más poderoso que la venganza, que el odio y que el dolor. Esa es la lección más importante que debemos aprender de la tragedia en Charleston.

La profecía bíblica sin duda seguirá desarrollándose. Esta tierra está llena de dolor, tristeza y odio, los cuales aumentarán hasta el fin de los tiempos. Crímenes casi demasiado horribles para mencionar, suceden con demasiada frecuencia. Sin embargo, se nos aconseja en las Escrituras que «cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza; porque vuestra redención está cerca”. Lucas 21:28.

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