Chile ha aprobado con orgullo las uniones civiles entre parejas homosexuales para otorgarles muchos de los derechos que tienen los matrimonios tradicionales, tales como la herencia de propiedades, cobertura del plan de salud y beneficios de pensión. Incluso algunos beneficios son mayores que los que tiene un matrimonio tradicional. El proyecto de ley también incluye a las parejas cohabitantes heterosexuales y reconoce los «matrimonios» homosexuales celebrados en el extranjero. La nueva ley también da a los jueces la autoridad para otorgar la custodia a un padre no biológico y compañero cohabitante en preferencia sobre los padres biológicos» no aptos moral o físicamente». Chile ya tiene una ley de crímenes de odio, que incluye la orientación sexual.
La legislación tardó casi una década en ser aprobada en un Chile conservador, una nación mayormente católica, tras estar bajo una presión persistente y litigios por parte del movimiento homosexual. Los promotores consideran que el cambio es una gran victoria contra la discriminación. Como siguiente paso, los grupos planean presionar por la legalización del aborto.
Ahora Argentina, Uruguay y Chile han hecho que la institución del matrimonio se aplique para parejas distintas a un hombre y una mujer, desmantelando la familia tradicional, tejido social de la sociedad. Uruguay también ha legalizado el aborto por petición, el matrimonio homosexual y la marihuana.
Sobra decir que los defensores pro-homosexuales ahora presionarán para conseguir el “matrimonio” homosexual y el derecho a la adopciones por parte de homosexuales.
Una de las condiciones que existieron durante la Revolución Francesa fue el desmantelamiento de la familia y el matrimonio conduciendo a un terremoto social.
“‘Íntimamente relacionada con estas leyes que afectan la religión, se encontraba aquella que reducía la unión matrimonial—el contrato más sagrado que puedan hacer seres humanos, y cuya permanencia y estabilidad contribuye eficacísimamente a la consolidación de la sociedad—a un mero convenio civil de carácter transitorio, que dos personas cualesquiera podían celebrar o deshacer a su antojo […]. Si los demonios se hubieran propuesto inventar la manera más eficaz de destruir todo lo que existe de venerable, de bueno o de permanente en la vida doméstica, con la seguridad a la vez de que el daño que intentaban hacer se perpetuaría de generación en generación, no habrían podido echar mano de un plan más adecuado que el de la degradación del matrimonio’”. El Conflicto de los Siglos, pág. 313.
“La concentración de la riqueza y el poder, las vastas combinaciones hechas para el enriquecimiento de unos pocos a expensas de la mayoría; la unión de las clases más pobres para organizar la defensa de sus intereses y derechos; el espíritu de inquietud, desorden y derramamiento de sangre; la propagación mundial de las mismas enseñanzas que produjeron la Revolución Francesa, tienden a envolver al mundo entero en una lucha similar a la que convulsionó a Francia”. La Educación, pág. 206.
Fuentes