Hillary Clinton afirma ser defensora de la libertad religiosa. No obstante, su definición de la misma se limita principalmente a la adoración. De hecho, las casas de culto parecen ser los objetivos de «interés convincente gubernamental» cuando se trata del aborto y el matrimonio homosexual, dos pilares progresistas del gobierno Obama.
«Como estadounidenses, nos aferramos a la creencia de que todo el mundo tiene el derecho de adorar de la manera que él o ella lo crea conveniente», dijo Clinton el 10 agosto en un ensayo dirigido a los mormones. «He estado luchando para defender la libertad religiosa durante años.»
Sin embargo, Clinton se opone públicamente a la largamente entendida definición de la libertad religiosa. Y al igual que el presidente Obama, la reduce a la «libertad de culto», lo cual significa que, fuera de la adoración ofrecida en la iglesia, el cristiano debe cumplir con la agenda de los progresistas seculares.
Por ejemplo, entre las políticas ofensivas, Clinton apoya el mandato de la administración Obama en cuanto a que las organizaciones religiosas deben proporcionar cobertura de salud a sus empleados que abarque la esterilización y la anticoncepción, incluyendo las drogas abortivas. Muchas organizaciones religiosas se oponen a la aplicación de tales disposiciones pero se ven obligadas a cumplir con ellas o cerrar sus organizaciones.
«Las propias palabras [de Clinton] sugieren que incluso las iglesias no evadirán su comprensión del tipo de interés gubernamental convincente «que considera el aborto y el matrimonio homosexual» dijo Thomas Farr, profesor de la Universidad de Georgetown. «El año pasado dijo en una conferencia internacional que los grupos religiosos que se oponen al aborto van a tener que cambiar», expresó.
Farr, quien dirige el Proyecto de Libertad Religiosa en el Centro Berkley de Georgetown, dijo que el enfoque de Clinton sobre el «derecho de culto» relega a la religión al ámbito privado dejándola «sin capacidad de influir en los asuntos públicos».
«Su uso del término y significado más profundos, son bastante consistentes con sus ataques a las iglesias y organizaciones religiosas que se oponen a la agenda progresiva del aborto libre y el matrimonio homosexual», agregó.
Clinton también ha sido hipócrita en su autoproclamada defensa de la «libertad religiosa». Al hablar sobre su mandato como Secretaria de Estado, afirmó que ella y el gobierno de los Estados Unidos habían convertido el tema de la defensa de las minorías religiosas en una piedra angular de la política exterior. Esto con el fin de defender a los cristianos coptos en Egipto, los budistas en el Tíbet, los cristianos chinos y otras minorías», porque los estadounidenses saben que la democracia deja de existir cuando un líder o fracción dominante impone una fe en particular a todos los demás».
Sin embargo, Farr dice que el Departamento de Estado tuvo un programa «altamente retórico y pobre. Según la supervisión de ella, la discusión de los fundamentales valores estadounidenses de la Estrategia de Seguridad Nacional prácticamente ignoró la libertad religiosa». Bajo la dirección de Clinton, el Departamento de Estado «logró prácticamente nada en el ámbito de la libertad religiosa (aparte de algunos elaborados discursos e informes)», agregó.
«Si bien hay otras razones para la ineficacia del Estado bajo la secretaría de Clinton, hay una que es bastante clara: no es fácil venderle a los demás un producto que usted ya no entiende y en el cual ya no cree», dijo Farr.
Clinton no es una defensora de la libertad religiosa comprendida desde los inicios de los Estados Unidos.
«A medida que la agresión religiosa destruya las libertades de nuestra nación, los que se mantengan de parte de la libertad de conciencia serán colocados en una posición desfavorable». Consejos sobre la Salud, pág. 506.